Acompañamiento perfecto para un orgasmo visual |
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Año 2009. Kazuaki Kiriya, tras debutar cinco años antes con la irregular Cashern, presenta ante el público japonés su nuevo largometraje: Goemon. La trama -un poco «folletinesca»- se basa en la historia popular japonesa sobre un ninja bandido, Ishikawa Goemon, que, tras ver cómo asesinan a sus padres cuando era un crío, es adoptado por un general que le llega a querer como a un hijo, lo entrena como shinobi y, por una serie de desdichas, se ve en el papel de un Robin Hood que roba a los ricos para dárselo a los pobres. Es precisamente en uno de estos hurtos donde encuentra una ‘Caja de Pandora’ que está relacionada con su pasado y que le llevará a descubrir un terrible secreto.
Goemon es un festín visual rodado completamente en un set virtual para en post-producción añadirle absolutamente todo, y es en este abuso de CGI donde se encuentra una de sus mayores virtudes. La película se sirve al máximo de la pantalla verde, y las escenas de acción son en algunos momentos puro anime. Momentos como el asalto al castillo del general o la batalla final, por citar alguna de tantas, son un auténtico orgasmo visual. Jamás un exceso tan grande en efectos y fotografía había servido tanto para disfrutar de la visión de una película. Y para ese «desborde» de acción la música compuesta por Akihiko Matsumoto es el acompañamiento perfecto.
Reconocido como uno de los más grandes músicos de su país, Matsumoto nos regala un trabajo orquestal y coral impresionante a todos los niveles, curiosamente con reminiscencias prácticamente fuera del folklore e instrumentos japoneses salvo por los taikos que están muy presentes en la partitura.
El main title, «Goemon Theme», lo podemos disfrutar al principio y el final del disco (reprise y full version) y desde su primera escucha podemos caer totalmente enamorados de una conjunción perfecta entre cuerdas, metales, y en la que un arpa majestuosa emerge por encima de todo dándonos ya el primer temazo del score.
Si hay algo que destaca sobre todo en la música son los coros y en el «Opening» ya los tenemos muy presentes, pero es en «The Thief», tema que acompaña a la escena del robo, donde junto a los taikos y cuerdas ya nos meten de lleno en la acción de la película. «Zekkei» a partir del minuto 1:01 tiene una de las melodías de violines y violas más espectaculares que recuerdo y aunque son solo unos 20 segundos es un deleite para los oídos.
«A Banquet»y «The Box Music» son dos rarezas en el conjunto. La primera, electrónica y muy tribal para acompañar la escena de un burdel de lujo, y la siguiente, como indica el título, es una melodía de una caja de música que acompaña una escena importante de la película.
Otro track a destacar es «Kagemusha», donde los coros vuelven a aparecer y se adueñan totalmente del tema, siendo su escucha un disfrute durante los tres minutos que dura.
«Nobunaga», aparte de ser otro gran tema describe perfectamente lo que representa, el personaje que adopta a Goemon. Bondad, grandiosidad, presencia, justicia. Todo está en este magnífico tema.
«Memories of Chacha and Goemon»es el bello tema de amor y en él sobresalen al unísono la bellísima arpa acompañada por una flauta corta. Sin lugar a dudas, un precioso tema y todo un acierto para una de las escenas más bonitas de la película. Y llegamos al mejor tema de la partitura: «The Battle in Sekigahara», donde unos coros «wagnerianos» acompañan a la orquesta para representar la escena más espectacular del largometraje. Hay momentos del corte en los que parece que hasta ahí ha llegado la parte coral, dejando paso a las cuerdas, para luego, por dos veces, volver a resurgir las voces por encima de todo al igual que el personaje en la batalla.
«Goemon Theme» (full version) es un broche perfecto y para los que veáis la película comprenderéis la carga emotiva que lleva y lo genial que queda en ella.
Hay muchas veces en las que uno puede ser un poco más parcial de la cuenta cuando analiza una música, pero os puedo asegurar que no es el caso. Goemon es de esas partituras que desde que la oyes por primera vez te ha ganado para siempre y la disfrutas como la primera vez que la oyes. Y si además a las imágenes le sienta como un guante (otra cosa es que os guste la película), miel sobre hojuelas. Una genialidad sin ninguna duda de Akihiko Matsumoto.
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