1. The Bare Necessities (03:35)
2. Trust in Me (02:55)
3. Main Titles (02:27)
4. Wolves (02:17)
5. Water Truce (03:39)
6. The Rains Return (01:45)
7. Mowgli’s Leaving (03:28)
8. Shere Khan Attacks (02:06)
9. Kaa (05:21)
10. Honeycomb Climb (03:30)
11. The Man Village (02:58)
12. Mowgli and the Pit (03:25)
13. Monkeys Kidnap Mowgli (01:51)
14. Arrival At King Louie’s Temple (04:35)
15. Cold Lair Chase (04:01)
16. The Red Flower (03:16)
17. To the River (03:05)
18. Shere Khan’s War Theme (02:37)
19. Shere Khan and the Fire (04:51)
20. Elephant Waterfall (03:27)
21. Mowgli Wins the Race (00:41)
22. The Jungle Book Closes (02:14)
23. I Wan’na Be Like You (2016) (03:02)
24. The Bare Necessities (03:01)
«Mowgli’s Leaving / Elephant Theme»
«Elephant Waterfall»
«The Jungle Book Closes»
La suntuosidad sinfónica, el cariño con el que el material original está tratado, la competencia y talento fuera de toda duda de un John Debney en plenitud de facultades para entregarnos una obra mayor dentro de su carrera, y uno de los trabajos por el que este año será recordado. Y sin lugar a dudas, dos instantes musicales de carne de gallina y nudo en la garganta en los que la magia de Walt Disney y la grandeza del compositor estallan rotundos: “Elephant Waterfall” y “The Jungle Book Closes”, majestuosos.
La indefinición, que la abundancia de homenajes a otros grandes scores o inspiraciones en algún que otro gran tema del pasado, le juegue una mala pasada a la obra al notarse demasiado esta situación, y poder sacarte ligeramente de la audición, pero esto no anula en absoluto la gran composición en que este The Jungle Book se convierte.
Dos, sensacionales, inolvidables, desde su primera escucha a los primeros lugares entre los mejores instantes musicales de este año y de toda la carrera de John Debney, simplemente mágicos: “Elephant Waterfall”, con la emoción incluso hasta las lágrimas de la reconstrucción generosa y agradecida de la jungla por parte de los elefantes, haciendo que el agua riegue y alimente la tierra castigada por “la flor roja”, y “The Jungle Book Closes” con el motivo central adquiriendo toda su grandeza sinfónica y coral estallando en una coda magnificente que quita el aliento, sencillamente, apoteósico.
BSOSpirit opina
Nota media: 8,40
Ángel Aylagas (8), Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (10), Ignacio Granda (10), Juan Ramón Hernández (8), David Martínez (8), Antonio Miranda (6), Jordi Montaner (7), David Sáiz (9)
Cuatro cosas hay en el mundo
que nunca se sintieron satisfechas,
que no tuvieron bastante,
desde el comienzo de los tiempos:
la boca del cocodrilo, el buche del milano,
las manos del mono y los ojos del hombre.
(Dicho popular en la selva)
Kipling y una obra inmortal: El Libro de las Tierras Vírgenes
Año 1907. Rudyard Kipling es galardonado con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose así en el primer inglés en recibir tal honor. Ya en ese instante, el autor se encontraba encumbrado en su carrera, dejando bastante atrás los 16 años, edad a la que comenzó a trabajar en un periódico de la India, el Civil and Military Gazette, momento en el que comenzaría a publicar cuentos y columnas con pequeñas historias y narraciones, inicio de una labor literaria que le conduciría a su lugar en la leyenda y entre los mitos inmortales de la literatura, con obras eternas que han continuado inspirando al mundo del cine con films celebrados a lo largo del tiempo como Kim de la India, Gunga Din, Capitanes intrépidos, El hombre que pudo reinar, o El libro de la selva.
Si hay algo apasionante en la obra, también conocida como El Libro de las Tierras Vírgenes, es la cantidad de sabiduría que recoge, y cómo en relatos cortos y concisos crea ambientes impresionantes que exploran, con grandeza y/o sutilidad, con emoción y maestría, con dureza y dolorosa precisión, la naturaleza humana. El libro fue publicado en 1894, y el tremendo éxito le llevó un año después a escribir una continuación en cuanto a título, si bien no temáticamente: El segundo libro de la selva. Generalmente las ediciones actuales contienen ambos tomos. Esta segunda parte contiene relatos de otros lugares y con otros personajes que también tienen muchísimas concomitancias con la realidad humana y sus relaciones con el mundo y la naturaleza.
Los hermanos Korda, Zoltan y Alexander, llevaron a cabo a principios de los años 40, con el primero en la dirección, la película The Jungle Book, estrenada en 1942. Aun no siendo fiel a la obra de Kipling y al texto original, conservó muchos de los elementos de este, haciendo de Mowgli y sus aventuras un personaje popular a todos los niveles. Sin embargo, sería en 1967 cuando la obra original alcanzaría una repercusión a nivel global cuando Walt Disney llevó a cabo su legendaria versión animada, adaptando libremente, y a la par respetando la narración de base y su espíritu, pero con el público infantil como objetivo de la lección de vida de los relatos de Mowgli. El film fue el primero en llegar a las pantallas de todo el mundo tras el fallecimiento de Disney en diciembre de 1966, y por ende el último en el que trabajó. Fue su último proyecto y uno de los más personales.
En esos años, un jovencito, cuyo progenitor trabajaba en los Estudios Disney, y a quien llevaba a conocer su trabajo y cómo se creaba la magia del cine, deambulaba asombrado, descubriendo el origen de todas las aventuras cinematográficas de la compañía del ratón Mickey, tomaba una decisión trascendental: se iba a dedicar, aún no tenía decidido en qué rama, al mundo del cine, y en un futuro, más o menos lejano, iba a contribuir a crear la magia de Disney, iba a trabajar en aquellos estudios a los que su ilusionado padre le llevaba de visita,
El nombre de aquel joven chaval,
era…
John Debney.
The Jungle Book, A John Fravreau Film, un tributo al legado de Walt Disney, un homenaje sincero y sentido a la inmortal obra de Kipling
La idea tras la producción del film era lograr una transposición a la imagen real del original animado de Disney, creando los mundos de las junglas de la India y las aventuras de Mowgli y sus amigos y enemigos mediante la técnica de captura de movimiento, y los ambientes y fondos fotorrealistas a base de infografía y la nueva tecnología proporcionada por las cámaras RedEpik 5K, que permiten recoger de inmediato la actuación de los actores frente a las pantallas verdes y observarlos integrados en el mundo digital que se refinará y llevará a un perfeccionamiento definitivo en postproducción.
Por ello, todo el film, por sorprendente que ello parezca por su realismo al reflejar las localizaciones originales de la obra de Kipling, sus ríos y cascadas, sus páramos y vegetación tupida, se recrearon en su integridad en el Downtown de Los Ángeles. La magia del cine, la magia de Disney, sin duda.
Para los papeles principales se recurrió a un reparto soñado, con las voces e interpretaciones a través del motion capture, de Bill Murray como el oso Baloo, Ben Kingsley como la pantera Bagheera, Scarlett Johansson como la traicionera serpiente pitón Kaa, Idris Elba como el letal tigre Shere Khan, Christopher Walken como el simio gigante Rey Louie, Lupita Nyong’o como Raksha, madre lobuna de Mowgli, Giancarlo Esposito como Akela, lider de la manada y padre lobo del chico, y el debutante de 10 años, Neel Sethi para dar vida al protagonista con vitalidad y convicción fascinantes en un actor tan joven y en un rol de tal importancia, siendo el único papel humano del film y llevando al espectador con brillantez a través del viaje iniciático de
The Jungle Book
Como señalaba el director del film, Jon Favreau, con motivo del estreno de la producción el 15 de abril de 2016:
“Como padre, me encanta que haya una película que pueden ver mis hijos y disfrutarla enormemente, pero que no se dirige exclusivamente a ellos. Los niños son perfectamente capaces de seguir el ritmo de una narración sofisticada. El sueño de Walt siempre fue reunir a las familias, pero no necesariamente de la forma más obvia y predecible, sino haciendo que cada uno disfrute del viaje y sirva a todos como diversión y una experiencia enriquecedora conjunta”.
Sin lugar a dudas, el propio Walt Disney se sentiría orgulloso de este remake de la versión animada, y levantaría el pulgar como símbolo de aprobación, ante uno de los mejores films familiares de los últimos años. Misión cumplida, Mr. Favreau.
Y no podemos por menos que señalar que uno de los elementos esenciales para la efectividad, el entretenimiento conseguido y los niveles de diversión del producto final es haber trabajado de nuevo con uno de sus colaboradores habituales en prácticamente la totalidad de sus films, John Debney. Es meridiano que se entienden a las mil maravillas y la forma de entender el cine de Favreau siempre deja su lugar necesario a la música para que esta respire y crezca, para que fluya y se sienta como una segunda piel a la película, dejando espacio a la evolución melódica y a una estructura musical basada en diferentes temas y leitmotivs que crecen, se unen y separan, a nivel íntimo o lleno de grandeza, y esto es algo que el compositor sabe apreciar y le otorga confianza para darlo todo sabiendo que su labor se verá respaldada por el cineasta.
Entramos a analizar la partitura de John Debney para The Jungle Book…
La búsqueda de lo más vital, no más, una partitura de John Debney
Lo primero en que debemos fijarnos en la composición es el respeto y admiración que la obra de John Debney muestra por aquellos que le precedieron y el inmenso cuidado, y yo añadiría amor, que se percibe en cada nota por el cine, por la creación de mundos en combinación con las imágenes y por el mundo mágico de Walt Disney.
Ejemplo de ello es la soberbia edición discográfica de la partitura y canciones del film, en el que se permite incluso (creo que por primera vez) mostrar integrada en la obra la fanfarria del logo Disney de toda la vida (y basada en otro legendario score y canción, el «When You Wish Upon A Star», de Pinocho) al inicio de la composición.
El tema de Pinocho da paso a un bello tributo a la obertura original de George Bruns para el The Jungle Book animado, con una serpenteante flauta conduciéndonos por las localizaciones en las que tendrá lugar la trama.
Hasta que vemos por primera vez a Mowgli, corriendo aparentemente por su vida (“Main Title/Jungle Run”). La suntuosidad y el sinfonismo arrebatado de inicio da paso, acompañando las zancadas y saltos del niño de la jungla, a la percusión exótica y un poderoso acompañamiento de la orquesta, si bien estos instantes vienen a recordar, por su tremendo parecido, la composición de Mark Mancina creara en 1997 para Speed 2 Cruise Control.
Y es aquí donde empezamos a vislumbrar otra de las características de esta partitura, su derivación de otras fuentes para integrarlas en un todo magistral. En ello, John Debney brilla en la creación del score, aplicando estilos diversos y recuerdos a obras pretéritas para hacer su particular homenaje a la música que ama y que él mismo adora componer.
El siguiente track, que plantea y ofrece a modo de obertura los temas principales de la composición, es un ejemplo perfecto de ello. Se perciben las influencias y el amor de Debney por otros compositores y varias creaciones del pasado, amoldándolas a una nueva partitura y en solo 30 segundos, entre el 00:46 y el 01:14 de “Wolves/Law of the Jungle”, obtenemos los dos temas centrales, inspirados en el genio de John Barry primero y su High Road to China, y luego Jerry Goldsmith y su Medicine Man y el tema principal de Star Trek Voyager (concluyendo de forma muy similar a la coda de Jurassic World de Michael Giacchino, en el tema “Nine to Survival Job”), para configurar un tejido musical de belleza superlativa y poderosa emoción, pasando de los solos de instrumentos a la poderosa entrada de toda la orquesta y coros, desgranado con precisión y entrega la belleza musical que nos abre el camino al entendimiento de la sociedad que forman los lobos, y la importancia de, las Leyes de la Jungla.
La aridez y la sequía y falta de lluvias traen la sed y la instauración de la Tregua del Agua a la selva, con todos los animales respetando la zona de la Piedra del Agua, y no cazando ni atacando a otras especies que acuden a saciar su sed a la única fuente de agua existente, “Water Truce”, con Debney desplegando un lirismo sensacional y una triunfante y emocional catarata de melodías para definir la paz momentánea y la convivencia de todas las especies, consiguiendo un desgarrador lirismo a partir de 02:13.
Un hipnótico exotismo y melodías serpenteantes nos conducen al regreso de las lluvias y a la felicidad de los animales de la jungla en “The Rains Return”, con un sutil y bellísimo acompañamiento destinado a ir llevando al espectador y oyente a la emoción inadvertidamente, algo en lo que Mr. Debney es un auténtico virtuoso.
Nuestro héroe debe abandonar a los suyos para evitar la tragedia y la música, con una hermosísima aparición del violín solista, nos hace sentir su dolor como si fuera el nuestro en el maravilloso desarrollo de “Mowgli’s Leaving” para, a través de una melodía bellísima, muy Miklos-Rózsiana (entre 00:57 y 01:30), hacernos sentirnos a todos que somos el protagonista.
Justo después escuchamos una exquisita versión del tema de Mowgli, de 01:33 al 02:03.
Y mediante esta implicación emocional a través de la música, asistimos, igual que Mowgli al descubrimiento de los auténticos reyes de la jungla, los reverenciados elefantes, “Elephant Theme”, con una magnificente melodía muy en la línea de Basil Poledouris, que sin duda se hubiera sentido muy orgulloso de tan bello homenaje (a partir de 02:40).
El furibundo ataque de Shere Khan nos lleva por los derroteros de la música de acción más potente y de poderosa percusión y orquestación rotunda, con reminiscencias del estilo de James Newton Howard, especialmente de ciertas composiciones que este autor creara durante los años noventa, como Estallido o El Fugitivo, “Shere Khan Attacks/Stampede”, sin dar respiro y haciendo que la producción de adrenalina en nuestro cuerpo se dispare con su escucha.
Los siguientes tracks de la composición entran en un terreno más descriptivo y atmosférico. Así se nos presenta “Kaa/Balloo to the Rescue”, con un suspense musical in crescendo que nos lleva a la entrada salvadora del jovial Balloo con grandilocuencia orquestal y golpes sonoros para acompañar el rescate, la inocente engañifa del oso a Mowgli para que este le consiga la miel de los panales de abejas de los riscos más elevados, con la percusión y los violines en registro agudo definiendo el peligro de los aguijones, y la flauta las acciones del protagonista, “Honeycomb Climb”, o “The Man Village”, con la única definición musical del elemento humano (con un instrumento de sonoridad similar al duduk que quien esto suscribe no ha logrado identificar) más como posible amenaza que como fuente de alegría y esperanza para Mowgli, lo que lo hace sentirse aún más unido a sus amigos animales frente a la presencia de sus iguales. Magistral el último minuto del tema para definir psicológicamente a nuestro protagonista, ayudando sobremanera a la interpretación del joven actor gracias a la música, con una hermosísima presentación a la flauta de la melodía de la unión de los animales.
El peligro acecha a cada nuevo recodo del camino (desaforada percusión y metales), pero entre las especies que habitan la jungla existe un código de respeto que uno debe ganarse al crecer. Mowgli obtiene su momento cuando un bebé elefante queda atrapado en un pozo (“Mowgli and the Pit”).
Su inteligencia sirve para ayudar a su paquiderma familia, a sacarlo de allí, mientras la melodía del clásico animado de 1967 y su The Bare Necessities nos llena de emoción hasta incluso formarnos lágrimas (de 02:24 a 02:57)…
…conforme Bagheera y Balloo sienten con nosotros orgullo y alegría ante las acciones del pequeño humano y el bebé elefante retorna a su agradecida manada. Atentos a la gloriosa entrada del motivo de los elefantes a partir del 02:06, de carne de gallina.
La siguiente etapa de la historia nos lleva al territorio de los simios, cuando el niño lobo es raptado por las huestes del Rey Louie, que algo oculto busca del pequeño humano, “Monkeys Kidnap Mowgli”, con una percusión desatada y entradas disonantes de los metales, golpes de piano y coros masculinos que acentúan la tensión del momento hasta levarnos a los dominios del rey mono y sus acólitos, definido por zigzagueantes y resbaladizas orquestaciones sinuosas que nos llevan al suspense en “Arrival At King Louie’s Temple”, hasta que el motivo de “I Wanna Be Like You” del clásico animado estalla con tonos amenazadores y nada joviales a partir del 01:10 de “Cold Lair Chase”, acompañado de coros y efectos percusivos, y tememos por la vida del joven ante la grandeza y agilidad sibilina del simio, hasta que a partir del 03:00 se produce el enfrentamiento definitivo y el tema del King Louie procedente del clásico animado se rinde con un quejido de los metales ante la inteligencia de Mowgli que escapa incólume a los malintencionados deseos del autoproclamado monarca.
Y llegamos al momento de la acción más épica y al inicio de la parte final de la obra, con John Debney desarrollando y dando cierre al viaje musical con todos los temas, eclosionando y explotando sinfónicamente hasta el epílogo.
Comenzamos con las deliciosas orquestaciones llenas de emoción de “The Red Flower”, combinando la voz masculina a través de los coros, representando a Shere Khan, con la femenina de la unión del resto de las especies de la jungla, y la épica del “Trust in Me” del clásico de 1967, a partir del 01:39, con una apoteósica conjunción orquesta/coros, para comenzar la batalla final.
El sentido de la maravilla domina la tensión de la persecución y acoso de Shere Khan, mientras la orquesta desgrana su tema en registros altos apoyado en el coro, y las cuerdas acompañan el plan de Mowgli para vencer a su insuperable enemigo, “To The River”. La grandeza del tema central estalla en los instantes postreros, para concluir con un homenaje de John Debney al inmortal tema de Rudy, de Jerry Goldsmith, con la entrada final de los timbales.
“Shere Khan’s War Theme” y “Shere Khan and the Fire”, con la combinación del tema de las leyes de la jungla y la manada, el tema del villano (de 00:09 a 00:33 del primero)
…y el tema de Mowgli nos ofrecen un viaje donde la emoción es protagonista y la carne de gallina segura consecuencia de la escucha de la obra. Entran todos los motivos desplegados hasta el momento, un homenaje a Basil Poledouris incluso (de 01:11 a 01:47 del segundo)
… y una explosión de brillantez orquestal y soberbia interpretación nos conduce a la resolución (atentos a los últimos 40 segundos, impresionantes).
Y la obra se cierra con tres de los tracks más bellos del cine reciente, donde la belleza es tan magnificente que no se puede por menos que acabar aplaudiendo ante la labor de los intérpretes y el compositor, y los pelos como escarpias y quizá, incluso alguna lágrima de emoción nos sorprenda cuando descubrimos cómo los elefantes reconstruyeron la jungla, cómo Mowgli por fin venció la carrera, y cómo un libro de la selva, se cierra.
Atentos a partir del 01:28 de “Elephant Waterfall”. Déjense llevar por la magia. Este es el perfecto ejemplo de música que trasciende el propio film, aún sirviéndole con fascinante grandeza. Estamos ante un tema para la historia. El motivo de los elefantes se une al de Mowgli, el tema de la manada se descubre como uno solo con ambos, y los ojos se humedecen sin poderlo evitar, es la magnificencia hecha narración, hecha música, es la receta de la magia. ¡Bravo, Mr. Debney!
Uno de los temas más superlativos de toda su carrera y uno de los temazos más maravillosos de los últimos años. Soberbio el desarrollo melódico a las cuerdas, sutil el ascenso de los coros femeninos unidos a la aportación de la flauta, puro éxtasis la entrada de toda la orquesta con la explosión del tema central, puro virtuosismo, puro talento, el auténtico material del que están hechos los sueños.
La película concluye con una apoteósica versión del motivo de «The Bare Necessities», en “Mowgli Wins The Race”, ante la que es imposible no sonreír llevado por un contagioso entusiasmo y alegría desbordadas, en un medio minuto glorioso a todos los niveles.
Y finalmente tenemos una revisitación final a los temas centrales de la obra en el sobresaliente y embriagador “The Jungle Book Closes”, con uno de esos cierres que siempre apetece revisitar, atemporales, subyugantes, emocionantes, magnificentes, por los que una obra es recordada.
Y si con la entrada final de los coros se descubren con un nudo en la garganta, embargados por la emoción y al punto de levantarse y aplaudir a rabiar, no se priven, háganlo, pocas ocasiones hay actualmente que lo merezcan más.
Y junto a las notas llenas de pasión de John Debney y las exquisitas orquestaciones, cierren esta historia,
pero sólo para abrirla en cualquier otro momento, y volver a conocer las leyes de la jungla, regresar junto a Balloo, Akela, Raksha, Bagheera, Shere Khan, Kaa, el rey Louie y Mowgli, y abrir otro nuevo capítulo de
The Jungle Book
Porque la fuerza del lobo es la manada
y la fuerza de la manada es el lobo.
He aquí la Ley que en nuestra Selva rige,
y que es antigua como el mismo cielo.
Prosperarán los lobos que la cumplan
más aquel que la infrinja será muerto.
Cual planta trepadora envuelve al árbol
así a todos la Ley nos tiene envueltos;
porque el lobo da fuerza a la manada,
más la manada a él fuerte ha hecho.
Del hocico a la cola cada día
lávate, y bebe siempre sin exceso,
¡pero no escasamente!; y no olvides:
de la noche a la caza, el día al sueño.
Puede el chacal, en busca de despojos,
que el tigre deje, irse tras él hambriento;
más tú, lobato, cazador de raza,
mata, si puedes, por tu cuenta y riesgo.
Con el tigre y el oso y la pantera
que siempre de la Selva han sido dueños,
vive en paz, y al buen Hathi no molestes
ni al feroz jabalí vayas con juegos.
Cuando en la Selva dos manadas chocan
y un mismo rastro siguen con empeño,
échate y deja que los jefes hablen,
que así, tal vez, se llegue a algún acuerdo.
(…)
He aquí de nuestra Ley los numerosos,
los sabios y muy útiles preceptos;
más todo en uno sólo se concreta:
¡obedece! La Ley no es más que esto,
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