Cómo representar a la vez al ángel y al demonio |
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Es curioso cómo la primavera parece haberse convertido en el nuevo Halloween aquí en España. Bastantes títulos del género terminan estrenándose durante estos meses, en vez de las clásicas películas más ligeras que suelen ser carne de esta época. Por mi parte, como aficionado al género, os aseguro ¡que no tengo ninguna pega en ello! Lo bueno es que permite que títulos como este Horns puedan finalmente estrenarse en España, ya que si no, tenía muy mala pinta. Y es que a pesar del caché que trae la película, dirigida por uno de los más destacados directores del genero actualmente como es Alexandre Aja, adaptando una estupenda novela del hijo de Stephen King, Joe Hill, y con un estupendo Daniel Radcliffe deshaciéndose completamente de su imagen como Harry Potter, su dificultad de encasillarse puramente en un género lo ha puesto muy difícil a las distribuidoras españolas, que no es que sean conocidas precisamente por su habilidad como posicionadoras y expertas del marketing de cine precisamente (si, es puro sarcasmo).
También es verdad que la película viene de origen con un marketing bastante discutible. Acercándola más al estilo Crepúsculo que a una película demoníaca absolutamente atípica. Con un Alexandre Aja que juega totalmente al despiste aprovechando la historia de la misma. Especialmente con momentos iniciales muy cercanos a la comedia negra y un terror mucho más contenido de lo que Aja nos tiene acostumbrados. Una pena porque la película es un bastante más que interesante thriller de terror, que utiliza su elemento infernal/celestial de manera bastante interesante, en una historia con bastante más carga dramática y seriedad de la que pudiera parecernos en un principio. Es una de esas historias que tiene bastante más en su interior que la simple trama que parecen dejar entrever las críticas a la misma. Y uno de sus buenos aciertos es la música de ROB para la misma.
Y es que, precisamente, si uno de los elementos más flojos de la película es la adaptación tan irregular que el guión hace de la historia de Hill, la música de Robin Coudert parece tenerlo bastante más claro. El resultado es una banda sonora que equilibra perfectamente terror, drama y emoción, buscando centrar claramente nuestra atención en lo verdaderamente importante de lo que ocurre en pantalla. ROB, su nombre artístico, es otro de estos jóvenes músicos provenientes del pop/rock que han dado el salto a la música cinematográfica en los últimos años. Muy conocido en Francia por su trabajo con la banda Phoenix, para los aficionados su carta de presentación fue con el estupendo remake de Maniac dirigido por Franck Khalfoun y producido por Alexandre Aja. Pero en esta ocasión la banda sonora que nos vamos a encontrar en Horns es un animal completamente diferente. Especialmente por el trabajo de la Macedonian Radio Symphony Orchestra y el coro, en una música cargada de elementos evocadores y que aporta mucho más que atmósfera a esta película de terror. Por cierto con spoilers en los títulos de los temas, para quienes se sientan molestos con ello. Aunque por mi parte intentaré mantener los detalles importantes fuera de la reseña.
La película cuenta con una buena selección de canciones de rock, pero la música de ROB se mueve directamente en el sentido contrario. Su centro de atención es esa fatídica historia de amor que es el origen de todo lo que ocurre en la historia. Pero el tono es claramente dramático y fatídico. Especialmente en su tema principal que se escucha en “Bad Red” con la orquesta construyendo un tema cargado de melancolía y muy evocador. Es uno de los grandes aciertos de la partitura, ya que especialmente en el comienzo de la película no hace ni la más mínima intención de seguir el tono de comedia negra más evidente. Este tema es uno de los habituales en la banda sonora, y sirve para crear ese tono negro y fatídico de la película. Llevándolo a límites más dramáticos como en “Blood Stone”, y que sirve para introducir los mayores elementos de tensión y terror en la música. Habitualmente haciendo que la música repentinamente adquiera un tono más intenso y de tensión.
Por supuesto que no faltan los elementos más cercanos al terror, como en “Surgery”. En los mismos se aprovecha para jugar con el elemento más demoníaco/celestial de toda la partitura que son esos potentes coros, que nunca terminan de definir totalmente hacía que lado de la balanza se inclina el espíritu del protagonista. Otro acierto, ya que a pesar del elemento sobrenatural, la historia de Ig es la de una persona normal asaltada con la posibilidad de contar con unas habilidades malignas, pero que utiliza para intentar hacer algo bueno. Sin embargo, en la banda sonora se aprovechan estas ocasiones para cargar de oscuridad la música y, por supuesto, la historia con piezas como “Caddies” o la central y brutal (por oscura y cargada de tensión) “Rape”. Esta última es el corazón dramático de la partitura. Y en otros momentos se aprovecha para introducir motivos que van a jugar y desarrollar otras piezas. Desde los coros que mencionaba anteriormente de “Death Choir”, la insinuante “Snakes” para marcar la presencia de dichos personajes en la historia, o “Dry” en los que introduce elementos de rock como guitarra y bajo junto a la orquesta.
Pero como mencionaba al inicio, es la historia de amor la que se convierte en el eje central de las emociones y la luz de la música. Para ello ROB compone y bonito tema de amor que va introduciéndose en la música y que se convierte en su elemento principal. Tal vez incluso demasiado porque frente al mismo, el resto de la partitura pierde cierta personalidad e interés debido a su presencia. Pero es que dicha pieza es importante, ya que parte central del desarrollo de la historia es el descubrir mediante flashbacks la relación entre el protagonista y su novia asesinada. Su primera aparición en “First Love” es realmente bonita. La música, con la aportación del piano y la orquesta, se llena de luz y emoción de la que está carente el resto de la partitura. Pero es que la misma cada vez va ganando más trascendencia y emoción. Especialmente ese solo piano de “Lift” que se convierte en el otro tema principal de la banda sonora. Todas estas piezas son claramente las más destacadas y las que hacen que esta banda sonora destaque por encima de la media en su escucha aislada.
El tema de amor se convierte como el punto contrario al elemento demoníaco de la historia y también parte de lo que define al personaje de Ig, independientemente de sus actos. Como por ejemplo en “Iggy Burns” o “Last Forrest”, donde carga las emociones de una sensación de melancolía y pérdida realmente serio. Esta evolución tiene la muestra final en la conclusiva “Lee’s Death”, donde absolutamente todos los elementos terminan presentándose para cerrar el circulo de la banda sonora. EL momento en donde el terror y el elemento demoniaco/celestial termina por desatarse completamente en una demostración brutal en pantalla y emocional en la música. Especialmente con la recapitulación del tema principal en “Iggy’s Death”.
Una banda sonora que se ve favorecida además con una duración adecuada, que facilita que los elementos más oscuros y ambientales no terminen pesando en el aficionado, ni los emocionales terminen siendo excesivamente repetitivos. Una partitura que demuestra probablemente tener más claro el corazón de la historia a la que acompaña que el guión de la misma. Y que aunque tampoco ofrezca una obra maestra, si que consigue realizar un estupendo trabajo interesante y muy adecuado para una historia compleja. Pero que escoge más claramente sus cartas y juega con ellas mucho mejor.
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