3. Ordained By God / Welcome To Kingsbridge (01:54)
4. A Bargain Between Beggars (01:29)
5. Let Go of My Horse (01:58)
6. Forest Cathedral (01:13)
7. Ellen’s Cave (02:07)
8. Agnes Dies (01:12)
9. The King Dies (02:21)
10. Percy Invades (Part I) (01:35)
11. Percy Invades (Part II) (01:49)
12. Tom Enters / Maybe (02:51)
13. Jack’s Arson (02:21)
14. The Gravity of Choice (02:17)
15. The Balance of Human Creation (01:24)
16. Tom Builder’s Inspiration (01:59)
17. Quarry Face Off (04:14)
18. Helps Arrives (01:14)
19. Tom Fights William / Tom Dies (02:08)
20. Happy Travels (00:47)
21. Jack and Aliena Make Love (01:59)
22. Philip Is Damned (01:04)
23. Ellen Tells Her Story (02:24)
24. Building the Wall (01:26)
25. William Approaches (02:06)
26. Attack (01:22)
27. William Kills Regan (01:31)
28. Raining Dreams (01:41)
29. What Would You Have Me Do? (02:37)
30. An Ass and an Idiot (02:15)
31. Alfred Attacks (02:14)
32. Henry Kills Eustace (01:49)
33. Waleran Runs And Dies (01:51)
34. The Final Chapter / The Legacy Of Achievement (03:31)
35. A New Hope (Original Theme Demo) (02:22)
36. Love Theme (Original Theme Demo) (02:09)
37. Messenger of War (Original Theme Demo) (01:32)
38. Mystery (Original Theme Demo) (03:14)
39. Our Purpose (Original Theme Demo) (04:23)
«Main Titles»
«Tom Builder’s Inspiration»
«Jack and Aliena Make Love»
Gran trabajo del compositor canadiense, con algunos momentos más que brillantes, entre ellos los temas de amor.
No se han incluido en la edición discográfica algunos fragmentos musicales realmente conseguidos en lugar de otros un tanto anodinos que sí están en el CD. Es el caso del flashback con la escena de amor entre Ellen y el padre de Jack en las mazmorras, el entierro de Tom Builder o la excelente secuencia en que Agnes da a luz en el bosque mientras la emperatriz Maud también alumbra al futuro rey de Inglaterra ante la corte.
Los “Main Titles” y, sobre todo, su aparición en el clímax final que escuchamos en “The Final Chapter / The Legacy Of Achievement”.
Los pilares de un bestseller
Basada en una de las novelas más vendidas de finales del siglo XX, el verano de 2010 trajo a las pequeñas pantallas Los pilares de la tierra, miniserie germano-canadiense producida por los hermanos Ridley y Tony Scott.
La novela había visto la luz hacía más de dos décadas, concretamente en 1989. Su autor, el británico Ken Follett, se había hecho un nombre en el género del thriller y la novela de espías desde finales de los setenta, gracias a éxitos como El ojo de la aguja –llevada al cine por Richard Marquand y con score de Miklos Rozsa– o La clave está en Rebeca, que también fue llevada a la televisión con David Soul y Cliff Robertson como protagonistas.
Los pilares de la tierra representó un importante cambio de registro para Follett, autor que personifica perfectamente la idea que podemos hacernos de los que es un escritor de bestsellers, un narrador que considera que lo más importante es la historia que se cuenta y los personajes, dejando de lado cualquier tipo de floritura estilística. En los ochenta había experimentado un gran auge la novela histórica, especialmente con la publicación de El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y El médico, de Noah Gordon. Follett se subió al carro de los relatos medievales y, con gran acierto, obsequió a millones de lectores con una absorbente novela de más de mil páginas. En 2007 el escritor publicó, también con enorme éxito, Un mundo sin fin, secuela ambientada en los mismos lugares doscientos años después y con descendientes de aquellos personajes como protagonistas.
El período histórico que abarca Los pilares de la tierra arranca en 1120, con la muerte del legítimo heredero al trono de Inglaterra, hijo del rey Henry I, en el llamado «Desastre del Barco Blanco». La posterior muerte del monarca dio paso al período conocido como la Anarquía, con continuas guerras de sucesión entre partidarios del rey Stephen –sobrino de Henry I, quien lo había nombrado su sucesor- y los de Maud –o Matilde-, hija del anterior rey y madre del futuro monarca Henry II.
En este marco político situó Follett su narración, que tiene como eje la construcción de una catedral en una imaginaria localidad llamada Kingsbridge. El argumento cubre aproximadamente medio siglo y, desde el punto de vista arquitectónico, refleja la transición del románico al gótico. De hecho, se plantea como la construcción –ficticia- de la primera catedral gótica de Inglaterra.
Con ese telón de fondo, el autor montó una novela coral narrada desde el punto de vista de media docena de personajes principales, y bien salpimentada con misterios, guerras, asesinatos, manipulaciones, romances, brujería, religión y, evidentemente, arquitectura. Entre los personajes principales tenemos, en primer lugar, a Tom Builder, el maestro constructor que se hace cargo de edificar la catedral de Kingsbridge. El prior que le encarga el trabajo es Philip, un monje idealista que se enfrenta al maquiavélico obispo Waleran Bigod. Junto a ellos encontramos al pelirrojo Jack Jackson, heredero del arte constructivo de Tom y que acaba siendo el principal personaje de la historia, y a su amada lady Aliena, hermosa y altiva hija del conde de Shiring, caída en desgracia cuando el rey Stephen decide despojar del título nobiliario a su padre y concederlo a la familia Hamleigh. El hijo sádico y despiadado de esta familia de ambiciones desmedidas, William, completa el grupo de protagonistas. A su alrededor hay otros personajes que tienen mayor o menor presencia y trascendencia en la historia, y cuyas andanzas y maquinaciones rellenan el amplio mosaico histórico que retrata la novela.
Superproducción televisiva
Con los Scott como productores, el director Sergio Mimica-Gezzan se encargó de rodar en Hungría y Austria la miniserie de ocho episodios, con un presupuesto de 40 millones de dólares.
Respecto a la novela hay bastantes cambios, sobre todo en relación a la suerte final de algunos personajes y casi siempre en aras de una mayor espectacularidad visual, aunque respetando el espíritu del libro. Todo el misterio sobre la identidad del padre de Jack y las causas del naufragio del “Barco Blanco” gira en torno a un anillo que posee el joven protagonista. Curiosamente, esa historia del anillo no aparece en la novela por ningún lado, pero es el propio Ken Follett, que tiene un cameo en uno de los últimos capítulos, quien explica a Jack la importancia de ese anillo, de lo que se deduce que fue introducido en el argumento a instancias –o con la aprobación- del escritor. Otro dato curioso es que el otro guionista, John Pielmeier, también tiene un papel en la serie, interpretando al monje Cuthbert, el bodeguero del Priorato de Kingsbridge.
En cuanto al reparto, la mayoría de rostros son poco conocidos -o lo eran hasta ahora-, salvo el de Donald Shuterland, que encarna al conde de Shiring, padre de Aliena. A su lado figuran actores veteranos –pero no tan populares- como Ian McShane (Waleran) o Rufus Sewell (Tom), así como los jóvenes Eddie Redmayne (Jack), Hayley Atwell (Aliena) y David Oakes (William).
La fama del libro dio lugar a que la superproducción televisiva tuviera mucho seguimiento y buenas críticas, hasta el punto de que ya se ha decidido llevar a la pantalla Un mundo sin fin. Igual que en la novela, los acontecimientos se suceden dando pocos respiros al espectador, lo cual proporciona un ritmo intenso a la narración, aunque deja poco espacio para asimilar debidamente algunos momentos dramáticos que resultan claves en la trama.
Un compositor canadiense para una epopeya inglesa
Los responsables de la serie decidieron que Trevor Morris se encargara del apartado musical. Se da la circunstancia de que el primer encargo que tuvo este compositor canadiense fue una pieza con fines religiosos que acabó tocándose en una catedral. Tenía 13 años y estudiaba música en una escuela de arte cuando le pidieron componer música para acompañar las palabras del Papa en un libro titulado Beloved Young People. Cobró 50 dólares y se interpretó el día de su graduación.
Hace aproximadamente una década, Morris marchó a Los Angeles, donde comenzó a trabajar en los estudios de Hans Zimmer, primero con funciones puramente técnicas y luego con mayores responsabilidades musicales. Trabajó como asesor técnico o editor musical en películas como Spirit, La señal o Lágrimas del sol, y comenzó a aportar música adicional en films como los de la saga Piratas del Caribe, El último samurai o El rey Arturo.
Durante ese tiempo también fue abriéndose camino en el terreno de la música de videojuegos, de las series de Need for Speed o Command & Conquer. Pero el paso fundamental de su carrera fue convertirse en responsable de Los Tudor, encargo que le llegó por sustitución después de que los productores rechazaran la propuesta del compositor que habían contratado previamente. A nadie se le escapa que ser el compositor de Los pilares de la tierra tiene bastante que ver con el éxito de Los Tudor, tanto la serie televisiva en sí como su música galardonada con un Emmy.
Música para una catedral
El planteamiento para la banda sonora de Los pilares de la tierra es distinto. El propio Trevor Morris afirma que el tratamiento musical, intencionadamente, es menos sofisticado que el de Los Tudor. Aunque en los dos casos la historia se sitúa en Inglaterra, trescientos años separan una época de la otra. Además, la Edad Media es un período más oscuro que obliga a un enfoque distinto.
Eso sí, hay que avisar que los propios títulos de las pistas revelan un buen número de acontecimientos que convendría evitar leer si uno no ha visto la serie. En tal caso, mejor no seguir con esta lectura.
En cierto modo, el score de Los pilares de la tierra denota ciertos rasgos heredados de su época en los estudios de Zimmer, por ejemplo en el plano instrumental. La orquesta no cuenta con sección de vientos de madera, algo habitual en bastantes bandas sonoras de la factoría antes llamada Media Ventures y ahora Remote Control, en especial aquellas pertenecientes a películas producidas por Jerry Bruckheimer. En la BSO de Los pilares de la tierra no escucharemos flautas traveseras, clarinetes, oboes, fagots ni contrafagots, aunque sí otros instrumentos de viento étnicos como la flauta celta, el whistle o el duduk. Asimismo, utilizó otros instrumentos orientales como el gamelán, el saz, el shakuhachi, además de dulcímele, violines étnicos y percusiones tradicionales. Semejante mezcolanza puede antojársenos chocante. Está claro que no se trata de ser fiel a la música de una época, pues es tan improbable que en la Inglaterra medieval se tocara el gamelán indonesio como el trombón. La idea parte de utilizar las sonoridades de todos esos instrumentos con fines estéticos y expresivos, tal como confirma el propio compositor. Así, el gamelán, siendo un instrumento de percusión de origen indonesio con platillos metálicos, gongs y tambores, sirve para recrear una atmósfera espiritual que en la banda sonora se asocia al personaje de Ellen, la madre de Jack, que vive en el bosque aislada de la población y con fama de bruja. El ejemplo lo encontramos en “Ellen’s Cave”, que incluye también una melodía de violín.
Instrumentos étnicos de cuerda pueden oírse formando arpegios en escenas de intriga, algunas protagonizadas por el manipulador Waleran, o durante el enfrentamiento en la cantera entre los hombres de William Hamleigh y los trabajadores de Tom Builder (“Quarry Face Off”).
De todos modos, a pesar del uso de esos instrumentos y de sintetizadores en algunos tracks, estamos ante un trabajo básicamente orquestal en el que destaca por encima de todo el tema principal de los “Main Titles”, un potente tema de esos que se te graban en la cabeza y tarareas al final de cada episodio.
Los “Main Titles” constituyen una excelente carta de presentación que ejerce como broche final de la historia en “The Final Chapter / The Legacy of Achievement”, con imágenes aéreas de la catedral finalizada –generadas con ordenador- y rodeada de edificios contemporáneos.
Morris explica que compuso ese tema unos cuantos meses antes de ver el primer fotograma de la serie. De hecho, escribió varias piezas que, adaptadas, pasaron finalmente a formar parte de la música de Los pilares de la tierra. La edición discográfica incluye cinco demos originales grabadas con anterioridad, lo que el compositor describe como el “ADN” de la banda sonora. Entre ellas encontramos el tema principal en el corte “Our Purpose”, el de los títulos de crédito finales de cada episodio en “Messenger of War”, el motivo de suspense que se emplea con cierta frecuencia en la serie (“Mystery”) o el delicado tema de amor de Jack y Aliena (“Love Theme”).
Y es que otro de los momentos musicales de la serie son los dos temas románticos que aparecen editados en el CD. Por un lado, tenemos el tema de amor de Tom y Ellen en “Tom Builder’s Inspiration”, una fantástica pieza que crece en intensidad mientras la pareja hace el amor y que pasa luego a acompañar las imágenes de Tom dibujando los planos de lo que será su catedral.
El otro tema de amor es el de Jack y Aliena, que escuchamos en “Jack and Aliena Make Love”. Comienza como una pieza de gran delicadeza, con laúd y flauta celta como protagonistas, que va evolucionando con la entrada de las cuerdas. En la serie lo volvemos a oír cuando Aliena, tras viajar a Francia con su hijo recién nacido, encuentra por fin a Jack trabajando en la construcción de la catedral de Saint Denis, que fue la primera iglesia de estilo gótico.
Desde luego, en la banda sonora hay un buen puñado de temas espléndidos. Uno de los destacados, asociados a Tom y su deseo de construir una catedral lo encontramos en los cortes “Forest Cathedral” y “The Balance of Human Creation”.
Momentos de carácter tan majestuosos como ese los encontramos en la llegada de Philip al Priorato de Kingsbridge (“Ordained by God / Welcome to Kingsbridge”) o cuando la población acude a trabajar en la construcción de la catedral (“Helps Arrive”).
No faltan momentos cargados de gran emotividad, como en “Tom Fights William / Tom Dies”. Asimismo, el uso de la voz femenina combinada con percusiones e instrumentos étnicos dota de gran dramatismo a la pieza “Agnes Dies”, si bien este corte del CD no se utilizó en la serie. Por el contrario, el tema que escuchamos cuando Tom abandona a su hijo recién nacido sobre la tumba de Agnes en el bosque, con el duduk como protagonista, no lo tenemos en el disco. Otro de los temas emotivos es “An Ass and an Idiot”, triste pieza ejecutada por las cuerdas en tono grave que crece en intensidad a medida que progresa para adquirir cierta solemnidad. Corresponde a una escena en que, casi al final de la serie, Jack habla con Philip sobre su amor por Aliena, a la que tiene medio abandonada por dedicarse en cuerpo y alma a la construcción de la catedral. Previo a este, tenemos en el CD “What Would You Have Me Do”, tema dramático de cuerdas, con chelo solista en algún momento, que suena cuando dos de los personajes secundarios se deciden a ayudar a los protagonistas a acabar con el poder de Waleran y William Hamleigh. El carácter inquietante del final de esta pieza subraya el tenso momento que supone esa decisión.
Junto a todo esto también encontramos una serie de temas de acción que acompañan batallas, escaramuzas y peleas varias. Algunos están asociados al personaje de William Hamleigh y tienen un claro regustillo mediaventurero, caso de “Percy Invades” o “Let Go of My Horse”.
Un estilo similar lo encontramos en cortes como “The War of Sucession”, “Jack’s Arson”, “William Approaches”, “Attack!” o “Waleran Runs and Dies”.
Destacaré por último el tema final de la serie, esa guinda que comentaba antes titulada “The Final Chapter / The Legacy Of Achievement”. Viene a ser un brillante epílogo que acompaña, en primer lugar, la boda de Jack y Aliena. A continuación, tras una elipsis temporal de 14 años, la música proporciona la solemnidad necesaria a la consagración de la catedral por parte de Philip. Y finalmente tenemos las imágenes del edificio concluido con toda la fuerza del tema principal.
La conclusión es que estamos ante un score completo, muy bien trabajado y con algunas composiciones magníficas. Sin embargo, a uno le queda la sensación de que le falta algo para alcanzar el nivel de excelencia. O bien la serie no ha sabido sacar todo el partido a la música de Morris o bien el compositor no ha conseguido que su música brillara más en ciertos momentos claves de la historia. O tal vez es que mis propias expectativas para esta serie apuntaban a algo más espectacular. En cualquier caso, nos ha dejado una banda sonora melódica, variada y de agradable escucha, algo que los aficionados nunca dejamos de agradecer. En este sentido, Trevor Morris está llamado a darnos muchas más satisfacciones.
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