Desde su más que merecido Oscar recibido en 1977 por La profecía, la carrera de Jerry Goldsmith inició un periodo de esplendor de más de una década en la que brillaron partituras tan emblemáticas como La isla del adiós, Capricornio Uno, Los niños del Brasil, Alien, Star Trek, Poltergeist, En los límites de la realidad, Gremlins, Exploradores, Legend, Hoosiers o Lionheart. Fue un periodo de increíble creatividad que para siempre permanecerá en la historia del séptimo arte como una etapa dorada de la música cinematográfica.
En medio de este primoroso ciclo se sitúa el intenso aunque irregular melodrama político dirigido en 1983 por Roger Spottiswoode Bajo el fuego (Under Fire). Amparándose en los más obvios ritmos de la música tradicional hipotéticamente centroamericana, pero en el fondo en melodías poco rigurosas que sitúan la flauta de pan como instrumento nicaragüense cuando lo es en realidad de la región de los Andes, Goldsmith desarrolla un score que combina con mayor o menor éxito los sonidos experimentales electrónicos y los orquestales. Sin embargo, la belleza de un tema principal inspirado (muy probablemente de manera inconsciente) en las obras para guitarra y orquesta de autores como García Abril o Rodrigo, auténtico protagonista de la obra, ha hecho de Bajo el fuego una banda sonora cuyos altibajos se quedan en el olvido gracias a la grandeza de dicha melodía. La sentida interpretación además del guitarrista Pat Metheny aporta al score una mayor sensibilidad, que culmina con el emotivo himno a Nicaragua, corte final que simboliza la grandeza de un país sumido en el dolor pero siempre en busca de la esperanza.
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