La música de Shore realza magistralmente el tono mágico y fantástico de la historia. Muchas escenas y fragmentos musicales dejan clara esa intención, entre los que destacaría “The Message”, “The Armoire”, “The Invention of Dreams”, la segunda parte de “A Train Arrives in the Station” o “The Magician”.
Puede haber quien considere un cliché algo cansino el sonido afrancesado de la música, pero hay que reconocer que cuadra perfectamente con lo que la película quiere transmitir.
Scorsese rinde homenaje a los inventores de sueños
Conociendo la trayectoria cinematográfica de Martin Scorsese, puede resultar extraño que se haya involucrado en una producción como Hugo, una película de carácter fantástico en 3D aparentemente dirigida a público infantil y juvenil. No obstante, no está ni tan dirigida a público menor de edad ni tampoco se encuadra tanto en el género fantástico como podría parecer cuando uno ve el trailer, puesto que también podríamos describirla como una ficción dramática con personajes históricos reales.
La invención de Hugo Cabret, libro ilustrado de Brian Selznick, apareció en las librerías en 2007, catalogado en las secciones de literatura infantil y juvenil. A través de más de 500 páginas y cerca de 300 dibujos, el autor nos relataba la historia de Hugo (Asa Butterfield), un niño huérfano que vive escondido entre los engranajes de los relojes de la parisina estación de Montparnasse a principios de los años treinta. Si uno echa una ojeada al libro, comprobará que los dibujos son un storyboard casi perfecto que Scorsese ha respetado en gran medida a la hora de rodar.
Igual que él, su padre (Jude Law) era un admirador de las máquinas. Pero murió en un incendio y el niño fue acogido por un tío borracho encargado del mantenimiento de los relojes de la estación. Antes de morir, su padre había rescatado del almacén de un museo un autómata que trataba de arreglar. El autómata ejerce el papel de aquello que Hitchcock bautizó como “macguffin”, un objeto u otro elemento sobre el que gira y avanza toda la trama de una historia. Hugo piensa que su padre le dejó un mensaje en el autómata y que lo recibirá cuando consiga ponerlo en marcha, para lo cual necesita diversas piezas y, sobre todo, una llave en forma de corazón.
Por si alguien no ha visto la película, mejor no adelanto más acontecimientos y así no destripo nada fundamental de la trama. Eso sí, una vez vista, comprobamos que es todo un homenaje a los pioneros del cine, a los genios que sentaron los fundamentos del séptimo arte. Teniendo esto en consideración, ya no resulta extraño que un devoto amante del cine como es Scorsese se haya embarcado en la aventura de Hugo Cabret.
Howard Shore ya ha colaborado con Scorsese en unas cuantas películas, como After Hours (1985), el documental sobre Giorgio Armani Made in Milan (1990), The Aviator (2004) y la oscarizada The Departed (2006). Hay que recordar, además, que cuando el director neoyorquino rechazó la partitura que escribió Elmer Bernstein para Gangs of New York (2002) recurrió a un batiburrillo de temas y canciones entre los que incluyó una pieza de concierto titulada “Brooklyn Heights”, escrita hacía tiempo por el compositor de El señor de los anillos.
Hay que decir que el resultado musical de Hugo es de lo más gratificante, aunque también es necesario advertir que el sonido parisino de la banda sonora puede ser algo cansino para algunos oídos.
Buena parte del protagonismo instrumental lo tiene la musette, un tipo de acordeón que se popularizó en París a principios del siglo XX y que llevaba la voz cantante en un género musical y un baile emparentado con el vals llamado precisamente “bal-musette”.
La musette es el centro de una pequeña formación orquestal que incluye también Ondas Martenot, pianola, guitarra acústica –del tipo que utilizan los gitanos franceses-, cimbalón, batería, contrabajo y saxo alto. Esta formación, que tiene una importante presencia a lo largo de la partitura y que está representada en parte por la pequeña orquesta que toca en el restaurante de la estación -un ejemplo lo tenemos en el vals popular incluido en «The Clocks». Esa formación está arropada por una orquesta sinfónica completa. La idea del compositor es que la música que escuchamos esté formada por varias capas que le den profundidad, de modo similar a las imágenes en 3D de la película.
Nada más comenzar, vemos el mecanismo interno de un reloj cuyos engranajes se transforman en el trazado de las calles iluminadas de la capital francesa. Las notas que simulan en tic tica del mecanismo se mezclan con el sonido electrónico de las Ondas Martenot y escuchamos entonces un misterioso motivo de cuerdas. Las imágenes nos llevan desde el Arco del Triunfo a la Torre Eiffel y, cuando nos adentramos en el interior de la estación de tren, oímos un tema formado por pares de octavas al piano. Es uno de los temas recurrentes creados por el compositor canadiense, que utiliza para referirse a la búsqueda de Hugo, y lo encontramos en pistas como “Snowfall”, “Hugo’s Father”, “Purpose” o “Trains”.
La imagen del niño asomando el rostro por un hueco del reloj de la estación da paso al tema principal de la banda sonora, que también podemos llamar tema de Hugo. Es un vals de estilo francés, con ese acordeón parisino tan característico que puede sonar a cliché, pero que se ajusta de maravilla a las escenas costumbristas del interior de la estación: la florista, el repartidor de baguettes, el quisquero, la señora del perrito, el librero (Christopher Lee) y el anciano del puesto de juguetes (Ben Kingsley).
El tema principal se escucha con frecuencia a lo largo de la cinta. Además de en “The Thief”, que acompaña la escena inicial descrita, lo oímos con carácter evocador al final de “The Clocks” –mientras el protagonista ve el cielo nocturno de París- o el magistral “The Message” –cuando el autómata revela sus secretos-. También en “Purpose” y de manera especialmente emotiva en la segunda mitad de “A Train Arrives in the Station”, interpretado con acordeón y piano.
El tema de Hugo es también el de la canción “Coeur Volant”, escrita por Howard Shore, Elizabeth Cotnoir e Isabelle Geffroy, nombre real de la cantante francesa Zaz, que es quien la interpreta. La canción no chirría, sino que encaja de maravilla en el conjunto de la obra y comparte ese regustillo evocador por el que se mueve toda la banda sonora.
Otro de los temas más conseguidos es el asociado al autómata, que Shore presenta a menudo con piano o celesta, a veces con flautas y en ocasiones con Ondas Martenot. El tema contiene intriga, suspense y, particularmente, cierto grado de magia. Lo oímos por primera vez en “The Clocks”, cuando Hugo se dirige a su escondite de la estación. El tema es más evidente en “Hugo’s Father”, durante el flashback en que el niño recuerda a su padre y cómo el autómata llegó a sus manos, y brilla de manera especialmente mágica en “The Message”. También lo encontramos en “Ashes”, “Purpose”, “Trains” o “Papa Georges Made Movies”.
La escena que acompaña “Hugo’s Father” introduce un motivo interpretado con la guitarra que asociamos al padre. Se escucha muy pocas veces, dada la poca presencia del personaje que encarna Jude Law, pero llama la atención en ese corte, así como en “Ashes”, en una escena en la que vemos la tumba donde es enterrado, y en “The Message”.
Otro personaje con tema propio es el inspector de la estación, una especie de pseudovillano patético interpretado por Sacha Baron Cohen. Acompañado por su doberman, ronda la estación de tren pensando que su uniforme lo hace omnipotente y capturando niños huérfanos como Hugo. El tema que Shore ha creado para este individuo es una marcha cómica que en ocasiones es interrumpida por acordes abruptos, lo que refleja tanto su carácter autoritario como su patetismo. Su melodía es ejecutada con frecuencia por el fagot, aunque también por otros instrumentos. El tema del inspector lo oímos por primera vez en “The Chase”, cuando persigue al protagonista por toda la estación, y más tarde en otros cortes, como “The Station Inspector” o “A Ghost in the Station”.
Pero el personaje clave de la trama, aparte del propio Hugo, es Papá Georges, el hombre que regenta el puesto de juguetes de la estación. El niño protagonista, con la ayuda de Isabella (Chloë Grace Moretz) –hija adoptiva de Papá Georges y Mamá Jeanne-, contribuirá a que el juguetero recupere su historia y la confianza en sí mismo, como la tuvo en el pasado.
Para esas escenas claves del film, la música de Shore nos lleva de viaje en el tiempo. Nos traslada a finales del XIX y principios del XX, cuando el cine daba sus primeros pasos y los propios hermanos Lumière lo consideraban no más que un entretenimiento de feria sin futuro. Sin embargo, para Papá Georges fue, en sus propias palabras, “una nueva clase de magia”.
El cine mudo no era realmente mudo, puesto que la música acompañó a las imágenes desde el principio, aunque fuera tan solo con una pianola en vivo. “Papa Georges Made Movies” rinde homenaje a aquel tipo de música. La celesta y la musette cubren las imágenes de magia, lo mismo que “The Invention of Dreams”, que incluye otro sugerente vals para un flashback magistralmente rodado por Scorsese. Este corte se desarrolla en partes sucesivas, acelerándose, ralentizándose, introduciendo temas de piano que asociamos inmediatamente al sonido del cine mudo. No toda la música que incluye este track aparece en la escena tal cual, pero sí es cierto que Shore ha escrito toda una obra de arte de seis minutos y medio.
En un estilo parecido, “The Magician” comienza con el tema de Papá Georges y evoluciona por los mismos sonidos asociados a la época muda. Es para la escena climática de la película. Shore juega con los ritmos y despliega una amplia paleta de ideas que, combinadas con las imágenes, dejan a la mayoría de espectadores con los ojos completamente abiertos y una de esas sonrisas bobaliconas de oreja a oreja. Scorsese, Shore y los maestros del pasado combinan su genialidad para hacer magia, cine dentro del cine.
Hay más. Encontramos buena música para la escena de la librería que regenta Monsieur Labisse (Christopher Lee) en “Bookstore”. También es memorable el evocador vals de “The Movies”, cuando Isabelle y Hugo ven en el cine El hombre mosca, de Harold Lloyd –a quien homenajea el cartel de la película-. A destacar, asimismo, la intriga contenida en “The Armoire” –con otro momento mágico que refleja muy bien la música de Shore presentando por primera vez el tema de Papá Georges– y la acción desenfrenada en el tramo final de “Trains”.
Tras la canción ya mencionada a cargo de Zaz, la edición discográfica termina con “Winding It Up”, una suite para los créditos finales que recorre parte del material temático escuchado anteriormente, incluyendo el tema de Papá Georges, el del autómata y el principal.
Hugo podrá considerarse una rareza en el currículum de Scorsese, pero vuelve a dejar patente que es uno de los directores más grandes que ha dado la historia del cine. Hugo es un canto de amor hacia su profesión, una película que convierte lo que podría considerarse una ficción dramática en una fantasía y que, con la ayuda de Howard Shore –y lamento repetirme- ha llenado de magia.
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