La brillantez de la estructura y disposición temática de los motivos melódicos, cómo estos van creciendo y evolucionando hasta la no por presentida menos dura conclusión, y la absolutamente absorbente calidad de los leitmotivs que te atrapan desde su primera audición, concluyendo con la impresionante ejecución final del tema central mediante unas percutantes cuerdas con un contrapunto del piano, sencillamente escalofriante. Y simple y llanamente dos de los mejores temas del pasado 2014: “Let Him Live” y “Fire End Credits”, para una de sus mejores partituras. Créanme, Fuego, es así de buena.
Que solo dura 41 minutos, por decir algo en este apartado, y se acaba enseguida. Solucionable por otra parte volviendo a pulsar play en el equipo.
Muchos, pero nos centraremos en tres, el tema para la hija del protagonista, “Alba”, hermosísimo en su desesperanza, completando el círculo con la catarsis culminante de todos los planes del protagonista, “Let Him Live”, para cerrar la historia con una desaforada y emocionante interpretación del tema principal, “End Credits”.
Una infiltración en un mundo que destruyó su vida, una venganza, un detonante, FUEGO
Cuando vemos que un film lleva la firma de Luis Marías, al menos en el caso de quien esto suscribe, no podemos sino congratularnos al encontrarnos ante uno de los pocos directores en nuestro país que sabe tratar el género negro, al igual que el también vasco Enrique Urbizu o Daniel Monzón por poner otro ejemplo, y hacerlo con brillantez, consistencia dramática y una extraordinaria dirección de actores. Tras su debut en el 2002 con la estupenda X, un Philip Marlowe a la española que rivaliza en aciertos con el mejor cine negro clásico, vuelve a la pantalla grande con Fuego, una historia dura y descarnada con una trama centrada en una venganza orquestada a lo largo de muchos años, por parte de un policía que sufrió un atentado terrorista etarra que acabó con la vida de su esposa y dejó a su pequeña hija sin piernas, y ahora se lanza a una desaforada vendetta contra la familia del asesino que le arrebató la suya, para lo cual entrará en contacto bajo una identidad oculta con su esposa e hijo, con el fin de hacer el mayor daño posible. Mientras, una inspectora y compañera años atrás, además de secretamente enamorada durante más de una década, sospecha de sus intenciones y se acerca peligrosamente a descubrir la verdad antes de que el reloj marque el momento en el que el Fuego interno, explosione.
La calidad del film, ampliamente recomendado desde estas líneas, se basa principalmente en la labor de Marías en la dirección, puesta en escena y excelso manejo actoral en todo momento, consiguiendo de un excelente José Coronado una interpretación matizada y doliente, soberbia, a la altura de su mayestática encarnación de Santos Trinidad en la ganadora del Goya, No habrá paz para los malvados, sin olvidarnos de la extraordinaria Leire Berrocal, que mantiene el pulso interpretativo con el protagonista con una brillante mezcla de dignidad y culpabilidad por su ya irrevocable pasado, a la par que mostrando un tenue brillo de esperanza en una redención por la que lucha con ahínco, gracias al apoyo de su hijo con síndrome de Down, Aritz, un Gorka Zifiaurre del que es imposible no encariñarse, mientras en Barcelona, Alba, una Aida Folch que no siendo la más brillante del reparto defiende su personaje con sinceridad y dolor genuino en la mirada, deja atisbos de su alma rota en ciertos conseguidos instantes.
Para apoyar la historia, Marías, confía nuevamente en las aptitudes y hambre de comerse el mundo de un joven compositor, como es el portugalujo Aritz Villodas, tras su encuentro previo en la Tv Movie Luna llena, dándole libertad y seguridad para, a pesar de la escasez de presupuesto a nivel musical, lograr con una pequeña formación un sonido magnífico que llena en todo momento la película de manera arrebatadora, y una estructura temática impoluta y llena de calidad, emoción y fuerza, que auguran al músico, de seguir contando con oportunidades tras esta Fuego, Luna llena o No me pidas que te bese porque te besaré (su debut en la composición cinematográfica tras multitud de scores para el mundo del cortometraje, y una auténtica delicia) un futuro notable dentro de la música de cine.
Fuego, el score
Villodas emplea una pequeña formación de cámara, con piano, violín, chelo y corno inglés para la que compone y orquesta una gran variedad de temas y motivos, adaptándose como un guante cada uno de ellos a cada recoveco de la historia y a los pliegues y repliegues de sus personajes. Así tenemos el leitmotiv para el Fuego, esa fuerza interior que lleva al protagonista a dejarse llevar por sus deseos de venganza pese a quien pese e irremisiblemente hacia la perdición, del que contamos como cumplida muestra en la breve obertura con una sentida entrada del piano y el chelo, que desgranan con un tempo lento a la par que acuciante, el tema central, hasta que unas agitadas cuerdas cortan la melodía y nos introducen en la historia, “Main Titles”, para la psique del protagonista, “Into the Hell” a modo de juguetón y oscuro arabesco a piano y cuerdas, para “Ohiana”, el objetivo, dejando entrever esperanza y ansias de redención para un carácter muy poco maniqueo y lleno de matices,
…para “Alba”, la hija en silla de ruedas y su incapacidad de enfrentarse al mundo, con la música como espléndida muestra de su evolución, desde el miedo a la madurez final para intentar sacar de su infierno personal a su padre olvidando los miedos que la habían atenazado durante años (apoteósica aquí la orquestación y crescendo emocional que consigue Villodas en sólo un par de minutos en unión perfecta con las imágenes (pese a confesión propia de su compositor de que inicialmente este tema iba a ser el principal, y luego se adaptó aquí, muy acertadamente por otro lado), o para Aritz, el hijo con Síndrome de Down de Ohiana, para el que un motivo pastoral y lleno de ternura, que hace apreciar más aún a un personaje entrañable y lleno de dulzura, evoluciona hasta la oscuridad que se cierne sobre él, para finalmente volver a surgir su bondad y bonhomía natural triunfando en un motivo que lleva la emoción al espectador en un par de instantes que no desvelaré.
No podemos por menos que destacar asimismo la intensidad alcanzada por otros momentos en los que los motivos juegan y se desarrollan a lo largo de la trama, mientras las acciones de Carlos le conducen irremisiblemente a su objetivo final, por muchas dudas que se le vayan planteando durante la senda que se abrirá a su paso, con mención especial para “Marina and Carlos” donde las cuerdas marcan la pauta de tensión para llevarnos con la entrada del piano a la belleza quejumbrosa y desesperanzada para el espectador del (falso) tema de amor del film…
…o la dulzura Deleruana del bellísimo “At The Kitchen” en su brevedad, lo incierto de los sentimientos en juego en “The Kiss”, con la mezcla en primer término y contrapunto de dos melodías, tema de amor + el tema central del Fuego que consume a Carlos (brillantísima aportación musical para definir en el subtexto el estado de los personajes), o el elegíaco y anticipativo de la decisión última, “The Island”, retomando el tema de Aritz con maestría, en una entrada del piano que es puro virtuosismo melódico (muy Hisaishi por definirlo de algún modo).
El tema de Alba, sus dudas y coraje final son expuestos en “Alba’s Sorrow” con un particular interés por parte de Villodas en subrayar la tensión y el sufrimiento al que los personajes se van a ver abocados de nuevo, mientras el amor de una madre por su hijo y tener la redención al alcance de la mano, perdonando y siendo perdonado, nos es definido por “Mother andSon”, hasta que la explosión de tensión contenida y desaforada violencia tiene lugar, “Revenge”, capaz de enervar en su hábil arabesco a chelo, notas intercaladas a piano y cuerdas, como dejando ver que algo no está bien, y que pronto todas las piezas se van a poner a jugar la partida final.
La tragedia y los últimos pasos del plan nos parten el corazón y la labor del músico es llevarnos a ese estado en el que estemos totalmente implicados con los personajes y suframos por no poder evitar lo inevitable, “I Am not Álvaro”, y una petición nos toque el alma mientras las cuerdas nos ponen un nudo en la garganta con su trágica belleza melódica in crescendo, en uno de los temazos más brillantes del los últimos tiempos, y su chillido agudo sea el nuestro pidiendo a voz en grito “Let Him Live”.
Villodas juega con todos estos elementos demostrando que el no disponer de un gran presupuesto y una gran orquesta no está ligado con la calidad de la música, y que esta partitura es perfecta así, porque quizá, así debió ser desde el principio, extrayendo de la pequeña formación grandeza, sentimiento, inquietud, emoción, sinceridad, y eso que muchos echamos de menos en la música de cine desde hace algún tiempo, una estructura perfecta, con su impecable inicio y planteamiento, la presentación de los motivos y temas, una evolución que los haga unirse e interactuar y un desenlace con una conclusión extraordinariamente satisfactoria, un “Epilogue” que en virtuosa resolución del score cierre el círculo musical de manera inigualable, doliente, bella, dolorosamente bella quizá,
antes de que una coda de antología, como son los brillantísimos “End Titles”, cierren el motivo de Fuego y nos den cumplida cuenta de la calidad y el conocimiento de este joven compositor vizcaíno del medio y las posibilidades de adaptarse para conseguir algo grande,
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