Este disco que nos ocupa es el mejor ejemplo de la profesionalidad de un compositor. Lo mismo da que una película sea de pequeño o gran presupuesto, que la historia sea un ejemplo de originalidad o destroce abiertamente y sin contemplaciones un éxito pretérito. Un compositor debe dar el 100% en su trabajo independientemente de que la película la vean cuatro gatos.
Creo que el que mejor representaba esta profesionalidad fue uno de los compositores más importantes de la historia de la música de cine, el gran Jerry Goldsmith. No fue el único y otros le siguieron: Basil Poledouris, Robert Folk, Lee Holdridge, Bruce Broughton, etc…
Y no es que en la actualidad se hagan mejores películas, es que los talentos musicales tampoco son lo que eran. Pero éste no es el caso de Brian Tyler. Devoto y respetuoso seguidor de este tipo de compositores, cualquier película es motivo para dar lo mejor de sí mismo. ¿Quién sabe cuándo estará un director observando tu trabajo emocionado, con la firme intención de contratarte para su próxima película?
Brian lleva encadenando proyectos vestidos de blockbuster varios años, cuando en verdad son productos directos a video. Que estas producciones vistan tan bien, y parezcan mucho más ambiciosas, se debe al excelente oficio de sus directores y a la amplia visión musical del compositor, que no ve límites en la historia o en el presupuesto a su talento.
¿Cuántos directores han tirado del compositor para engrandecer sus producciones no tan gigantescas? Recuerdo como Robert Zemeckis pidió en su momento a Alan Silvestri que elevara el sentimiento de ser un blockbuster de la original y magistral Back to the Future. Y éste sólo es un ejemplo.
El compositor, ese sufrido profesional, no sólo debe crear una partitura al unísono de la imágenes con perfecto equilibrio. No pasarse y siempre llegar. No sólo debe buscar la instrumentación necesaria para no desubicar al espectador. También tiene que suplir con su talento esos dineros de menos que son más que necesarios para luchar en la encarnizada competencia cinematográfica.
Centrándonos ya en Annapolis, para este cruce perfecto entre Rocky y Oficial y Caballero, Brian Tyler ha compuesto una de sus mejores partituras de acción épica. No hay batallas, no hay caballeros en su caballo empuñando una espada legendaria, ni hay una princesa raptada a rescatar. Aquí encontramos un irreductible trabajador de astilleros que decide cambiar de vida y alistarse en la marina, donde no sólo verá limada su falta de respeto a la autoridad, sino echada por tierra esa innata chulería de alguien que piensa que es el centro del universo. Entretenidísima, pero vacía de originalidad (salvo el resultado del combate final), Annapolis es una película del montón, que destaca por el buen hacer de su director, Justin Lin y de los actores principales (un entregado James Franco y un Tyrese Gibson haciendo el mismo personaje de Louis Gosset Jr. en Oficial y Caballero) y sobre todo, por la intensa, vibrante, dinámica y contundente partitura de Brian Tyler, compositor que lograr hacer pensar al espectador que esta película es mucho más de lo que realmente es.
De nuevo, el disco que Varese Sarabande nos presenta está lleno de música. Una decisión del propio compositor que siempre intentar incluir cuanto más música mejor en sus discos, pensando en sus aficionados, obviamente, y también siguiendo sus propios gustos como aficionado, que también es.
La partitura está llena de intensos momentos desarrollados en torno a un facilón tema principal que en algo nos recuerda al tema de amor de Troya de James Horner que a su vez nos recordaba al de Stargate de David Arnold.
Aquí Brian demuestra la facilidad que tiene para deformar y reconstruir un tema poco original en múltiples versiones, sin rozar para nada el adjetivo de agotador durante la audición de la partitura. Esto es algo que ya dejó claro en su The Greatest Game Ever Played, una de sus más conseguidas composiciones que era un manual ejemplar de cómo enfrentarse a los temidos Temp Tracks y salir airoso de la situación.
Los cuatro primeros cortes del discos son magníficos. «Annapolis» nos presenta el tema principal en un tono de clara presencia épica. «Brigades» nos recuerda la fuerza y contundencia de otro de sus grandes scores, Timeline. «Showdown» representa el estupendo combate final de la película, con idéntica fuerza y si cabe más contundencia que «Brigades«, siendo el momento en que mejor conectan música e imágenes. «Progression» que describe el entrenamiento de los nuevos soldados, es el precedente claro junto a «A little Jog» de lo que escucharemos en su siguiente trabajo con Justin Lin, The Fast and the Furious: Tokyo Drift. Percusión electrónica, batería, guitarras… a día de hoy y después de War, marcas de la casa del compositor en cuanto a temas de acción se trata. Un excelente track.
Sesenta y cuatro minutos dan para mucho y no sólo de temas de acción vive el oyente. También hay otros más calmados y evocadores como «Jake» el tema principal tocado a guitarra y batería (recordándonos a Bubba Ho Tep, pero más calmado), «Twins Theme» sutil motivo a base de un bello piano, el dramático «Second Chances» o «Holiday Leave» basado en «Jake» pero un tanto más evocador gracias a las cuerdas.
Ni qué decir tiene que de nuevo Brian hace en esta partitura de hombre orquesta tocando todas las guitarras, el piano, la percusión, la batería y el bajo eléctrico, estando acompañado por la Hollywood Studio Symphony, orquesta que se acopla perfectamente al sonido Tyler.
En definitiva una divertidísima partitura, con cortes excelentes, que desde ya puede considerarse como una de las mejores partituras de acción del compositor, junto con Timeline, War o TFATF: Tokyo Drift.
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