La elegancia y la emotividad que desprende la banda sonora, tanto para reforzar el mensaje de optimismo de la película como los momentos más agridulces.
El uso de un tema ajeno, procedente de un documental de 2008, para la escena climática final del film. Por muy bien que suene y quede en la película, ¿por qué no ha sido musicada por Jóhannsson para cerrar un trabajo redondo?
Puestos a escoger, me decido por el delicado tema romántico recogido en “A Game of Croquet”.
BSOSpirit opina
Nota media: 8
Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (8), Antonio Miranda (8), David Sáiz (6)
Banda sonora ganadora del Globo de Oro y clara aspirante a hacerse con el Oscar. El score del islandés Jóhann Jóhannsson para The Theory of Everything ha sido una de las novedades más interesantes del tramo final de 2014, un trabajo que rebosa elegancia y sensibilidad. Una elegancia que a algunos les puede recordar a Alexandre Desplat y una sensibilidad que por momentos nos hace pensar en algunos trabajos de Ennio Morricone, maestro al que Jóhannsson considera uno de sus ídolos y una de sus más destacadas influencias.
La película, dirigida por James Marsh, es un biopic del famoso físico Stephen Hawking (Eddie Redmayne), pero con un enfoque basado en el libro escrito por su primera esposa, Jane Hawking (Felicity Jones), titulado Travelling to Infinity: My Life with Stephen. Por lo tanto, no es en sí la biografía del protagonista, ni la historia de su enfermedad, ni la de sus descubrimientos científicos –aunque evidentemente todo esto esté en el film- sino la historia de su relación con Jane narrada desde el punto de vista de esta. Una relación con altibajos a lo largo de varias décadas, desde que la pareja se conoció en la Universidad de Cambridge en los sesenta hasta su separación a finales de los ochenta y posterior divorcio en 1991. Entre todo ello asistimos al diagnóstico de su devastadora enfermedad, el matrimonio, los hijos, los avances científicos, la progresión de la esclerosis lateral amiotrófica, la silla de ruedas, la pérdida de la voz, la publicación de Una breve historia del tiempo, el reconocimiento internacional, la aparición de otras parejas en escena, tanto para él como para ella… En definitiva, un biopic centrado en las relaciones humanas que viene acompañado, como cabe esperar, por una música que subraya las emociones y en el que las interpretaciones de la pareja protagonista son sobresalientes.
Jóhann Jóhannsson viene escribiendo música para el cine y la televisión desde hace unos 15 años, pero la mayoría de aficionados no lo hemos conocido hasta la publicación de Prisoners, thriller de Denis Villeneuve en el que utilizaba un enfoque musical más bien minimalista. Sin embargo, la banda sonora de The Theory of Everything es bastante diferente. El propio compositor explica que su trabajo está dirigido a enfatizar la emoción y la humanidad de la historia. Para ello utiliza una orquesta básicamente formada por la sección de cuerda y la de viento-madera, aunque con el piano como instrumento protagonista. En algunas piezas escuchamos también arpa y guitarra, además de apoyo con sintetizadores para conseguir determinadas texturas que se combinan con la orquesta, como sucede en “A Spacetime Singularity”.
Eso sí, el piano es el amo indiscutible de la mayor parte de la partitura. Para el compositor, este instrumento tiene una cualidad mecánica y matemática que permite unir los aspectos emocionales y humanos con la vertiente más cerebral y científica que exige la vida de una personalidad tan brillante como la de Stephen Hawking.
Y con el piano comienza el primer corte, “Cambridge, 1963”, una pieza que arranca con un ostinato que podríamos describir como “mecánico”, de una exactitud “científica”. De hecho, la música y las matemáticas están íntimamente relacionadas desde tiempos inmemoriales. Fue Pitágoras, a quien algunos señalan como el “primer matemático puro”, el que descubrió las relaciones aritméticas de la escala musical.
La idea de mostrar esa relación entre ciencia y música en una banda sonora no es nueva, e incluso podría decirse que es un recurso casi habitual en biografías de científicos. Ahí están, por ejemplo, “A Kaleidoscope Of Mathematics”, tema de apertura de A Beautiful Mind, que escribió James Horner para el biopic sobre John Nash, o mucho más reciente y actual, “The Imitation Game”, de Alexandre Desplat, que abre la banda sonora de la película del mismo título sobre Alan Turing.
Volviendo a “Cambridge, 1963”, el ostinato inicial, a medida que se une el resto de instrumentos de la orquesta, se va transformando en una pieza dinámica que ensalza el vigor y la alegría de vivir de un joven Stephen Hawking que esprinta en bicicleta por las calles de la ciudad universitaria.
Las notas del mismo ostinato de piano se escuchan en algún otro momento del score. Son la base de “Rowing” y “Rowing – Alternate Version”, y las tenemos también al inicio de uno de los tracks finales, “London, 1988”, aunque aquí suena más lento y dramático, cuando vemos al protagonista dando una conferencia.
La música como canto a la alegría de vivir funciona en algunas otras pistas, como es el caso de las mencionadas “Rowing” y “Rowing – Alternate Version”, con imágenes de Stephen dirigiendo a los remeros de la universidad.
La verdad es que la película de James Marsh no se recrea mucho en el lado trágico que supuso la enfermedad en la vida del protagonista –lo cual es de agradecer- y a menudo saca a la luz los aspectos más positivos y evocadores, algo que Jóhannsson subraya perfectamente con su partitura.
Sobre este punto tiene especial relevancia el vals titulado “Domestic Pressures”. Es el tema del que se siente más orgulloso el compositor y lo repite, con diferente orquestación, en “Camping” y “Epilogue”. Aunque “Domestic Pressures” es el tercer track del disco, en la pantalla no se escucha hasta bastante avanzada la película y queda enmarcado en el declive de la relación matrimonial de Stephen y Jane. Ese vals de “Domestic Pressures” suena en una escena familiar en la que vemos a Stephen estrenar su nueva silla de ruedas eléctrica mientras su esposa se ve cada vez más agobiada.
En “Camping” son las cuerdas, con protagonismo del chelo, las que interpretan el mismo vals mientras vemos que Jane se ha ido de camping con sus hijos y Jonathan, el director del coro de la iglesia que al final acabará siendo su pareja. Finalmente, en “Epilogue” Stephen y Jane ya se han separado, pero ella le acompaña a la recepción que le ofrece la reina Isabel II.
Personalmente, si tuviera que escoger uno de los tracks como favorito, elegiría “A Game of Croquet”, una bella pieza de sabor agridulce que podemos considerar el tema romántico de la partitura. Stephen ya ha sido diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica y le han anunciado que solo le quedan dos años de vida. Se encuentra sumido en una profunda depresión, sin querer ver a nadie, pero Jane insiste en saber qué le pasa. Los arpegios de piano y las cuerdas le dan un tono desesperado a la escena en la que ambos juegan al croquet en un patio de la universidad para acabar luego declarándose su amor con el sonido de una melodía de cuerdas sobrecogedora.
El mismo tema, pero sin los arpegios de piano, es el que escuchamos en “A Normal Family”, pero aquí suena mucho más sombrío puesto que, a medida que avanza la enfermedad de Stephen, la relación de la pareja se va deteriorando y asistimos a la transformación emocional de Jane, quien ya no cree que formen una “pareja normal”.
Los temas oscuros y de tendencia depresiva como “A Normal Family” no abundan en la partitura, pero es cierto que hay unos cuantos. Ahí están, por ejemplo, “Collapsing Inwards”, construido con sonidos atmosféricos y un triste adagio de cuerdas; el instrospectivo “The Stairs”, que refleja el declive físico y emocional de un Stephen arrastrándose para subir las escaleras de su casa; o “Coma”, música inicialmente sombría que describe las consecuencias del ataque que sufre en la ópera y que le deja en coma y sin voz.
Pero como ya he dicho, las piezas que transmiten cierto optimismo o una delicada belleza predominan sobre las más oscuras. En este aspecto son de destacar “The Wedding”, un vals ligero que acompaña las imágenes de la boda de la pareja y del posterior nacimiento de los hijos, mostradas como si fuera una filmación de la época.
O “The Dreams That Stuff Is Made Of”, con melancólicos arpegios de piano para otra escena evocadora que muestra el bautizo del tercer hijo.
Otra pieza destacada es “Forces of Attraction”, con arpegios de piano a los que se une más tarde la guitarra, para una escena en la que la familia va a la playa, acompañados por Jonathan, y comienza a sugerirse la atracción de Jane por su director del coro.
Otros tracks se circunscriben al ámbito científico, obviamente inevitable en un biopic de alguien como Stephen Hawking. Ahí tenemos, por ejemplo, “Cavendish Lab”, famoso laboratorio de Cambridge en el que trabajaron científicos célebres y en el que Stephen comienza a desarrollar fórmulas en la pizarra. Más atmosférico y electrónico es “A Spacetime Singularity”, que oísmos cuando el protagonista tiene una genial idea cuando ve las llamas de la chimenea a través de la lana de un jersey; mientras que “The Origins of Time” es un tema solemne de cuerdas que suena cuando el protagonista lee su tesis a los profesores y decide probar su teoría sobre el origen del tiempo. Pero entre ellos destaca “A Brief History of Time”, cuando lo vemos escribiendo su libro de mayor éxito. Es un tema en el que el piano, las cuerdas y las maderas suenan con toques muy marcados, como un reloj señalando el paso del tiempo. La misma pieza deja entrever que Stephen tiene cada vez más complicidad con su nueva cuidadora, Elaine, que acabaría siendo su segunda esposa.
También es fantástico “Daisy, Daisy”, que arranca con contrabajo y metalófono, con escalas que suben y bajan en un compás ternario. Stephen emplea por primera vez el nuevo software que le permite expresar por escrito todo lo que tiene en mente y por eso la música transmite optimismo y esperanza, al tiempo que mejora su relación con Elaine.
El último tramo del film muestra la ruptura de la relación de Stephen y Jane al mismo tiempo que vemos el auge de la relación del primero con Elaine y el reconocimiento internacional como científico y autor. “A Model of the Universe” comienza como una bonita pieza para piano y cuerdas que continúa con el arpa mientras asistimos a la triste ruptura definitiva de la pareja.
El breve “The Theory of Everything” tiene un carácter más positivo. Por un lado se muestra el éxito del libro de Stephen, y por otro, el reencuentro de Jane y Jonathan.
“London, 1988” comienza delicadamente con piano y cuerdas, pero atraviesa momentos solemnes y ciertamente tristes, mientras durante una conferencia en Estados Unidos se imagina levantándose de su silla de ruedas para recoger un bolígrafo del suelo. Y en “Epilogue” se repite el vals de “Domestic Pressures” en la escena en que Stephen, acompañado de Jane, se dispone a ser recibido por la reina.
Sin embargo, antes de la conclusión del film tenemos a un momento musicalmente desconcertante. Y es que la música que oímos en la escena final, donde se muestran imágenes del film rebobinadas hacia atrás en el tiempo, no es de Jóhann Jóhannsson. Lo que escuchamos es un par de temas titulados “Arrival of the Birds” y “Transformation”, compuestos por The Cinematic Orchestra para un documental sobre flamencos de 2008 titulado The Crimson Wing: Mystery of the Flamingos. A muchos les sonará esta música porque se utiliza en un anuncio de televisión del perfume Acqua di Gioia, de Armani. ¿Por qué no se emplea algún tema original de Jóhannsson para esta escena? ¿De quién fue la decisión de usar esa música que ha popularizado la publicidad? No tengo respuesta. Se trata de un buen tema ese de los flamencos, pero no veo qué sentido tiene incluirlo en esta película. Hasta es posible que alguien de los que votan en los Globos de Oro o los Oscar haya pensado que esa música bonita tan familiar y que ya había escuchado no sabe dónde es parte de esta banda sonora y ello haya decidido su voto a favor de Jóhannsson. No me extrañaría un pelo. No está en el disco, pero seguro que os suena la música:
Al margen de esta intrusión, el trabajo del compositor islandés para La teoría del todo es impecable. Es una partitura sofisticada y elegante que se fundamenta en el lado más emotivo de la historia sin caer en convencionalismos grandilocuentes o sensibleros. De hecho, algunos de los momentos más dramáticamente intensos se han dejado sin música, mostrando así la enorme capacidad expresiva del silencio. Sin duda, es una de las bandas sonoras del 2014 y a nadie debe extrañar la colección de premios que ha recogido y recogerá.
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