Cuaderno de viaje por el desierto australiano |
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Hacía mucho que no tenía oportunidad de hablar de una película que formase parte del género de “cuadernos de viaje”. No confundir con “road movies”, que ese es otro tema. Tracks (El viaje de tu vida) es una película australiana del año 2013 que finalmente ha podido ser estrenada en nuestro país. El director John Curran (The Painted Veil, Stone, We Don’t Live Here Anymore) aprovecha para contarnos la historia real de Robyn Davidson, una joven de 25 años que en 1975 decidió embarcarse en una odisea atravesando el continente australiano, desde Alice Springs hasta el Océano Índico. Su compañía: unos camellos y su perro (hasta que se le une un fotógrafo de National Geographic, al cual no hacía referencia con ninguno de los dos adjetivos anteriores). Este “paseo” de nueves meses es, evidentemente un material (a priori) para poder mostrarnos una grandísima fotografía. También es una oportunidad para poder contar una historia de cierto carácter épico, pero a la vez tiene muchas posibilidades de desarrollar el “viaje” personal e íntimo de la prácticamente única protagonista de la historia. Es más, esto último fue la verdadera razón por parte de la real Davidson de realizar dicho viaje, más que la gloria o la conquista de lo salvaje.
Con esta introducción, presentada a un compositor, e incluso a los aficionados de la música de cine, uno puede comenzar a salivar ante las posibilidades que se abren aquí. Entra Garth Stevenson. Para los que no le conozcan se trata de un músico canadiense, multiinstrumentista (aunque especialmente reconocido como intérprete de contrabajo) que ha colaborado en algún documental o película independiente. Este probablemente sea su trabajo para un proyecto de más envergadura. Evidentemente, Stevenson aprovecha para introducir su instrumento favorito en la partitura, así como una múltiple y variada instrumentación acústica. Vamos a escuchar piano, cuerdas, flautas, elementos étnicos y una buena representación de distorsiones y efectos electrónicos. El porqué de la elección de este compositor pueda venir respaldada en su autodefinición como músico que se inspira para todo lo que hace en la naturaleza. Evidentemente, el proyecto tiene esa parte bastante clara. Pero eso también nos marca claramente el camino por el que va a moverse la partitura: música ambiental. Muy cercana a sonidos como los de uno de sus principales representantes, Brian Eno.
La música de Stevenson es más la música habitual que podemos esperarnos de un proyecto independiente con bajo presupuesto que de una película de viajes. Su intención es proporcionar una voz al propio terreno en el que se desarrolla el viaje y al crecimiento interior de su protagonista. Única y exclusivamente. Para todos aquellos aficionados que disfruten con el “ambient” y desarrollos similares, aquí van a encontrar una estupenda muestra. Me reconozco que no soy uno de ellos, aunque voy a intentar hacerle justicia a la partitura, porque realmente se aprecia perfectamente que ha habido una elaboración y un desarrollo. Y cuando alguien se ha trabajado un resultado final, hay que corresponder en similar medida. Aunque no sea personalmente de mi gusto, y probablemente termine aburriendo a más de un aficionado. Uno de sus principales defectos es la gran cantidad de música que contiene la banda sonora. Algo comprensible, pensando que debe acompañar a ese viaje solitario de la protagonista por mitad de un desierto. Pero al que no sea aficionado a este estilo, dudo que consiga aguantar mucho más de la mitad de su duración escuchándola. Especialmente porque es la parte más sosa.
Desde luego, las palabras del compositor de inspirarse en la naturaleza no podemos dejar de considerarlas ciertas. Uno de los principales elementos que utiliza en la música es una atmósfera dura y seca que la impregna de principio a fin. La intención del Stevenson es darle un sonido a ese desierto en el que se centra la mayor parte de la historia. Desde el inicio con “Alice Springs” ya se puede apreciar la inclusión brevemente de dicho motivo. Pero no es hasta “Departure” cuando comienza el viaje realmente, cuando dicho motivo se convierte en la base central de buena parte de la música. Las piezas basadas en este motivo dan ese aire de aridez que acentúa más si cabe la historia que acompaña a las imágenes. El motivo básicamente es una especie de distorsión de un sonido acústico, que parece ser de un instrumento de viento. Viene acompañado en ocasiones de efectos electrónicos, instrumentación de toque étnico, notas del contrabajo, e incluso algún otro motivo. Pero una sensación de rudeza y sequedad queda impregnada en el ambiente en piezas como “Dust”, “Silence” o “Lost”. El resultado es efectivo. Os prometo que dan ganas de irse a buscar agua como la protagonista. Pero no consigue quitarme de la cabeza la sensación de que le falta algo más a la partitura.
Un segundo motivo es una especie de melodías en solo piano que aparece con pequeños destellos o toques, y un sonido también como seco y desgastado. La inclusión del piano parece centrarse más en la idea de nuestra protagonista. Cuando es su emoción, sus sensaciones las que dominan la historia, la música también lo hace. Es evidentemente en estos momentos cuando la partitura gana algún punto interés. La música parece aportar algo de emoción, que es bienvenida en contraste con el motivo desértico. Su primera aparición es en “Pendulum” en donde nos muestra esa cara delicada y emocional de la partitura. Y la misma se refleja en otras piezas dominadas por este mismo motivo como son “Map”, con un bonito acompañamiento en cuerdas, o “Voices”. Además le proporciona al carácter de la protagonista ese aire de soledad y cierta tristeza, especialmente cuando se combina con el motivo desértico.
Curiosamente, además, este motivo termina por echarse de menos en la segunda mitad de la banda sonora. Como si el desierto y el viaje se convirtieran en el elemento central de la historia durante bastantes minutos. Incluso alargando el tempo de las diferentes piezas. Como si todo estuviese costando mucho, cada vez. Por ello su reaparición en “Réquiem” no sólo es bienvenida, sino que además ahora sí que parece querer aportar su grano de arena a la evolución emocional de la protagonista. Principalmente gracias al delicado acompañamiento en dicha pieza de la melodía de la viola y el violín. Como queriendo resolver también su parte de la historia.
Entremezclando estos dos motivos, la partitura se centra en aportar atmósfera y sensaciones jugando con los mismos y variando elementos de instrumentación en la misma. Pero salvando pequeños momentos, es inevitable mantener esa sensación de que le falta algo más a la partitura que no me termina de satisfacer. Incluso hay un par de piezas que parecen un poco fuera de lugar. “Wrangling” con el piano, transformado en una especia de pianola u órgano casi salido de una película del oeste. O “Amble”, la pieza final que, aparte de dejarte con una sensación rara, parece simplemente acumular los efectos del conjunto de la banda sonora. Y además manteniendo los efectos de sonido del caminar de los camellos y el viento en el desierto. Algo realmente extraño y que parece fuera de contexto con el resto de la música. Es evidente que el “ambient” es un estilo que busca mucho más evocar y crear atmósferas que contar una historia. Pero si además le sumamos que en su carácter general la música es dura y seca, y si además no aporta excesivos elementos de emoción…, se hace difícil y no adecuada para todos los paladares.
Esa sensación se acentúa por los momentos realmente destacados de la partitura. “Flying” es un precioso tema llevado por chelo y sección de viento tremendamente evocador. El contrabajo además funciona a modo de percusión rítmica lo que permite darle un carácter más animado a la pieza. Incluso la sección de viento presenta el motivo desértico, sin embargo la música se va expandiendo y creciendo de una manera que no se había producido hasta este momento de la banda sonora. La manera en que diversas líneas melódicas se van añadiendo a la base y haciendo crecer la pieza es realmente muy bueno. Y la pieza que es la verdadera conclusión de la partitura, “Tracks”, es el otro punto destacado. El ambiente desértico va poco a poco siendo ocupado con las cuerdas y el motivo de piano con sus notas repetitivas y continuas. La pieza va ganado intensidad gracias a esa repetición. Y especialmente en su parte final con la melodía a piano, cuerdas y contrabajo que va acompañando una sensación de emoción que no se había mostrado de esta manera en toda la partitura. Una verdadera resolución.
Curiosamente dichas piezas parecen el eje central de la banda sonora. Son las de mayor duración y aportan ritmo y emoción, no solo ambientación. Lo cual, para mí, es muestra de que la intención de Stevenson es precisamente que el resultado de su partitura sea ese y que su música sirva de fondo a las imágenes y el viaje. Que sólo haya emoción en el momento necesario. Pero esas piezas no compensan la simple ambientación durante más de una hora. Sí que es verdad que afortunadamente se concentra una mayor emoción y fuerza en la música en la segunda mitad de la banda sonora, pero la primera parte se hace por momentos interminable.
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