Jerry Goldsmith y Franklin J. Schaffner, o lo que es lo mismo, 24 años de enriquecedora asociación entre dos grandes creadores, desde 1963 con The Stripper hasta 1987 con Lionheart. Entre medias, algunas de las películas y algunos de los scores más memorables de la historia del cine, como El planeta de los simios, Patton o Papillon.
El primero de los citados, escrito en una etapa en la Goldsmith empezaba a desarrollar a través de filmes de gran espectáculo (Río Conchos, El coronel von Ryan, El Yang-Tsé en llamas) un estilo marcadamente sinfónico, estaba muy influenciado por compositores de vanguardia como Béla Bartók o Igor Stravinsky, o incluso su coetáneo y amigo Alex North. El músico californiano desarrolló una partitura experimental apoyada en la energía que imprime la orquestación acústica, que supuso un antes y un después en la música de cine. Cortes como «Main title», ‘The Searchers», «Crash Landing» o, sobre todo, «The Hunt», conforman un score cuya atonalidad no es más que un reflejo musical que describe a la perfección los trágicos acontecimientos del argumento. Obra, en definitiva, con un gran espíritu renovador, referente innegable de un cine posterior en busca de lo audaz.
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