El esfuerzo sobrehumano de ir a clase |
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Se estrena ahora en nuestro país esta cinta coproducida por Disney que ganó el último César francés al mejor documental. La música de Sur le chemin de l’école corre a cargo de un pianista parisino, discípulo de Bruno Coulais, que hace una música muy encuadrable en el más puro estilo de James Newton Howard: ritmo, sortilegios instrumentales o vocales étnicos y siempre sobre un buen apoyo orquestal… Las malas lenguas cuentan que Nicolas Sarkozy ganó sus últimas elecciones gracias a la música de campaña que le compuso Laurent Ferlet, en cuyo haber tiene también bandas sonoras anteriores como Hanuman (1998).
Os sorprenderá. Sur le chemin de l’école es una banda sonora que no remite tanto a un documental como a una peli de acción, incluso un western crepuscular del estilo de Wyatt Earp (1994).
Pascal Plisson ha escrito y dirigido un documental de media duración (no llega a los noventa minutos) con frecuentes diálogos (lo que subyuga la duración e intensidad de los temas musicales), desglosando cuatro excursiones «rutinarias» a la escuela, cada una de más de cuatro horas de duración, en distintas ubicaciones remotas del planeta: el Gran Rift africano, la cordillera del Atlas, la Patagonia argentina y el Golfo de Bengala. Los protagonistas son niños que deben afrontar día sí día también un esfuerzo casi sobrehumano y no exento de peligros con el fin exclusivo de aprender, de educarse. La Unesco, alma mater de esta iniciativa, parte en la cinta de una sucinta reflexión: quienes moramos por estos pagos y sólo tardamos media hora en salir de casa y llegar al cole no somos conscientes del esfuerzo de muchas familias, de muchas escuelas y de muchos escolares del mundo por poder subsistir.
Al contrario de Coulais, Ferlet rehúye toda implicación intelectual en el planteamiento de su banda sonora. Pasa incluso de adecuar sonoridades étnicas propias de cada historia en cada lugar de la película, recurriendo tan sólo a ritmos, instrumentos y folklore africano y universalizando su porte, su esencia primitiva a la par que infantil… El planteamiento funciona, y un reggae en el sudeste asiático se antoja tan propio como un chotis en la calle de Alcalá.
Si os hacéis con la BSO, puede que no os tiente ir a ver la película; aunque si veis primero el documental (de factura impecable), acabaréis abrazando esta curiosa entrega de música de cine de tan corta duración aunque de tan simpático planteamiento.
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