Película de manual a la coreana… |
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Película de manual a la coreana y una muestra más de la buena salud de la que goza el cine que nos llega desde este país: con solo cuatro películas a sus espaldas, Jong-bin Yun ya se ha convertido en uno de los realizadores a seguir por todo buen amante del cine bien hecho y contado. A sus dos prometedoras películas: The Unforgiven (2005) y The Moonlight of Seoul (2008) en las que ya daba muestras del talento que atesoraba, les siguió la estupenda Nameless Gangster (2012), película que bebía del mejor Scorsese, pasando por Coppola y terminando con referencias al cine de De Palma, con escenas de acción como su clímax final que dejan en paños menores a la mayoría de superproducciones que nos llegan de Estados Unidos. Siguiendo con su buen hacer, este 2014 ha estrenado esta Kundo: Age of the Rampant, una historia ambientada a finales del siglo XIX, en donde la Dinastía Joseon, una de las más longevas de Corea, da sus últimos coletazos en un periodo de mucha agitación social y económica en el país. En medio de este caos social, la vida de Dolmuchi, un pobre carnicero, se cruza con la de Jo-yoon, un despiadado joven, experto en el arte de la espada e hijo de un acaudalado señor, que poco a poco va tomando más poder social y subyugando a los campesinos para enriquecerse a su costa. A causa de este encuentro, Dolmuchi está a punto de perder la vida, por lo que se une a una banda de forajidos que tratan por todos los medios a su alcance de ayudar a los oprimidos contra el yugo de Jo-yoon y los de su calaña.
La película está en parte rodada como homenaje al western y más concretamente a los spaghetti western, y como he dicho, con su historia de manual, bandidos bonachones, humor, acción, un malvado muy frío y despiadado, el pueblo oprimido y saqueado por los que ostentan las armas y dinero y, un héroe que busca su venganza (papel que borda Jung-woo Ha, el actor fetiche del director y uno de los mejores del panorama coreano). Con esta fórmula, durante un poco más de dos horas, asistimos a una película muy bien rodada, con una historia que no decae en ningún momento, contando con interpretaciones muy solventes y que con el transcurso de ella nos hace desear llegar al cantado duelo final para que se haga justicia como mandan los cánones. En resumen, un film ideal para disfrutar en la tranquilidad de tu salón con un buen bol de palomitas y pasar un rato más que entretenido.
Una BSO ideal para este tipo de historia
Aunque desconocido por muchos, Jo Yeong-wook es uno de los más afamados compositores coreanos, siempre ligado a los trabajos de Park Chan-wook (Oldboy, Sympathy for Lady Vengeance) así como a los del director de la película que nos ocupa. Con una larga lista de reconocimientos y premios a sus composiciones, Yeong-wook es un compositor que se caracteriza por dotar de una personalidad propia a los films en los que trabaja. Su pasión desde joven por el rock y la música para westerns siempre ha quedado manifiesta en todas las películas de acción en las que ha trabajado. Pero ha sido en esta Kundo: Age of the Rampant donde ha podido hacer que aflore toda esa pasión por ese tipo de música.
Comenzando este homenaje musical la banda sonora abre con el tema central de la película «I Giorni Dell’ira», compuesto en su día por el maestro italiano Riz Ortolani y que Yeong-wook adjudica como leitmotiv de acción para la banda de forajidos protagonistas, el Clan Chusul. Este tema va a conocer distintas variaciones durante la historia, destacando en el corte final «Brotherhood Forever» y que es un genial broche de oro a la película. Aunque el verdadero tema que refleja la hermandad de los protagonistas es el estupendo «Islands Theme», el cual escucharemos también en más de una ocasión y que en el renacimiento de Dolmuchi como Dochi, siendo aceptado por todo el clan, brilla con luz propia bajo los acordes de la percusión y la trompeta a los que se une más adelante una voz femenina junto a la sección de cuerdas y metales creando uno de los momentos más emotivos de la historia.
Y es que no falta nada en este estupendo score para recrear los sonidos de aquellas películas de vaqueros que tanto nos gustaban protagonizadas por Lee Van Cleef, Clint Eastwood, Terence Hill y Bud Spencer, etc. Tenemos la guimbarda en temas como «The Emergence of Inversion», con silbido y voces masculinas al más puro estilo Morricone, o en otro gran corte como es el asociado a Jo-yoon, donde se le une también la armónica y guitarra creando un bello tema. También escucharemos dicha armónica junto a guitarra española en otro tema a destacar como es «Tochigi Theme 3», donde el compositor coreano partiendo de la base del tema de Ortolani crea un fantástico tema asociado al personaje.
También hay, cómo no, mucha guitarra protagonista, acompañando al resto de la orquesta en casi todos los temas, ofreciéndonos grandes momentos musicales como «The Plan», «Badlands», «Mahyang» o «Land of Ghosts». Este último uno de los temas que más me han gustado de la partitura, el sonido de la guitarra eléctrica es brutal junto a la orquesta.
Más orquestales, aunque siempre acompañados por algún instrumento de los antes mencionados, hallamos temas de mucha calidad también dentro de la partitura: a destacar «Jo-yoon Childhood», track que es una perfecta guía a la desgraciada infancia del malvado espadachín, y «Ask to the People», que es una de las joyas del score.
Para el final de esta reseña dejo otro de los momentazos del score, el duelo final entre Dochi y Jo-yoon, tomando como base el tema aparecido en el renacimiento del protagonista junto a la hermandad. Seis minutos en los que gracias a dicho tema nos metemos en la piel de Dochi, recordando a sus compañeros caídos, haciendo lo imposible por vencer a su némesis en ese magnífico escenario que es el bosque de bambú. Metales, cuerdas y percusión in crescendo con reminiscencias a «The Ectasy of Gold» llevarán al protagonista hasta el desenlace final de la historia.
Como siempre, cuando merece la pena, recomiendo el visionado de una película hecha con gran pulso, que hará las delicias de más de uno de vosotros y a la que la música le queda de auténtico lujo.
No la dejéis escapar.
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