Steven Spielberg es conocido por su labor de director y productor, y mucho menos por sus guiones. Ello es debido, quizás, a que sólo ha escrito tres para la gran pantalla: Close Encounters of the Third Kind, Poltergeist y A.I. (Artificial Intelligence). En el caso de Poltergeist (Poltergeist: Fenómenos extraños), Spielberg cedió la claqueta a Tobe Hooper, pero problemas surgidos durante el rodaje provocaron que al final tuviera que terminar él mismo la película.
Para subrayar musicalmente la historia contrató al que siempre consideró como el segundo compositor cinematográfico más importante (después, como es obvio observando su filmografía, de John Williams): Jerry Goldsmith. El genio californiano acabó firmando una de sus innegables obras maestras, llena de momentos que mezclan con envidiable firmeza lo tonal y lo atonal.
Poltergeist es un score sin ninguna fisura. Desde su juguetón «Main Title» hasta la célebre canción infantil de los títulos finales, pasando por temas tan contundentes sinfónicamente hablando como «The Tree» o «Rebirth», toda la banda sonora contiene ese estilo inconfundible de Goldsmith que le ha situado en el Olimpo de la historia del cine por su creatividad y, muy especialmente, por su capacidad de adaptación a todo tipo de argumentos.
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