Considerar a esta composición una obra destacable dentro del panorama actual de la música de cine me parece a mi entender un tanto precipitado. Saber que esta BSO tiene una nominación al Óscar, viendo la gran mayoría de partituras que, también bajo mi punto de vista, la superan este año, me parece algo propio de un episodio de “En los limites de la Realidad”. Y sabiendo que la composición es una extensión de obras anteriores de un compositor que no deja de autorreferenciarse hasta la saciedad (y hasta el hastío), me hace pensar que estoy aislado dentro del panorama musical.
La verdad es que A Beautiful Mind no es una mala BSO, ni mucho menos. Hay temas que no dejan indiferente, como el magnifico (y autoinspirado en Bicentennial Man) “Cracking the Russian Codes”, o que muestran una nueva forma de composición, pero empleando las mismas (y a veces gastadas) técnicas compositivas, como es Alicia Discovers Nash’s Dark World, la deliciosa Saying Goodbye to Those You So Love, con la voz aterciopelada de Charlotte Church que nos devuelve el sonido reminiscente de Titanic junto a All Love Can Be, una canción en la misma línea, bella y melódica.
Es una BSO que debe de escucharse en más que varias audiciones para sacarle el máximo provecho, que no está por encima de otras composiciones del autor como Bicentennial Man, la cual era un pastiche de sabores Hornerianos, donde el oyente jugaba al “Quien es quien y en donde se encuentra”.
Como siempre, jugar a ver de dónde se ha sacado Horner de nuevo la composición que nos ocupa, es un juego fácil y que no requiere muchas dotes auditivas o más que nada, adivinatorias. Desde la ya comentada Bicentennial Man, la cual a su vez bebía de Searching for Bobby Fisher, e incluso de The Sneakers, hasta la muy influyente en el autor dentro de este último tramo de su carrera, Deep Impact, pasando por Apollo 13, y hasta The Perfect Storm. A Beautiful Mind no aporta nada nuevo en una carrera que a todas luces se presenta, sobre todo en la actualidad (Nota del autor: la reseña se escribio en el 2001), bastante falta de ideas renovadoras.Desde que Horner compusiera la obra maestra que es para el que suscribe Titanic, por la que ganó el óscar (y unas cuantas críticas negativas, todo hay que decirlo), éste no ha realizado obras de envergadura que pueblen mis ratos de ocio. Tal vez Deep Impact sea una obra que aporte mucho más de lo que se ve por fuera. O la increible The Perfect Storm, una joya que se acopla a las imágenes con esa habitual garra emocional que siempre he encontrado en este autor.
Pero mi sorpresa es mayúscula al escuchar esta composición, para mí tan aséptica y carente de fuerza que me hace preguntarme cuál es el rumbo de un compositor que parece devenir en un ermitaño de caminos repetidos y abarrotados de pasos pretéritos.
A Beautiful Mind es la gran caja de cartón rellena de confetti y de un pequeño regalo que más que un elixir parece un cuentagotas del talento de un hombre que parece descansar en algún lugar de ese camino de ermitaño.
Iris nos presenta el encender de una fogata en el devenir de sus pasos, susurrando a la mente de nuestro compositor que tal vez la vía a casa, no esté tan alejada como él se piensa… Aunque todavía el fuego tiene que ser más intenso para poder encontrar un nuevo camino, un camino que calle las voces encolerizadas del viento.
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