Puntúa esta banda sonora

 

 

  Cloud Atlas

(El atlas de las nubes)
Tom Tykwer, Johnny Klimek, Reinhold Heil
     
Año:   2012
Sello:   WaterTower Music
Edición:   Normal
Nº Tracks:   23
Duración:   77:25
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Óscar Giménez

 
1. Prelude (The Atlas March) (01:15)
2. Cloud Atlas (Opening Title) (03:47)
3. Travel to Edinburgh (01:42)
4. Luisa’s Birthmark (03:00)
5. Cavendish in Distress (01:23)
6. Papa Song (04:15)
7. Sloosha’s Hollow (02:59)
8. Sonmi-451 Meets Chang (03:34)
9. Won’t Let Go (04:09)
10. Kesselring (01:54)
11. The Escape (05:43)
12. Temple of Sacrifice (02:03)
13. Catacombs (01:35)
14. Adieu (04:15)
15. New Direction (01:46)
16. All Boundaries Are Conventions (02:38)
17. The Message (02:13)
18. Chasing Luisa Rey (04:53)
19. Sonmi’s Discovery (03:23)
20. Death Is Only a Door (03:48)
21. Cloud Atlas (Finale) (04:17)
22. The Cloud Atlas (Sextet for Orchestra) (04:57)
23. Cloud Atlas (End Title) (07:56)
 
 

«Prelude (The Atlas March)»

«All Boundaries Are Conventions»

«The Cloud Atlas Sextet for Orchestra»

 


El desarrollo del tema principal (The Atlas March) en sus distintas versiones y del Sexteto del Atlas de las Nubes ya hacen por sí mismos que esta banda sonora sea una de las mejores del 2012.


Hay algunos cortes más atmosféricos que no se disfrutan en una escucha aislada, aunque, evidentemente, tienen su razón de ser en el film.


“All Boundaries Are Conventions”, un desarrollo magnífico del tema principal que acompaña escenas de gran impacto visual, como la de Frobisher y Sixsmith rompiendo una vajilla de porcelana.

BSOSpirit opina

Nota media: 7,86
 
David Doncel (7), Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (9), Ignacio Granda (6), David Martínez (7), David Saiz (8)
 

 
Un enigmático retablo puntillista
 

altSe cuenta que Natalie Portman aprovechaba las pausas del rodaje de V de Vendetta para sumergirse en las páginas de un libro titulado El atlas de las nubes, de David Mitchell. Los hermanos Wachowski eran los productores de aquella película, y Larry –ahora Lana– se interesó por la novela. Le gustó y se la pasó a su hermano Andy, y poco después se la recomendaron a Tom Tykwer, con quien estaban interesados en trabajar. Finalmente, los tres constan como directores.

Sobre esos cimientos se gestó a mediados de la década pasada Cloud Atlas, una película compleja, ambiciosa –y por qué no decirlo, pretenciosa-, que no recibió apoyo de la crítica tras su estreno estadounidense y que ha sido un fracaso en taquilla, pese a tener un reparto de gran lujo: Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadent, Susan Sarandon, Hugo Weaving, Hugh Grant y unos cuantos más. La verdad es que el film no es tan desastroso como puede parecer a primera vista. Eso sí, hay que armarse de paciencia porque dura casi tres horas y es necesario ir al cine con amplitud de miras.

altEn ocasiones sucede que la música es el desencadenante de que uno se interese por una película o un libro. Me ocurrió al escuchar la banda sonora de que escribieron Tom Twyker y sus inseparables Johnny Klimek y Reinhold Heil. Debido a que aún faltaban unos meses para que se estrenara la película en España, la curiosidad provocó que me hiciera con el libro.

Es una novela extraña, de esas que uno puede abandonar fácilmente al cabo de 30 o 40 páginas. En cualquier caso, algunas de sus historias acabaron enganchándome, en especial el divertido relato de Timothy Cavendish y el futurismo distópico de Sonmi-451, y acabé la lectura hace unas cuantas semanas. Aún así, tenía de la sensación de estar acabando el libro –y la sigo teniendo- sin entender bien su propósito.

Seis relatos interconectados

El atlas de las nubes nos cuenta seis historias separadas en el tiempo y en el espacio. Son las siguientes:

altAño 1849. Adam Ewing (Jim Sturgess), un abogado que se encuentra en unas islas del Pacífico Sur adonde ha viajado para cerrar un contrato, escribe su diario. Su historia nos cuenta su testimonio y su visión de la esclavitud, y su viaje de regreso en barco.

altAño 1936. Robert Frobisher (Ben Whishaw), compositor bisexual sin un céntimo, escribe cartas a su amante explicando cómo marchó de Cambridge a Edimburgo y se puso al servicio de un famoso compositor en decadencia, llamado Vyvyan Ayrs (Jim Broadbent) para servirle como amanuense. Durante ese tiempo se dedica a escribir su propia obra, titulada “El Sexteto del Atlas de las Nubes”.

altAño 1973. Luisa Rey (Halle Berry) es una periodista de San Francisco inmersa en destapar públicamente la catástrofe que puede provocar una nueva central nuclear debido a un grave fallo en su reactor.

altAño 2012. Timothy Cavendish (Jim Broadbent) es un editor de Londres que, a causa de diversas vicisitudes, acaba recluido contra su voluntad en una dictatorial residencia de ancianos de Escocia de la que trata de escapar a toda costa.

altAño 2144. Sonmi-451 (Doona Bae) es una “fabricante”, una joven creada mediante manipulación genética para ejercer de camarera en un local de comida rápida de Seúl, una idea que parece prestada de Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Su progresiva toma de conciencia desvelará la maldad del sistema político dominante.

altAño 2321. Zachry (Tom Hanks)es un pastor de cabras de Hawai en una era postapocalíptica. La mayor parte de la humanidad ha muerto. El mundo que se mostraba en la historia anterior llevaba las semillas de su propia autodestrucción. El pueblo de Zachry recibe la visita de Merónima (Halle Berry), una mujer perteneciente a los Clarividentes, grupo que todavía conserva el conocimiento de los antiguos y que pide ser guiada hasta una montaña de la isla.

altEl género de cada relato también es distinto. El de Cavendish es una comedia, el de Luisa Rey es un thriller, el de Sonmi es pura ciencia-ficción, el de Frobisher –sobre todo en el libro, porque es el que la película ha cambiado más cosas- tiene un tono más cercano al romanticismo… La gracia es que esas seis historias y sus personajes están conectados entre sí de diversos modos. Además de que los protagonistas tienen una marca de nacimiento en forma de cometa en su piel, se da la circunstancia de que el diario de Adan Ewing cae en manos de Robert Frobisher; las cartas de este a su amante Rufus Sixsmith van a parar a Luisa Rey; Tim Cavendish está interesado en publicar la historia de la periodista; Sonmi-451 se fascina con la película que hicieron en su día sobre el calvario de Cavendish; a la vez que Sonmi es venerada en el Hawai postapocalíptico de Zachry.

De todos modos, las interconexiones se hacen más explícitas en la película que en la novela. En la obra literaria, los relatos se presentan en orden cronológico y cuando se cierra la historia de Zachry en el año 2321 se retoman en orden inverso hasta acabar con el final del relato de Adam Ewing. Por el contrario, la película va entretejiendo las seis historias a base de pequeños fragmentos, un laborioso encaje de bolillos que pone de manifiesto con más claridad los vínculos entre los personajes y enlaza con maestría los arcos dramáticos de los relatos.

altSin embargo, eso no significa que uno vaya a salir del cine habiendo comprendido la película. De hecho, se trata de una historia abierta a múltiples interpretaciones –lo dicen los propios directores, no yo-, con algunos monólogos de contenido algo grandilocuente que esbozan sugerencias filosófico-metafísicas acerca de la interconexión de los seres humanos en el espacio y el tiempo, la reencarnación, la lucha por la libertad o la degeneración del mundo en que vivimos. Bastante new age, vamos.Tratar de entenderlo todo puede ser un trabajo tan apasionante como estéril. El crítico del Chicago Sun Times Roger Ebert describe la película con las palabras que dijo Churchill sobre Rusia: “Es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma.”

altA todo esto contribuye en parte –para bien o para mal- el que los actores interpreten distintos papeles en cada una de las seis historias, a veces ocultos tras amplias capas de maquillaje, prótesis, pelucas y bigotes, incluso cambiando de sexo. Este hecho no parece tener relevancia a la hora de comprender el sentido de la obra –al menos en la mayoría de casos-, aunque un par de parejas tengan la sensación de conocerse de distintas épocas o que los personajes de Hugo Weaving sean en todas las historias una encarnación del mal y la opresión.

En cualquier caso, El atlas de las nubes es un film por momentos fascinante, con un aspecto visual supercuidado, con algunos relatos francamente interesantes y con una música que brilla y forma parte intrínseca de la película.

Música como aglutinante

altJohnny Klimek y Reinhold Heil han colaborado con Tom Tykwer –tanto en su papel de director como compositor- en un puñado de películas. La primera fue Soñadores (1997), aunque los principales frutos de este trabajo cooperativo fueron Corre Lola, corre (1998) y El perfume, historia de un asesino (2006).

Es necesario destacar que el proceso creativo de este trío no es el convencional. En lugar de comenzar a trabajar a partir del montaje del film, ellos empezaron a escribir los temas mucho tiempo antes de que se iniciara el rodaje. Tykwer les pasó la novela a los otros dos en 2008, de modo que comenzaron a pensar en la música antes incluso de que se escribiera el guión, que recibieron finalmente en 2011. A principios de ese año ya tenían bastante claras algunas ideas y poco después ya tenían numerosas piezas grabadas con orquesta y coros, a pesar de que por entonces el proyecto atravesó una fase de crisis y no se sabía si finalmente se rodaría.

altReinhold Heil explica que, una vez que el proyecto tuvo luz verde, “volvimos a Los Ángeles en julio de 2011, comenzamos a mezclar y remezclar material suficiente como para disponer de una librería musical básica que pudieran usar los cineastas”. Los montadores podían emplear ese catálogo musical mientras se rodaba el film. Los directores ponían la música grabada en el set y eso ayudaba a establecer el tono emocional. “Incluso más que en cualquier proyecto anterior, la música fue parte del proceso de producción desde el principio”, declara Heil.

altLo que grabaron fueron numerosas versiones de los temas, más largas, más cortas, más intensas, más dramáticas… Por ejemplo, en el caso del Sexteto del Atlas de las Nubes, los autores explican que arreglaron la pieza “para orquesta de cuerdas, coro a capella, sexteto de cámara, orquesta completa y banda de rock. También escribimos versiones más virtuosas para piano, una versión pop asiática, hicimos mezclas electrónicas y rociamos la melodía por todo el film como uno de los principales motivos recurrentes. Todo esto era puramente experimental, ya que todavía no había película. Supuso un gran trabajo, pero muy divertido”, señala Heil.

Por otro lado, la música es de los tres autores en conjunto. Tal vez uno plantaba individualmente las semillas para una pieza en particular, pero todos intervenían para darle forma.

altEvidentemente, no toda la música quedó lista antes del rodaje, sino que los compositores tuvieron que trabajar en las piezas creadas para ajustarlas al montaje final, un proceso que abarcó de enero a julio de 2012.

Una de las ideas que tenían más claras era que la música debía servir como herramienta para enlazar las distintas historias, para mantener aglutinada toda la compleja estructura, y también debía ser un elemento que ayudara al espectador a descubrir los vínculos de esa enmarañada red de relatos y personajes. Por eso, aunque algunos fragmentos musicales están asociados, podría decirse de una manera sutil, a los diversos personajes por separado y hacen referencia a sus distintas épicas históricas, en la mayor parte de los casos se trata de piezas en cuyo desarrollo el montaje salta constantemente de un relato a otro.

The Atlas March

altEsta última función aglutinante la ejerce de maravilla el tema principal, el que se ha dado en llamar “The Atlas March”. A lo largo de la película, este tema se presenta de distintas formas, generalmente con un desarrollo que crece en intensidad y que combina piano, cuerdas y coros. Desde luego, es el tema que se te mete en la cabeza después de ver el film y escuchar la banda sonora.

Se emplea con frecuencia para acompañar escenas en las que la voz en off de alguno de los personajes –la lectura de una carta, un pensamiento, un fragmento de un diario- sobrevuela imágenes de las diferentes historias. “The Atlas March” la encontramos como preludio en la edición discográfica, aunque esta versión no se utiliza tal cual en ningún momento del film. No obstante, sirve para establecer el tono general de la obra en el disco. Notas suaves y lentas de piano parecen anunciar que alguien se ha muerto en la isla de Perdidos, pero no es así. La melodía del piano evoluciona y se acompaña de cuerdas sutiles que le otorgan una dimensión muy evocadora.
 

altLa primera pieza musical que escuchamos en el film es “Cloud Atlas (Opening Title)”. La escena es un retablo de presentación de los protagonistas. Sobre una base de guitarra y arpa –un ostinato que se repite en otros momentos de tensión de la película más adelante-, entran las cuerdas con la melodía del tema principal.
 

Luego oímos el Sexteto del Atlas de las Nubes (primera aparición de su autor, Robert Frobisher), y regresa en su progresión al tema principal y de nuevo al sexteto, dotando a toda la composición de un aire de intriga que llama la atención del espectador.

El tema de la Atlas March aparece y reaparece a lo largo del film y de la banda sonora con esa función de enlazar elementos. Es lo que ocurre, por ejemplo, en “Sonmi-451 Meets Chang”. Tras una primera mitad de acción, tras el encuentro de la camarera “fabricante” con el revolucionario Chang, el tema principal irrumpe, al tiempo que en la pantalla se muestran imágenes de las otras historias.

altLo podemos oír también en “Kesselring”, con las notas de piano sobre una base rítmica, y en algún momento de “New Direction”, pero donde luce de forma extraordinaria es en “All Boundaries Are Conventions”. Arranca con piano sobre un ritmo de marcha. Poco después asumen la melodía las maderas sobre adornos de cuerda y, a medida que el tema evoluciona, la entrada de coros murmurantes lo eleva dotándolo de magnificencia. Los instrumentos juegan con la melodía mientras la música crece en belleza e intensidad, exponiendo el tema en todo su esplendor a los 2 minutos de su inicio. La escena es también de lo más espectacular. La voz en off de Robert Frobisher lee una de las cartas escritas a su amante. Las primeras imágenes se centran en Sonmi y Chang, pasan a Frobisher, al barco en que viaja Ewing, al rostro de Zachry y, por último, a Frobisher y Sixmith rompiendo piezas de porcelana, una imagen en cámara lenta de gran impacto visual y que expresa en forma de metáfora el ansia de liberación de todos los protagonistas de la historia.
 

altAdemás de encontrarlo en algunos fragmentos de “The Message”, “Chasing Luisa Rey” o “Sonmi’s Discovery”, momento este último en el que desata todo su dramatismo, también escuchamos la Atlas March en “Death Is Only a Door”, palabras que pronuncia Sonmi en su confesión y donde la variación de este tema principal suena con cierto carácter opresivo entre disonancias, sobre las que después se elevan coros de carácter celestial.
 

altPero donde vuelve a brillar de nuevo de manera extraordinaria es en “Cloud Atlas Finale”. Primero las cuerdas exponen un patrón cíclico hasta la aparición de los coros al cabo de un minuto con la melodía del tema principal, que crece y crece hasta su final. Es el momento en que concluyen las distintas historias de los personajes, historias que han influido unas en otras, como trata de mostrar la película.
 

La versión más larga –casi 8 minutos- y elaborada es la que encontramos en los créditos finales, “The Cloud Atlas (End Title)”. Comienza con piano, como es habitual en el resto del disco, se unen suavemente las cuerdas y un poco más adelante adquiere un ritmo de marcha algo más marcado por los pizzicatos. El desarrollo, casi siempre repitiendo la misma melodía, es cada vez más complicado, con entrada de capas y más capas de instrumentos, hasta finalizar a lo grande con metales y percusión.
 

El sexteto del Atlas de las Nubes

altEl sexteto es una obra musical que forma parte del relato, la obra cumbre a la que dedica cuerpo y alma Robert Frobisher. En el libro de David Mitchell, el compositor la describe así: “He pasado estas dos semanas en la sala de música, reelaborando los fragmentos de este año para integrarlos en un ‘sexteto para solistas que se solapan’: piano, clarinete, chelo, flauta, oboe y violín, cada uno en su clave, escala y timbre. En la primera parte, cada solo se ve interrumpido por el siguiente; en la segunda, se retoma cada interrupción, en orden inverso. ¿Idea revolucionaria o efectismo insustancial? No lo sabré hasta que no lo terminé y para entonces ya será demasiado tarde, pero es lo primero en lo que pienso cuando me despierto y lo último antes de dormirme”.

De hecho esa misma estructura que describe es la propia estructura de la novela, el orden de los seis relatos. Sin embargo, dado que la estructura de la película no es la de la novela, los compositores decidieron no seguir esas pautas descritas en el libro. Según Reinhold Heil, “escribimos una bella melodía y compusimos una pieza para piano sencilla que fue la base de todas las otras versiones. No pretendíamos que tuviera un estilo en particular, aunque sus referencias estilísticas pueden encontrarse en algún lugar entre Schumann, Debussy y Satie”.

altLos compositores de la banda sonora tenían muy claro que el sexteto es capital en la obra. Aunque suena en algunas partes de la historia de Frobisher, también se escucha cuando Luisa Rey busca el disco en una tienda de San Francisco, o interpretado a coro, casi con carácter religioso, por las camareras genéticamente manipuladas de Papa Song, el local de comida rápida donde trabajo Sonmi-451.

La versión orquestal la encontramos en “The Cloud Atlas Sextet for Orchestra”, que suena durante los créditos finales del film. Parte de una bella melodía iniciada con violín y que evoca un sentimiento romántico. Más cuerdas se unen a medida que la pieza progresa, sin desprenderse en ningún momento de cierto tono trágico.
 

A lo largo del score encontramos referencias al sexteto en varios cortes, como en “Cloud Atlas (Opening Title)”; muy sutilmente en “Luisa’s Birthmark”; en “New Directon”, con metales sobre percusión y coros, antes de incorporar el tema principal y de volver de nuevo al sexteto con piano; o en el fantástico “Temple of Sacrifice”, iniciado con piano, donde acompaña fragmentos de las historias de Robert Frobisher, Luisa Rey y Timothy Cavendish.
 

Amalgama de estilos

altLa Atlas March y el Sexteto son los dos temas esenciales de la partitura. No obstante, la música, a través de diversos estilos, ayuda en cierto modo a centrar a cada personaje en su contexto. Cuando el tempo del montaje lo permite, los compositores recurren a la música sinfónica o de cámara para las dos historias más antiguas, las de Adam Ewing y Robert Frobisher. Los sonidos asociados a Luisa Rey son más modernos, más setenteros, como puede apreciarse en algunos fragmentos de “Chasing Luisa Rey”, interesante pieza de acción con predominio de la percusión y la electrónica.
 

Para la historia de Timothy Cavendish el tono de la música tiene un carácter más cómico, con una frase de clarinete sobre ritmos percusivos desbocados y pizzicatos, tal como podemos comprobar en “Cavendish in Distress”.
 

altLas sonoridades atmosféricas electrónicas son más recurrentes en el relato de Sonmi-451, como en “Papa Song”, mientras que la historia de Zachry combina sonidos tribales y coros etéreos cargados de cierto misticismo, que se asocian básicamente a los Venerables y en particular a Merónima. Tenemos el ejemplo en “Sloosha’s Hollow” o “Catacombs”.

Por otro lado, para buena parte de las escenas de acción se recurre a un ostinato apremiante que tanto sirve para las persecuciones que sufren Sonmi y Chang, como para las de Luisa Rey o Cavendish. La guitarra del principio del “Opening Title” ya es un primer ejemplo, pero lo encontramos con más o menos contundencia en cortes como “Sonmi-451 Meets Chang”, “Won’t Let Go”, “The Escape”, “Adieu” o “The Message”.
 

altConcluyendo, estamos ante una partitura muy elaborada y que alcanza momentos sublimes. Los trabajos de Tykwer, Klimek y Heil tienen un sabor diferente de lo que suelen deparar las producciones norteamericanas y en Cloud Atlas se aprecia claramente ese distinto sabor que, como todo, resultará más o menos del agrado de cada cual, lo mismo que la película. Aunque la partitura tiene altibajos, el tramo final de la edición discográfica es excelente. En resumen, uno de los mejores scores del año, a pesar de que los Oscar no lo reconocieran en sus nominaciones, algo que sí hicieron los Globos de Oro.

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