Tema de la Muerte en «The Visitor of Himmel Street»
Tema de Max en «The Departure of Max»
A punto de cumplir los 82 años, John Williams demuestra que sigue siendo el gran maestro que siempre ha sido, esta vez con una obra de tipo intimista y emocional en la que su música constituye el nexo que enlaza los pensamientos y sentimientos de la niña protagonista con el espectador.
La presentación desordenada de los cortes en el disco respecto a su orden en la película, una costumbre relativamente habitual cuyo objetivo, en bastantes casos, sigue siendo para mí un misterio difícil de justificar.
Hay muchos momentos en esta película. Podría destacarse el uso del tema principal y el tema de los libros en cortes como “Ilsa’s Library”, “Learning to Read”, “Learning to Write” o “Jellyfish”, así como los dos cortes climáticos del final de la película: “The Visitor of Hummel Street” y “Rudy Is Taken”, y el epílogo “Finale”. Como resumen de toda la obra, tenemos la suite de los créditos: “The Book Thief”.
BSOSpirit opina
Nota media: 8,71
Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (9), Ignacio Granda (9), Juan Ramón Hernández (9), David Martínez (9), David Sáiz (7)
Hace pocos meses nadie imaginaba que el 2013 nos regalaría un nuevo trabajo de John Williams. Fue una sorpresa descubrir que a sus 81 años se iba a encargar de la partitura de La ladrona de libros, una película que no estaba dirigida ni por Steven Spielberg ni por George Lucas, los únicos para los que ha trabajado en los últimos años.
Por lo que se cuenta, Williams había leído la novela del escritor de literatura juvenil australiano Markus Zusak y al enterarse de que se iba a adaptar a la gran pantalla se prestó voluntario para encargarse de la música, un gesto que anuncia en sí mismo el grado de implicación del compositor en una historia que le había conmovido.
La ladrona de libros trata de la infancia de Liesel (Sophie Nélisse) en época de la Alemania nazi. Dada en adopción a una pareja sin hijos en una localidad cercana a Munich, descubre nada más llegar la amabilidad y humanidad de su nuevo padre Hans (Geoffrey Rush) y la aparente dureza de su nueva madre Rosa (Emily Watson). También conoce al que se convierte en su amigo inseparable, Rudy (Nico Liersch), y no mucho después al joven judío, Max (Ben Schnetzer), que la familia oculta en el sótano de su casa.
La analfabeta Liesel, con la ayuda de su padre adoptivo, descubre su pasión por las palabras y su progresivo amor por los libros se convierte en el hilo conductor de esta entrañable historia enmarcada en un entorno de guerra y tragedia.
Aunque el libro fue un bestseller en toda regla, la acogida de la crítica al film ha sido discreta, por no decir bipolar. Las sensaciones que unos alaban por emotivas y que llegan al corazón, otros las pulverizan como sensibleras. Está claro que la línea que separa lo emocional de lo sentimentaloide es muy fina y depende del estado de ánimo de cada receptor en cada momento. Sí es cierto que la narración cinematográfica peca en exceso de escenas que buscan tocar la fibra del espectador, algo que posiblemente en la novela estaba mejor llevado, pero como digo, depende íntimamente de los gustos de cada cual.
En cualquier caso, buena parte del tono emocional que transmite la cinta se lo debemos a la exquisita música de John Williams. Con una relativa sencillez de medios, el compositor nos mete en la mente de la niña protagonista y nos describe sus sensaciones ante los acontecimientos, sensaciones que van desde lo más dramático a lo más esperanzador. Por lo tanto, encontramos piezas amables y optimistas al lado de adagios desgarradores. La música ejerce de narradora, transmitiendo lo que hay dentro de la mente de la joven Liesel que no muestran las imágenes ni las palabras
Todo ello lo hace Williams con la maestría y elegancia que cabe esperar de él, recurriendo a una formación orquestal sencilla basada en las secciones de cuerdas y vientos de madera. El piano interpretado por Gloria Cheng, el arpa a cargo de Joanne Turovsky, el clarinete, el oboe y el violonchelo asumen el protagonismo en diversos momentos de la partitura.
En cuanto a material temático, el compositor recurre a una media docena de leitmotivs, alguno de los cuales se instala pronto en el cerebro del espectador, donde permanece un tiempo tras haber acabado de ver la película, algo que muchos aficionados solemos echar de menos en estos tiempos de bandas sonoras cada vez más impersonales y antimélodicas.
Podemos hablar de un tema principal. Es el asociado a la protagonista y a su pasión por la lectura, aunque otros temas podrían disputarle ese lugar preeminente, ya que Williams no hace un excesivo abuso del mismo. Lo encontramos en el corte inicial, “One Small Fact”, poco después del primer medio minuto. Suena en el momento en que vemos avanzar un tren por la nieve mientras una particular voz en off comienza a hablarnos de Liesel.
En esta versión es un tema dinámico, con cierto punto optimista, ejecutado con piano, cuerdas y maderas. A lo largo de la edición discográfica la encontramos en varias piezas. Una de las más interesantes es la recogida en “Ilsa’s Library”, con un precioso diálogo entre el piano y el arpa.
También escuchamos distintas versiones en “Learning to Read”, “Learning to Write”, “Jellyfish” y “Writing to Mama”. Todas son piezas que presentan a Liesel leyendo, escribiendo o aprendiendo palabras, y suele ser el piano el instrumento protagonista, aunque también podemos oír la melodía interpretada por cuerdas o maderas.
Antes he dicho que la música nos transmite lo que pasa por la mente de la protagonista, pero no es así en todo momento. Hay una serie de piezas o fragmentos en que las notas de Williams nos meten en la mente del peculiar narrador de la historia: nada más y nada menos que la Muerte. A ella pertenece la voz en off que aparece en diversos instantes de la película, con frases que transitan entre lo poético y lo cínico, con algún toque de humor, evidentemente negro.
La aparición de esa voz en off casi siempre va acompañada de una melodía que inevitablemente tenemos que llamar tema de la Muerte. El primer corte “One Small Fact” arranca precisamente con este leitmotiv interpretado por el piano de Gloria Cheng mientras vemos imágenes de nubes tomadas desde lo alto.
El tema de la Muerte lo volvemos a encontrar en el segundo corte, “The Journey to Himmel Street”, en una escena de un entierro en la nieve. También lo escuchamos ejecutado por el oboe al principio de “The Visitor of Hummel Street”, en una de las escenas claves –si no la principal- del final de la película que no conviene destripar.
A todo esto hay que señalar que, excepto los dos primeros cortes y los tres últimos, todos los demás están desordenados respecto a su presentación cronológica en el film, una costumbre en ocasiones absurda que no acabo de entender, en especial en casos como este, donde no creo que la alteración arbitraria del orden de los temas mejore o empeore el disfrute de la escucha.
Seguimos con los temas. Unas escalas de piano que oímos con cierta frecuencia están siempre enmarcadas en lo que los libros representan para Liesel. De hecho, en ciertos momentos este leitmotiv, que podemos bautizar como tema de los libros, se combina con el tema principal de la niña, aunque adquiere mayor protagonismo cuando aparecen libros en pantalla. Williams lo presenta también en el primer corte “One Small Fact”, enmarcado en el propio tema de Liesel. También aparece en el segundo, “The Journey to Himmel Street” justo cuando aparece sobreimpresionado el título de la película, que obviamente lleva la palabra “libros”.
Volvemos a encontrarlo en la primera visión de la biblioteca de Ilsa, la mujer del alcalde, que deja a Liesel ir a visitarla de vez en cuando para calmar sus ansias de lectura, así como en “Learning to Read” y “Jellyfish”.
El resto de temas identificables tienen un protagonismo más secundario. Por ejemplo, asociado también a la propia Liesel encontramos en algunos momentos un vals ejecutado principalmente por las cuerdas, como es el caso de “Learning to Read”,“Revealing the Secret” y «New Parents and a New Home», para una escena en la que se dirige a entregar la colada a las clientes de su madre Rosa.
Otro de los subtemas es el creado para Max, el judío acogido por la familia Hubermann que se hace amigo de Liesel. Es un tema emotivo que realza con ternura la relación que se establece entre los dos personajes –“Max and Liesel”– y adquiere tientes más profundos en el momento de la despedida –“The Departure of Max”– con una interpretación dramática a cargo del piano.
Lo volvemos a encontrar con tono esperanzador en «Max Lives» y ejecutado de forma maravillosamente evocadora por el oboe en el epílogo del film, al comienzo de “Finale”.
Otro magnífico tema es el que suena en “The Visitor of Hummel Street” después de la interpretación del tema de la Muerte. Lo desgranan las cuerdas y el arpa con un regusto a música romántica de cine clásico. El contraste con la escena que acompaña es brutal. Podría decirse que la música de Williams trata de dulcificar las acciones del “narrador”. Todo el desarrollo de este elegíaco tema se incluye también en la suite final “The Book Thief”, que reúne los principales leitmotivs de la banda sonora y que suena en los créditos finales.
La partitura de Williams no se reduce a los temas mencionados. Otras piezas, algunas magistrales, acompañan los acontecimientos de la historia resaltando los sentimientos que provocan en Liesel. Comenzando por los de carácter más optimista,relativamente abundantes en el film, pues hay que tener en cuenta que todo lo sentimos a través de los ojos de una niña en su proceso de pérdida de la inocencia, tenemos unas pocas piezas que recuerdan al Williams de tantas y tantas películas infantiles. Ahí está “Foot Race”, con Liesel y su amigo Rudy corriendo por la calle, o “The Snow Fight” que, aunque suena como música dinámica y en cierto modo alegre, acompaña una seria pelea a puñetazo limpio entre Liesel y el chulito del pueblo. Todo un contraste.
“I Hate Hitler!” suena también entrañable y tierna, con arpa, cuerdas y maderas, mientras vemos a Liesel y Rudy expresar entre risas su odio hacia el Führer a orillas de un lago donde nadie los puede escuchar. También la pareja protagoniza “Rescuing the Book”, con Rudy rescatando del río un libro de Liesel. En este caso es música de carácter dramático con su pizca de intriga, en una línea similar que “Revealing the Secret”. El tono dramático lo encontramos asimismo en “Book Burning”, con alguna que otra disonancia para resaltar el carácter siniestro de la quema de libros a cargo de los nazis en la plaza del pueblo. Siguiendo en una vertiente similar, “The Train Station” evoca el sentimiento de pérdida que experimenta la protagonista con la marcha de su padre. A destacar el crescendo que escuchamos hacia el final de esta pieza.
Sin embargo, lo más desgarrador de la partitura de John Williams es el adagio de “Rudy Is Taken” para una de las más demoledoras escenas del tramo final del film, un tema elegíaco que se le mete a uno hasta la médula. Sensacional.
Para ir acabando, “Finale” recoge el epílogo de la película. Tras la exposición del tema de Max con el oboe y un fragmento de acordes de la sección de cuerda, Williams nos presenta un nuevo y magnífico motivo para piano y arpa, música pausada y evocadora para explicarnos muchos años después qué fue de los protagonistas de la historia.
El resumen final llega en forma de suite para los créditos. “The Book Thief” desgrana a lo largo de siete minutos algunos de los temas principales, no todos. Comienza el piano con el tema de la Muerte, que repiten en una variación las cuerdas y las maderas. Después oímos el tema principal o tema de Liesel (1:08) con la melodía a cargo del piano acompañado por el resto de la orquesta. El piano ejecuta poco después el tema de los libros (1:46), con respuesta del arpa. El tema se funde con el de Liesel, primero interpretado por las cuerdas y luego por las maderas. Más tarde da paso a una variación del vals de “Learning to Read” (2:44), que vuelve al piano con el tema de los libros y al oboe con el tema principal acompañado de arpa. El fragmento que viene a continuación es el de “The Visitor of Hummel Street” (4:10). Su finalización enlaza con el tema de la Muerte (5:43) con piano, tema que ya no abandona hasta el final y que se desarrolla creciendo en intensidad con el acompañamiento de la orquesta.
Es evidente que John Williams no ofrece nada especialmente nuevo ni original en esta obra, ni tampoco se lo proponía. The Book Thief se encuadra entre esas partituras dramáticas que podríamos considerar más discretas en el conjunto de su obra, al lado, por ejemplo de “Angela’s Ashes” o “Jane Eyre”, con las que se la ha comparado. Es una partitura compleja en su sencillez, un trabajo elegante que sabrán apreciar con gusto los paladares más selectos. Y sobre todo, es una obra que destila emoción por todos sus poros. La historia de la música de cine no la situará entre lo mejor de John Williams, pero constata que el gusto de un gran maestro sigue vigente cualquiera que sea su edad y sus nominaciones al Globo de Oro y al Oscar –independientemente que gane o no- ponen de relieve que los críticos y el gremio de músicos de Hollywood siguen teniendo en gran estima cualquier partitura de este genio de la música.
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