Crónica del concierto de clausura del Festival de Cine Clásico «Retroback»

Homenaje a dos leyendas

 

Desde hace siete años en la ciudad de Granada se viene celebrando el Festival de Cine Clásico «Retroback», que cada año está dedicado a la figura de uno de los grandes actores o actrices que forjaron la leyenda del mundo del cine en Hollywood. Este año ha estado dedicado a la figura del mítico Gary Cooper y desde el 21 de febrero hasta el 1 de marzo los granadinos y visitantes a la bella ciudad de La Alhambra han podido disfrutar de los títulos más emblemáticos de la filmografía del de Montana, desde Marruecos a Ariane pasando por Veracruz o Solo ante el peligro, así como de una exposición de objetos personales titulada «Frank James Cooper» donde, gracias a la colaboración de su hija María Cooper, se ha podido observar una gran selección de objetos: prendas, manuscritos, dibujos del propio actor y fotografías, ninguno de ellos antes visto.

Una de las cosas que me llamó poderosamente la atención al ser anunciado el festival fue el concierto que se celebraría el 27 de febrero en el Auditorio Manuel de Falla dentro de la gala de clausura. En este concierto se haría un pequeño homenaje a la figura de Cooper y también a otra leyenda, pero en esta ocasión a una de la música de cine en nuestro país: el gran Antón García Abril. Si a eso le añadíamos la guinda de que quien dirigiría a la Orquesta Ciudad de Granada sería el director musical de Film Music Festival, Arturo Díez Boscovich, no quedaba otra que coger carretera e ir a disfrutar de tamaño acontecimiento.

Noche mágica en un enclave único

Parece mentira que habiendo estado tantas veces en Granada, servidor desconociera totalmente la ubicación del Auditorio Manuel de Falla, lo cual agradecí enormemente cuando con la noche ya echada decidí ir andando por el antiguo camino que se tomaba para ir a La Alhambra desde el centro de Granada. Y es que dicho auditorio está justamente al lado de este maravilloso monumento, integrado perfectamente con el entorno, y el camino que lleva hacia él por dicha ruta es una auténtica gozada mientras vas andando por el empinado tramo mientras escuchas correr el agua que llega desde las fuentes del emblema de la ciudad por las canales a izquierda y derecha del empedrado.

Tras este agradable paseo llegué a mi destino y nada más entrar me sorprendió una enormidad el tamaño del auditorio así como su distribución y capacidad. El interior de aquel edificio tenía toda la pinta de ser el lugar perfecto para interpretar música en directo. Y vaya si lo fue.

Después de las presentaciones dio comienzo el concierto, siendo la primera pieza a interpretar una obra escrita para piano y cuerda por García Abril en 1996 expresamente para celebrar el 50º aniversario de la muerte de Manuel de Falla. Dicho tema se titula «Nocturnos de La Antequeruela» y la pianista Ilona Timchenko fue la absoluta protagonista. El virtuosismo que derrochó la intérprete durante la ejecución insufló en el público una catarata de emociones y un halo de misterio hasta llegar al broche de oro en la finalización de una pieza que me pareció muy compleja y cargada de emoción. Acto seguido, tras un bonito video cedido por la Academia de Cine Española en el que se habla de su trayectoria, así como recoge comentarios de directores con los que ha trabajado y familiares,  llegó el momento de que el maestro García Abril subiera al escenario y recogiera el premio del festival, representado en la figura de un halcón dorado y cuyo nombre es «Halcón Maltés».

Un emocionadísimo García Abril agradecía el premio y comentaba que por fin se había hecho realidad su sueño de estrenar sus «Nocturnos de La Antequeruela» en Granada, cosa que por diversos motivos no sucedió hasta esa noche, y aunque había sido interpretada en otros lugares de la geografía, para él era ahora cuando realmente se había estrenado.

Tras este acto y un breve paréntesis para reorganizar piezas de la orquesta se pasó a interpretar dos de las bandas sonoras más emblemáticas del compositor español: Fortunata y Jacinta y Anillos de oro, para las cuales nuevamente se puso al piano Ilona Timchenko y así deleitarnos junto a una compacta Orquesta Ciudad de Granada y la maestría de Boscovich a la batuta, con dos suites muy bien ejecutadas, acompañadas por imágenes en la pantalla que había en el escenario. Grandísimas partituras que muchísima gente del público a buen seguro desconocían su origen e incluso su música.

Para homenajear a Cooper se interpretaron dos temas; por un lado “Fastination» el vals que aparecía interpretado en la película Ariane, y por otro una suite de la música compuesta por Dimitri Tiomkin para High Noon. Sin lugar a dudas uno de los grandes momentos de la noche fue escuchar la partitura de Tiomkin perfectamente ejecutada por la orquesta y con un Díez Boscovich desatado, sintiendo cada nota a flor de piel mientras dirigía con maestría a la formación granadina. Llegados a este punto fue donde realmente me hice una idea de la increíble acústica del recinto, así como de la calidad de una orquesta que jamás había escuchado.

Tras interpretar estos temas se hizo entrega del segundo «Halcón Maltés» de la noche, en esta ocasión a la figura de Cooper, y que ante la imposibilidad de la hija del actor de poder venir personalmente a recogerlo, fue entregado al hijo de Audrey Hepburn, Sean Hepburn Ferrer, buen amigo de la familia Cooper. La entrega del premio estuvo muy bien hilada para ese «trasvase» del premio de los Hepburn a los Cooper pues antes de recibirlo, Sean Hepburn y el resto del público pudimos disfrutar de un video de la entrega de los Oscar de 1953 donde Gary Cooper, desde un set de rodaje en México, lee las nominadas en la categoría a mejor actriz entre las que se encontraba Audrey Hepburn, que a la postre se lo llevaría por Vacaciones en Roma. Un video muy emotivo y acertado.

Y tras la entrega de este segundo galardón llegó el broche de oro al concierto y el que para mí fue el momento álgido de la noche: la interpretación de un arreglo creado expresamente por Antón García Abril para este concierto de El hombre y la Tierra, donde la percusión y en especial la marimba y el vibráfono brillaron con luz propia bajo la maestría a la batuta de un Arturo Díez Boscovich completamente entregado. Transportando a todo el respetable allí presente a un mundo bello y a la vez salvaje y primitivo. Tras su brillante ejecución, un abrumador aplauso por parte de los espectadores que allí estábamos obligaron tanto a director como pianista y compositor a saludar en repetidas ocasiones antes de comenzar a abandonar la sala.

Tras el concierto tuve el enorme honor (de la mano de Arturo) de poder conocer al maestro García Abril en persona y poder departir con él durante unos minutos. Todo amabilidad y celebrando repetidamente tanto el trabajo de la orquesta como el enorme talento de Díez Boscovich en el atril al frente de ella: «Directores como tú y orquestas como esta son un regalo» fue una de las frases que dijo durante esa charla. Acto seguido nos despedimos esperando que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en alguna ocasión más. Su música así lo merece.

Para el que escribe, el poder escuchar su música en directo ha sido un sueño hecho realidad. Jamás imaginé poder disfrutar de una pieza como El hombre y la Tierra en directo, con una ejecución tan magnífica y en un lugar tan ideal como este auditorio. Tomo nota y espero repetir experiencia muy muy pronto.

Juan Ramón Hernández