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  Venus in Fur

(La Venus de las pieles)
Alexandre Desplat
     
Año:   2013
Sello:   Playtime
Edición:   Digital
Nº Tracks:   1
Duración:   36:58
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Jordi Montaner

 
1. Venus in Fur Suite (36:58)
 

Varios momentos de «Venus in Fur Suite» (0:00)

«Venus in Fur Suite» (2:02)

«Venus in Fur Suite» (36:15)

 


Como en Moonrise Kingdom, Desplat parte de un tema único para, mediante sucesivas variaciones, construir un universo sonoro que en esta ocasión se presenta a modo de suite.


La tradicional empatía de Desplat aparece en esta BSO algo “desplazada”. Polanski, muy canalla él, no imprime a su película un tono precisamente bufo, sino descaradamente bodevilesco, cabaretero y hasta pachanguero… La música de Desplat se ajusta a algunas escenas como un palillo de Swarovski a la boca de un albañil jubilado… Ocurre algo parecido en algunas cintas de Almodóvar con la música de Iglesias.


Hacia el final de la suite (y de la película), cuando el piano valsante se resuelve en una discreta y lúgubre descomposición del tema central, otorgando al ambiente sonoro la profundidad de un thriller.

 

 
Un pequeño vals envenenado
 

altRoman Polanski no se complica la vida (que bastante se la complicó en tiempos pretéritos). Se acoge a ideas simples, resultonas; con guiones casi siempre adaptados de bestsellers u obras de teatro y planteamientos ad-hoc. Su Venus in Fur (con la “s” recortada) se centra en un argumento rescatado recientemente por David Ives, que a su vez parte de un folletín vodevilesco queel austríacoLeopold von Sacher-Masochescribió en el siglo XIX y que en los años sesenta inspiró una canción a Velvet Underground: “Venus in Furs”.

Como ocurre con Woody Allen, en las películas de Polanski siempre hay más de lo que se percibe a simple vista, y a esta peculiaridad se acoge Desplat para su discreta ambientación musical. Como en toda adaptación teatral, los diálogos mandan y la música queda relegada casi todo el rato a un papel secundario. Hasta los silencios exigen pureza y clasicismo. Desplat se muestra respetuoso y compone un aterciopelado vals que, como un vino correcto y sin más, aporta liquidez a las escenas que plantea el realizador.

altDesplat respeta el silencio y las voces, pero indaga con maestría en lo que se piensa, se percibe, se siente y no se dice. Su obstinada creación recrea una metamorfosis paralela a la de la protagonista Vanda: la vulgar actriz que llega tarde a un casting y que acaba encumbrándose como una diosa sabia y perversa con la intención de comerse al bueno de Thomas en pepitoria… Polanski plantea ciertas dudas acerca de la moral sexual, la seducción a modo de juego arriesgado, la vulgaridad poniendo en jaque a los pilares intelectuales del progresismo. Sin dar respuesta a nada, esquivando tonos moralistas en un sentido u otro, la película funciona perfectamente como duelo dialéctico de hombre y mujer. Desplat toma descaradamente partido por la mujer. Su vals es un vals provocador, una invitación envenenada.

altEnfilando la octava década de vida con cara de niño gamberro, Polanski es el discípulo más rebelde de la irrepetible escuela de Lodz, compañero de curso de cineastas polacos universales comoMunk, Wajda, Zanussi, Skolimowski o Kieslowski. Su claustrofóbica visión de las relaciones excluye una gran cantidad de registros a los músicos dispuestos a colaborar en sus películas, especialmente en las últimas. Desplat tuvo ya oportunidad de respirar esa peculiar claustrofobia en The Ghost Writer, y ahora retoma el tema por la vía más sencilla y fácil.