En la primera banda sonora de la saga, John Williams sentó las bases del sonido que acompañó al mago adolescente ideado por J.K. Rowling, cuyos libros se estaban vendiendo a espuertas en todos los rincones del mundo. Harry Potter y la piedra filosofal contenía el tema principal e irradiaba una magia que sólo Williams es capaz de conseguir.
En la segunda entrega, Harry Potter y la cámara secreta, Williams tuvo que recurrir a la ayuda de William Ross. Fue un buen trabajo, pero no estuvo a la altura del primero. Pero en esta tercera, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, el maestro se superó y creó la partitura más redonda de todas, con temas extraordinarios y sin perder un ápice de la magia que envolvía toda la historia.
De todos esos temas es de destacar «Buckbeak’s Flight», impresionante pieza que acompaña el vuelo del joven mago sobre el lomo del hipogrifo. En un plano más evocador, «A Window to the Past» fue un nostálgico y tierno leitmotiv asociado a los padres del protagonista. La banda sonora incluyó cortes de tono más divertido, aunque muy elaborados en el plano compositivo, como «Aunt Marge’s Waltz», «The Night Bus» o la canción «Double Trouble».
Fue el último trabajo de Williams para la saga puesto que las entregas siguientes tuvieron distintos compositores, Patrick Doyle, Nicholas Hooper y Alexandre Desplat, cada uno de los cuales incorporó su propia personalidad musical a la historia, con mayor o menor acierto.
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