Spectre

De cómo Mendes vino, vio, venció, y se quedó demasiado tiempo para cosa buena

Sam Mendes entró en la franquicia 007 allá por 2011 para construir un ambicioso film que resultó en el eminente Skyfall (2012), si bien no perfecta entrega, que arrasó y dinamitó la taquilla, ganó un merecidísimo Oscar a mejor canción (el único para una Bond song de la historia, injusto a todas luces por la calidad de algunas obras precedentes), con el añadido de suponer la celebración del cincuenta aniversario de la saga.

Pero no se obtuvo, ni para crítica ni aficionados, el pretendido por el estudio título honorífico de mejor film Bond de todos los tiempos. Y es que decir de Skyfall, que se trataba de una producción megalomaníaca (a pesar de su concesión reduccionista a unos pocos personajes y un único y modesto escenario en su ¿fallida? conclusión), que pese a todo no había logrado alcanzar sus objetivos, era autoengañarse: 1.183 millones en todo el mundo, la película más taquillera del personaje nacido del puño y letra de Ian Fleming, y para sus detractores, entre los que no me incluyo, he de precisar, quizá más fallida por expectativas erróneas que por deméritos propios, y para sus encantados fans, quizá demasiado deudora del pasado, del que se intentaba huir desde Casino Royale, y llena de guiños constantes, ¿bastante innecesarios quizá?, a films pretéritos cuando lo que se intentaba era refundar lo ya harto conocido.

En resumen, que el film era una encrucijada pasado/presente/futuro, no definida hacia ninguna dirección en concreto, hasta su nostálgico epílogo, que hizo convencerse a los que dudaban de encumbrar el film o denostarlo levemente, por dar palmas con las orejas, porque el Bond más clásico había regresado. Y de hecho, ¿lo había hecho? Tras llegarnos SPECTRE, tristemente, o mejor expresado, decepcionantemente, hemos de señalar rotundamente que no.

Y no por falta de ilusión por intentarlo. De nuevo ambición y un presupuesto de campanillas, 240 millones esta vez (la más cara de producir de todas), reincidir en los mismos guionistas y equipo, con director y músico triunfantes en Skyfall, para mostrar lo que todos pedían/pedíamos, el regreso por todo lo alto de nuevo de la SPecial Executive for Counterintelligence, Terrorism, Revenge & Extorsion, una organización ya mítica, con uno de los villanos más recordados y memorables (no en todas sus encarnaciones en pantalla, todo hay que decirlo) de la saga (especialmente por su repercusión en la vida personal de Bond, Ernst Stavro BLOFELD).

Pero, a veces, reincidir en la fórmula del triunfo sin agitar, no remover, un poquito sus elementos, puede generar un resultado final difuso por haber perdido el foco en el camino, pese a aciertos puntuales y altas dosis de diversión por momentos, pero con un poso de falta de garra en los vericuetos por los que el guión nos lleva, para tan poca sustancia al final. Y es que aquí hay cosas inexplicables, nunca revisiones de un guión empeoraron tanto un resultado final…

Me explico. Con motivo de los pasados hackeos a Sony y sus subsidiarias en diciembre de 2014, especialmente los estudios cinematográficos, se filtró el guión de SPECTRE al gran público, teniendo la suerte quien esto suscribe de que le llegara a las manos. Como buen Bond-adicto, no había otra que relamerse y leerlo. Y allá que fuimos… Lo que encontramos nos encantó, veíamos el posible mejor film de la saga en ciernes. ¿Qué paso de aquel punto al guión final?. No lo sabemos, pero tras unas 70 páginas que se respetan al 100% en el resultado final del film, desde el momento Bond con una copa de Scotch y ratón, sin entrar en spoilers, totalmente ridículo por otra parte, y obra del autor de la última reescritura, Jez Butterworth (te podías haber quedado en casa, amigo), todo empieza a ir de mal en peor, y cada vez que algo cambia de la versión inicial (y es mucho, créanme), es sólo para empeorar la lógica interna, el sentido y…, no entraré en detalles para los que aún no hayan visto la película.

Es más, frases legendarias en la expectativa como “te voy a cortar hasta que no tengas más sangre que darme”, pronunciada por el villano tras atrapar a Bond (no se preocupen, que no les desvelo nada, porque no sobrevivió al film), o la explicación de los motivos de su personaje, que eran brillantes inicialmente, quedan desdibujados hasta la caricatura, careciendo de sentido por su endeblez toda la parte final en Londres. Y es que el final, sin ir más lejos, roza el patetismo más ridículo. Nunca un “me he quedado sin balas” fue menos épico, especialmente tratándose de un film de 007.

En fin, Mendes, gracias, pero no más por favor. Y sin negarte tus aciertos, que SPECTRE los tiene, y muchos a pesar de todo, como ese prólogo en México D.F., que es antológico, con un memorable plano secuencia superadictivo, con la mejor broma a costa de los años de Roger Moore en tiempos en un film 007 (momento sofá), y un abracadabrante tour de force bestial con loops de 360 grados incluidos en un helicópteros sobrevolando a miles y miles de extras, mientras Bond lucha por su vida en imposibles cabriolas aéreas, o la entrada al Sancta Sanctorum de SPECTRE en Roma y la presentación de 007 como…, o la subsiguiente persecución (pese a la esta vez absurda y no tan acertada broma Moore en medio del cotarro), o la caza del gato y el ratón del avión a los jeeps en las montañas austriacas, o finalmente, el brillante enfrentamiento a muerte en el tren atravesando Marruecos, muy Desde Rusia con Amor, si bien inferior a este. Por ello, es aún más triste ver que lo que pudo haber sido gigantescamente grandioso se quedó en apenas tendente a grande.

Pero pasemos ya a lo que nos interesa y veamos lo que el regreso de Thomas Newman nos ofrecía esta vez…

Newman’s back to the Bond world… no more please

Reiteramos la idea ya anteriormente señalada, en este punto, de que Thomas Newman entró al igual que su director habitual, Sam Mendes, en el mundo del agente secreto al servicio de su majestad, con Skyfall, en su caso sustituyendo al hombre que había significado el resurgimiento del sonido Bond, las dos últimas décadas del personaje, y añadiremos, que de forma absolutamente brillante, David Arnold, con picos realmente extraordinarios, como su primer film para el personaje, El Mañana Nunca Muere, o el debut Craig con Casino Royale.

La irrupción de Newman se entiende al ser el compositor de Mendes. Nada que objetar. Se trata de una relación de colaboradores de muchos años y han trabajado juntos siempre. No obstante, es curioso, la aparente desgana in crescendo, o esa es la impresión de este cronista, conforme el compositor se sumergía en la saga. Es decir, si bien Skyfall es considerada una obra fallida con parciales aciertos por quien esto escribe, y algunos momentos eso sí, antológicos, con SPECTRE su trabajo va a menos de manera notable, reincidiendo incluso en pasajes extraídos directamente de Skyfall, en lugar de separar musicalmente los films, repetición de errores (esa tozudez en no emplear el Bond theme más, aunque aquí lo utiliza en más ocasiones, no es lo suficientemente importante dentro de la arquitectura musical del film), y sobre todo, aparente, repito, aparente, carencia de la motivación/ideas/brillantez de antaño. Pero si Skyfall acabó nominada al Oscar, quién sabe… La marca Newman es mucha marca.

Debo aclarar, llegados a este punto que me precio de ser un gran aficionado a la obra de este compositor, al que tengo en gran estima personal y profesionalmente, adorando sin ambages maravillas para la historia de la música de cine del calado de The Shawshank Redemption (Cadena Perpétua), Esencia de mujer, El hombre que susurraba a los caballos, American Beauty, Mujercitas, Óscar y Lucinda, Meet Joe Black, La milla verde, Cinderella Man, Camino a la perdición o las ya clásicas Buscando a Nemo o Wall-E, la gran mayoría de ellas obras maestras de la música de cine, todas ellas extraordinarios  ejemplos de la magia de la perfección en la unión de unas imágenes en movimiento con una partitura original irreprochable creada y adaptada al efecto.

Con SPECTRE, Newman estructura la partitura, tras una vez más no obtener el honor de componer la canción principal (base de los mejores scores Bond del pasado), haciendo caso omiso de la melodía central de la misma, salvo en un contado y obligado momento romántico en la escena del tren (al menos mejor engarzado en la trama que el pegote que supuso, por carencia de sentido en el instante en que eligió ser enclavado, de la adaptación sinfónica de la canción de Adele para Skyfall), y dejando a la obra de Sam Smith sin más aire para respirar en la trama que el que ya de por sí le falta al cantante en su sosa, desnortada e insulsa interpretación (escalofríos recordando esos falsetes, en el mal sentido, por si no quedaba meridiano), reincidiendo además en el mismo defecto de su previa creación para el personaje, una total carencia de foco. Situación, que no deja precisamente incólume a la partitura.

SPECTRE pide a gritos un leitmotiv que nos acompañe durante las evoluciones de 007 por la trama. No lo obtendremos. Es más, se reutilizan pasajes íntegros de Skyfall incluso, principalmente de temas de acción, engarzados dentro de piezas de esta obra, e hilvanados con nuevos crescendos y ostinatos, que si bien no están mal, sí denotan un mal endémico de las dos últimas composiciones. No son puro Bond, sino música de acción sin apenas personalidad (y eso es algo que hay que pedirle a Newman), y que el bueno de Thomas no es precisamente un gigante a la hora de componer para persecuciones, tiroteos y cabriolas imposibles. O al menos esa es mi humilde opinión.

No obstante, SPECTRE posee momentos realmente potentes, el inicio en México, que comienza por el prometedor  “Los Muertos Vivos Estan”, que cuenta con la colaboración del Tambuco Percussion Ensemble.

Es de destacar la posterior lucha apoteósica en el helicóptero, donde Newman emplea un recurso brillante de orquestación, al emular la sensación de pérdida de gravedad al volar en un picado suicida, con una entrada de las flautas, soberbia, y muy original, instante desgraciadamente no editado en el CD oficial, si bien, puede encontrarse en otro instante del film cuyo título lo dice todo, “Tempus Fugit”, de manera más breve.

La persecución por Roma mezcla con grandeza (posiblemente el mejor tema de toda la partitura) los motivos de acción de Skyfall con los nuevos de este film. “Backfire”, con una entrada coral al paso de los coches en persecución por Ciudad del Vaticano es mi momento preferido del score.

También valen la pena los motivos cuasi románticos de los dos temas para las Bond Women del film, “Donna Lucia”, para el personaje interpretado por Monica Bellucci, Lucia Schiarra…

…y “Madeleine”, para el de Lea Seydoux.

Pero todos ellos se ven un poco anegados por los subyacentes temas atmosféricos y llenos de detalles de ambient design y diseño sonoro sintetizado, tan propios del cine moderno actual, y que restan personalidad, eficacia, y definitivamente capacidad de ser memorable al conjunto final, “Kite in a Hurricane”, “Secret Room”, “Silver Wraith”, “A Reunion”, “Blinfold”, o “Vauxhall Bridge” y “The Eternal City” en sus inicios, pese al agradable recurso al tema de James Bond de este último,  que hunden en lo anodino la composición, algo imperdonable para un film como este.

Entre los aciertos, aparte de los ya reseñados, encontramos, el virtuosismo de Thomas Newman para meterse en el interior de los personajes a través de la música y explicarnos lo que estos sienten sin necesidad de diálogos. Si bien esto no suele ser necesario en una película Bond, en este caso lo logra muy bien con el personaje, muy breve en la trama, de Miss Schiarra, en “Donna Lucia”, el de Miss Swan, en “Madeleine”, o el de la misma SPECTRE, y por ende de su líder y mano en la sombra de todos los juegos de poder habidos y por haber (a falta de tema para el propio personaje), en “A Reunion”, a través de una inicial atonalidad y suspense musical hasta que los graves de las cuerdas y una voz femenina tratada mediante electrónica desasosegante, dan paso a la percusión sintetizada, el bajo y la guitarra eléctrica para puntuar la inmersión de 007 en un submundo de villanía.

También encontramos puntos de interés en el tour de force de tensión y espectacularidad musical de “Snow Plane”, que va sosteniendo una potencia creciente apoyada en una lograda orquestación de percusión, cuerda y metales, mezclada con pericia en estudio, pues se percibe que han sido grabadas por secciones separadamente en lugar de en conjunto, lo que resta un poco de fuerza a lo que podía haber sido totalmente orgánico, contagiándose unos músicos del entusiasmo del conjunto.

Pese a resultar algo frío (chiste fácil lo sé, mis disculpas), no carece de interés, y eleva a esas alturas de la trama la emoción musical, que había bajado peligrosamente desde el final de la visita romana.

Otra cosa es la conclusión de la composición, que va tras el inquietante, pero demasiado electrónico “Blinfold”, desde el track “Careless”, hasta la conclusión de “Out of Bullets”, pasando por “Detonation”…

y “Westminster Bridge”, llevándonos desde un excitante ritmo de acción que aporta novedad a la reiteración del mismo durante todo ese final, de manera desmesurada, ahogando su frescura inicial, y vaciándolo de intensidad a base de repeticiones, logrando, que, con la salvedad de la puntual entrada de la trompeta, recreando el tema de James Bond de manera épica, si bien extremadamente breve, en “Westminster Bridge”, nos deje con un poso de insatisfacción.

La obra concluye y se difumina definitivamente, languideciendo en unos poco impactantes, y faltos de vigor “(SPECTRE) End Titles”.

Gradación Bondiana de la partitura, desafortunadamente, bajo cero. Lo sentímos, Sr. Newman, otra vez será. “James Bond will return”, esperemos y deseemos que para recuperar su sonido clásico y característico, que le dejó con su paso.

Como bien dice 007 en un momento clave, este score se quedó sin balas demasiado pronto.