Música para el «eslabón perdido» |
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La añada del 2005 de Patrick Doyle fue una de las mejores de su carrera. Aquel año firmó Harry Potter y el cáliz de fuego, la película más taquillera de todas en las que ha participado. Fue el sucesor de John Williams en la saga de Hogwarts, aunque solamente por una entrega, y a pesar de que mucha gente entró en comparaciones entre las diferentes formas en que afrontaron el trabajo ambos compositores, la idea generalizada es que la banda sonora de Doyle fue realmente buena y dejó temas memorables.
Fue también el año de Nanny McPhee. Si en el caso de Harry Potter fue el director de la cuarta entrega, Mike Newell, quien eligió al compositor escocés, con quien había trabajado anteriormente, en el caso de la aquí titulada La niñera mágica fue su amiga Emma Thompson –firmante el guion, tal como hizo la década anterior con Sentido y sensibilidad– la que influyó en su elección para el encargo. Película muy orientada al público infantil, contó con una banda sonora de gran altura, de la que salió un temazo para la posteridad: “Snow in August”.
Mucha menos repercusión, tanto cinematográfica como musicalmente, tuvo ese mismo año Wah-Wah, debut tras las cámaras del actor Richard E. Grant, con una historia ambientada en Swazilandia a finales de los sesenta. La partitura de Doyle, con un tema principal muy recurrente, es de carácter intimista. Un trabajo correcto pero que no ha tenido mayor trascendencia.
Haciendo memoria, en nuestros Premios Goldspirit la BSO de Harry Potter y el cáliz de fuego fue considerada por los aficionados como la tercera mejor del año, por detrás, nada menos, que de dos trabajos de John Williams: Memorias de una Geisha y Munich. Eso sí, ganó en la categoría de Mejor BSO de Fantasía/Ciencia Ficción. Por su parte, Nanny McPhee fue elegida la Mejor BSO de Comedia. Y aún hubo un Goldspirit más para Patrick Doyle, el de Mejor BSO No Editada, que fue para Man to Man.
Creo que esta película de Régis Wargnier ni siquiera llegó a estrenarse en nuestras salas de cine, pero por entonces circulaba por la red es score de Doyle, extraído del DVD y con efectos sonoros, suficiente para que muchos aficionados supieran que el escocés había escrito un score más que notable. Afortunadamente, MovieScore Media ha rescatado este trabajo interpretado por la London Symphony Orchestra, y lo lanzó en edición limitada a 1.000 copias en su Discovery Collection.
La sociedad formada por el binomio Wargnier-Doyle ha dado buenos dividendos en forma de buena música de cine desde el estreno de esta «pareja de hecho» director-compositor con Indochine. La partitura de Man to Man es otro buen ejemplo a añadir a las de la citada Indochine, Une femme française, Est-Ouest, Pars vite et reviens tard o la más reciente La ligne droite. Pero desde el punto de vista cinematográfico Man to Man es otro cantar, pues el guion, aun partiendo de una premisa interesante, se va desinflando con añadidos melodramáticos que en vez de enriquecer la historia prolongan el desinterés.
El argumento comienza cuando una pareja de pigmeos, un hombre y una mujer llamados Toko y Likola –aunque eso lo sabemos más tarde- son capturados en una selva africana. El año: 1870. La expedición de “caza” la dirige Elena Van Den Ende (Kristin Scott Thomas), una viuda aventurera que captura animales para venderlos a zoológicos europeos, y la acompaña Jamie Dodd (Joseph Fiennes), un joven médico que va en busca del “eslabón perdido”. Una vez en Escocia, Dodd y otros dos científicos, Alexander Auchinleck (Iain Glen) y Fraser McBride (Hugh Bonneville), comienzan a estudiar las características antropológicas de los pigmeos. Sin embargo, mientras que estos dos científicos están cada vez más convencidos de que han descubierto una nueva raza de la que procede el Homo sapiens, Dodd es cada vez más consciente de que la pareja capturada es tan inteligente y humana como cualquiera de las personas que contemplan a Toko y Likola en el zoológico de Edimburgo.
Patrick Doyle escribió para este film un score melódico de gran fuerza dramática, con algunos potentes temas de acción y otros de emotivo lirismo. Estamos ante una banda sonora elegante, con exquisitas orquestaciones y un tema principal de esos que retenemos sin dificultad una vez acabada la película o la escucha del CD. Además, Doyle no abusa demasiado de este tema como hace con frecuencia en otros trabajos.
El de Man to Man lo escuchamos unas cuantas veces en la película y en el disco, las suficientes como para reconocer claramente que es el leitmotiv central de la partitura, pero su aparición no es constante.
La edición de MovieScore Media comienza precisamente con una suite que desarrolla este tema principal en su dimensión más amplia. Se inicia con las trompas interpretando ese tema principal con carácter solemne, con el apoyo de las cuerdas. Pasa después por una fase más sosegada –recordando en algún momento el tema central de Nouvelle France-, hasta que la intensidad que imprime Doyle a la melodía se desboca con un crescendo que deriva hacia la grandilocuencia.
A menudo se ha criticado precisamente esta tendencia del compositor hacia la exageración. En ocasiones parece que no pueda contenerse y que su música adquiera una potencia que sobrepasa sin mesura la intensidad que proponen las escenas que vemos en la pantalla. En su descargo hay que puntualizar que esta versión de la suite, la que podríamos considerar “más espectacular” del tema principal, está pensada para los títulos de crédito, para que retengamos la melodía una vez finalizada la película y no acompaña ninguna imagen.
Durante el desarrollo de la historia, el tema principal tiene apariciones que proporcionan dramatismo y gravedad a las imágenes, pero no de una forma demasiado exagerada. El primer caso lo encontramos en “Paying the King”. La exposición del tema es algo más contenida que en la versión que oímos en la “Suite from Man to Man», mientras vemos a Kristin Scott Thomas pasear por el poblado del rey Mateke Seko –en cuyo reino han capturado a los pigmeos- y dirigirse a hablar con Joseph Fiennes.
El tema principal suena en más cortes. Ligeramente esbozado en “Sea Sickness”, más solemne en “Abigail’s Feeling” y “Apes and Mankind”, más dramático en “Baby” y más intenso en “In the Snow” y “The Return of Likola”, acompañando la escena final.
Lo cierto es que hay un tema para los pigmeos que suena con mayor frecuencia que el propio tema principal. La cinta comienza con imágenes del interior de la selva africana. Corresponde al corte “Main Title and The Rapids”. Lo primero que escuchamos es una flauta solitaria ejecutando este motivo asociado a la pequeña pareja de pigmeos. La percusión y las cuerdas confieren intriga a la escena de la captura y posteriormente se desata el ataque de los metales, desarrollando un potente tema de acción para la secuencia de persecución en canoa que vemos a continuación.
La mencionada suite que abre la edición discográfica contiene también esa flauta interpretando el tema de los pigmeos en su medio minuto final. Es un motivo que escuchamos en la mayoría de cortes del disco, aunque no siempre con flauta. Por ejemplo, su sonoridad es etérea en una escena de tipo más espiritual a la que acompaña “Hitting Trees”, más potente con la ejecución de los metales en “Alexander’s Arrow” o versionada con oboe y otros vientos de madera en “Measuring the Pygmies” o “Apes and Mankind”.
Hay otro motivo que suena varias veces a lo largo de la cinta, aunque difícilmente puede asociarse a algo concreto. Doyle lo emplea en algunos momentos de acción y otros de intensidad dramática. Lo encontramos por primera vez en “Main Title and The Rapids” cuando los protagonistas descienden en canoas por los rápidos. En esa secuencia suena con gran fuerza interpretado por los metales, con apoyo constante de la percusión. Su sonoridad puede parecer un precedente de Eragon, banda sonora que Doyle escribió al año siguiente.
Lo volvemos a encontrar, también potente, al principio de “Capsized”, en una escena de lucha, y al final de ese mismo corte en una presentación mucho más calmada, mientras escuchamos la voz en off de Jamie Dodd leyendo una carta en la que explica su regreso a Escocia. Aparece de nuevo en “Alexander’s Cut”, pero tal vez su desarrollo más completo es el de “Catching Elena”, para una escena de carácter dramático en la que Doyle despliega su vena emotiva con el uso de vibratos de cuerdas.
En su conjunto, la partitura se mueve entre el drama y la épica y contiene cortes que difícilmente llegan a aburrir. “Abigail’s Feelings” tiene una primera parte dramática, que acompaña a una conversación entre Fraser McBride y su esposa Abigail, y un segundo segmento más grandilocuente, cuando el barco en el que viaja Jamie Dodd llega a Escocia.
Encontramos vibrantes cortes de acción para escenas de persecución en los que el compositor se desata como pocos. Ahí están “Pygmy Chase” y “Likola Kills”, pero sobre todo, para mi gusto, “The Kidnaping of Likola”, tema intenso con juegos de cuerdas al más puro estilo Doyle.
En una línea bien distinta, tenemos melodías más ligeras y amables, con juegos de cuerdas, flauta y otras maderas, en la primera parte de “In the Snow”.
El último corte del CD es “Monkey Waltz”, pieza escrita para aparentar música de época, interpretada por una pequeña orquesta de cámara, y que funciona como música diegética en la fiesta organizada para presentar a los pigmeos a la alta sociedad de Edimburgo.
Por todo lo dicho, Man to Man es una destacable partitura de Patrick Doyle que pedía a gritos tener una edición discográfica en condiciones, algo que debemos agradecer profundamente al buen hacer de Mikael Carlsson y su esfuerzo por rescatar del olvido bandas sonoras que lo merecen a través de su sello MovieScore Media. El compositor escocés nos regala con este trabajo no solamente un gran tema principal, sino otras piezas realmente buenas, muy fieles al estilo por el que es reconocido y apreciado. |
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