John Madden regresa a la comedia, y lo hace con una película que es como El intocable particular del cine inglés: costumbrista, con trasfondo social, guiños divertidos, ciertas perlas filosóficas y mucha (tal vez demasiada) postal del subcontinente asiático.
Siete jubilados ingleses caen rendidos a los encantos de un anuncio de antiguo palacio indio rehabilitado como hotel… “Es como la Costa Brava, pero con elefantes”, se dicen, pero acaban dándose de bruces con una estafa monumental. El tal hotel es un edificio en estado ruinoso, sin conexión telefónica, aislado del mundo exterior, sin comida ni facilidades de ningún tipo…
Los protagonistas se ven obligados, pese a su edad, a dar la talla y sacar lo mejor de sí mismos para hacerse cargo de la situación, regirarla y pasar de simples turistas a residentes y propietarios… Una lección de vida para abuelos que están que se salen por las ventanas y en un país tan exótico como caótico, para el que la palabra futuro es tan sólo una ilusión del pasado.
Thomas Newman tiene a tiro personalidades muy interesantes, como las que interpretan Judi Dench (en un papel mucho más vulnerable que de costumbre) o Maggie Smith. Dev Patel, el protagonista de Slumdog Millionaire, trata de inculcar filosofía india en la cabeza de sus siete vetustos anfitriones occidentales: “Todo acaba bien; por lo que, si algo no está bien, es que aún no ha acabado”…
No obstante, opta por una música mucho más impresionista que expresionista, sacando partido a las variopintas postales de Jaipur y sus alrededores. La India, de hecho, es la protagonista de la banda sonora de esta película.
No deja de sorprender que Madden evite a Warbeck, Fenton, Portman o Marianelli y recurra a un compositor muy Made in USA. Thomas Newman, sin embargo, se continentaliza. Reúne a una pléyade de músicos ingleses e hindúes en los estudios londinenses de Abbey Road y da rienda suelta a sus exóticas musas. John Beasley se hace cargo de la tabla y las percusiones, además de batería, caja de ritmos, órgano y vocalizaciones. George Doering se encarga de sitar eléctrico, bajo eléctrico, mandolina eléctrica, guitarra acústica y varios instrumentos de cuerda indios. Steve Tavaglione tañe un violin barítono adaptado, flauta y vocalizaciones. Pedro Eustache se ocupa de los bansuris. Jagan Ramamoorthy interpreta el violín indio clásico y dos cantantes, Hariharan y Suchismita Das, completan el cuadro junto a una orquesta étnica.
¿Resultado? Una música perfectamente escuchable en la combustión de una barrita de incienso y un estado de autorrelajación más o menos impuesto. Mola.
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Slumdog Newman
A sus 57 años,Thomas Montgomery Newman sigue tomándose muy en serio eso de hacer música para películas. Le viene de familia. Es muy poco americano en un aspecto: ha sido nominado en ocho ocasiones para el Oscar a la mejor banda sonora y no ha ganado en ninguna; postulándose en la filosofía de que “perder te hace fuerte”.
Pese a su apellido, Thomas rehuye la clásica imagen del compositor-arreglador académico. Le encantan las percusiones (en especial la marimba). También es de la opinión de que la música que pueda decirse con un piano solo no necesita apenas nada más.
Hijo de Alfred Newman, sobrino de Lionel Newman y de Emil Newman, primo de Randy Newman o de Joel Newman y hermano de David y de Maria Newman, este músico californiano estudió composición en la Universidad de Yale y se metió de teclista durante los 80 en un grupo que él mismo había creado: The Innocents.
En los 90 compuso bandas sonoras para Erin Brockovich o Cadena perpetua que, pese a no ser premiadas por la música, tuvieron un gran impacto en los EE.UU. Cadenas públicas de televisión, como la NBC, utilizaron muchos de sus temas como jingles para espacios deportivos y retransmisiones, y en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City (2002), se escuchaba más música de Thomas Newman en televisión que de ningún otro compositor de cine…
De todos los Newman, Thomas es el único que sigue viviendo en la antigua casa de sus padres, diseñada por Frank Lloyd Wright, con un estudio de grabación que el propio Alfred Newman encargó al célebre arquitecto. Además de música de cine, también compone piezas para el teatro y la televisión. Muchas productoras, además de cadenas de televisión, se sirven aún hoy de composiciones de Newman para anunciar trailers de nuevas películas. Es el compositor más “tuneado” en este sentido.
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