Goldenthal & Taymor & Shakespeare 2.0 |
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Aunque en los últimos tiempos no hemos podido disfrutar tanto como nos hubiera gustado del talento de Elliot Goldenthal por culpa de un accidente doméstico, lo cierto es que se trata sin duda de uno de los compositores más versátiles, innovadores e inimitables del panorama de la música para el séptimo arte.
Desde que los scores para Drugstore Cowboy y Alien 3 (su adagio final sigue poniendo a un servidor los pelos como escarpias) le lanzasen en el panorama de la música de cine, el maestro Goldenthal ha ido añadiendo obras magnas a su filmografía: desde las colaboraciones con Neil Jordan (la extraordinaria Interview with the Vampire, la bellísima Michael Collins, la inclasificable The Butcher Boy, The Good Thief y una de sus mejores partituras para quien esto firma, In Dreams) a productos mainstream como los Batman de Joel Schumacher, Sphere o la guitarrera y adrenalítica SWAT, sin perder jamás un ápice de calidad.
Elliot Goldenthal, creo que lo sabe todo el mundo, está casado con la firmante de The Tempest, la prestigiosa directora escénica y cinematográfica Julie Taymor. Han colaborado en el mundo del teatro (Juan Darien, The Green Bird) y hasta el momento, Goldenthal ha compuesto el score original de todos los filmes de su esposa.
Su primera colaboración fue Titus, también como The Tempest adaptación libérrima de la obra de Shakespeare. El compositor americano creó uno de sus trabajos más brillantes para esta fascinante cinta protagonizada por Sir Anthony Hopkins y Jessica Lange, y al igual que el film mezclaba épocas y ambientaciones, cascos de la antigua Roma junto a uniformes nazis y vestidos futuristas, la música pasaba con pasmosa facilidad de lo épico a lo intimo (ese emocionante final), de la poderosa masa coral al bullicio del swing. Una obra magna que sin embargo no contó con el apoyo mayoritario de crítica y público, al contrario que su siguiente esfuerzo conjunto, Frida, fabuloso biopic de la pintora mexicana, en la que el compositor tuvo oportunidad de pasar por su peculiar tamiz la música de México, país en el que la pareja pasa largas temporadas. De nuevo un score magnifico que le valió el único Oscar que hasta el momento ha conseguido. Por último, Goldenthal compuso la breve música incidental del alucinado musical basado en las canciones de The Beatles, Across the Universe, además de firmar la adaptación de las mismas junto a su inseparable Teese Gohl.
Y llegamos a The Tempest, nueva aproximación de la Taymor al mundo de William Shakespeare, con resultados no menos alucinados y controvertidos que los de Titus. Se trata de una de esas directoras con un estilo tan particular que o bien fascina irremediablemente o bien provoca el más enconado rechazo. Quien esto escribe debe reconocer que es de los primeros, qué se le va a hacer. Aquí no encontramos la violencia desmesurada de Titus Andronicus, sino que estamos ante una de esas obras del genio inglés que apuestan por la magia, las intrigas palaciegas, con un argumento deliciosamente inocente que, sin embargo, trata temas universales como la familia, el amor y su reverso, el odio; que en manos de Julie Taymor deviene un espectáculo decididamente camp y naif, aunque profundo a su vez y como de costumbre visualmente fascinante.
La primera licencia que se toma la directora es cambiar el sexo del protagonista, y Prospero pasa a ser Prospera, facultando que seamos testigos de una nueva prodigiosa interpretación a cargo de Dame Helen Mirren, acompañada por un ecléctico reparto: la bellísima Felicity Jones es Miranda, la hija de Prospera y el cantante Reeve Carney (ahora el Spiderman de Turn Off The Dark en Broadway) es su pretendiente. Un sobrenatural en todos los sentidos Ben Wishaw es Ariel, el espíritu aliado de Prospera que la ayudará a que su plan llegue a buen puerto, tomando las más variadas formas – ninfa de las aguas, arpía y hasta un enjambre de abejas- y un enloquecido Djimon Hounsou es el villano de la función, el necio esclavo Calibán. Los hombres de la corte perdidos en la Isla de Prospera tras la tormenta que proporciona el titulo a la pieza, son encarnados por actores de carácter como David Strathairn, Chris Cooper, Alan Cumming y Tom Conti, y el contrapunto cómico lo aportan un soberbio, como siempre, Alfred Molina y el imparable Aldous Snow en persona, Russel Brand.
La aproximación de Elliot Goldenthal al score parte, según el mismo indica en los comentarios de la edición discográfica, de la voluntad de mezclar lo acústico con lo electrónico, así que aunque se usa una orquesta, más evidente en algunos pasajes que en otros, lo que realmente destaca son los solistas: guitarras eléctricas (a cargo de Mark Stewart, T-Bone Wolk, Page Hamilton y Benjamin Curtis), bajo (T-Bone Wolk), percusión (Jamey Haddad y Tim Keiper) saxofón (Bruce Williamson) y teclados (el propio Elliot Goldenthal). El otro elemento importantísimo de la obra es la voz humana, pues como muchas otras obras de Shakespeare, el relato viene sembrado de canciones, que aquí interpretan Ben Wishaw en sus intervenciones como espíritu burlón a las ordenes de Prospera («Full Fathom Five «y «Where de Bee Sucks» con preciosos solos de cello) y Reeve Carney, en la deliciosa «O Mistress Mine», tomada prestada de otro Shakespeare, Twelfth Night, para la escena en la que los jóvenes amantes se juran amor eterno, acompañados por los teclados y sedosas guitarras eléctricas.
Sin duda, el tour de force del score es el tema «Hell Is Empty», que acompaña con la furia y contundencia que caracteriza al maestro Goldenthal la terrible tormenta que abre la película: ecos de guitarras eléctricas a las que se unen cuerdas desbocadas, dando paso a mas capas de guitarra eléctrica, bajo y sintetizador, a modo de agitado dialogo. En el minuto 3:45 un agresivo saxo nos introduce el rostro desencajado de Prospera mientras con su cetro mágico conjura el terrible temporal.
Destacan también los temas de aire circense, tan del gusto del compositor, a los que se aplica la misma paleta sonora quizá con intervención más destacada de la percusión («High-Day Two Step» o el breve «Ariel Swarm», en el que también destaca un saxo desbocado) y que ilustran las correrías del dúo cómico compuesto por Molina y Brand. La personalidad del compositor queda patente en la rabia guitarrera de «Lava Dogs», de una contundencia tremenda.
Los momentos más tranquilos son para el personaje de Miranda a la que se aplican guitarras y música electrónica de carácter más sosegado con intervención de un instrumento habitual en el compositor, la harmónica de cristal («Brave New World»).
Cierra el score el corte «Prospera’s Coda», interpretada por Beth Gibbons y que curiosamente sustituye el monologo final de la protagonista de la obra teatral. Vemos en cambio como, una vez las aguas han vuelto a su cauce, Prospera renuncia a la magia, deshaciéndose de su cetro y libros, que lanza desde el acantilado que preside su isla al océano, resignándose a pasar el resto de su vida en la rutina, una vez conseguido el bienestar de su hija. De nuevo Goldenthal se apoya en las guitarras, bajos y sonoridades electrónicas, para cerrar la partitura y la película, con esta bella canción.
No toda la música del filme está representada en el compacto producido por el propio compositor a través de su discográfica Zarathustra, en la que se ha optado por presentar una selección de unos 30 minutos del score y canciones compuestos por Goldenthal, dejando fuera eso sí, la música más descriptiva, como la que se aplica al personaje de Calibán, dominada por una percusión mínima e instrumentos étnicos como el didgeridoo; o gran parte de la propia de Ariel, con protagonismo de las flautas.
En fin otro grandísimo esfuerzo conjunto de Julie Taymor y Elliot Goldenthal que fascinará a sus seguidores y como de costumbre horrorizará a sus detractores.
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