Método, seriedad y un camino silencioso hacia la creación |
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Partitura absorbentemente lineal, de gran complejidad, difícil escucha y una aplicación en pantalla tranquilamente violenta. La composición del autor de la extraordinaria Sicario se mueve por un sinfín de detalles, todos ellos milimétricamente estudiados y que nos llevan desde matices renacentistas hasta momentos claramente experimentales, electroacústicos o, incluso, mixturas sorprendentes en el estudio detallado de la obra, ya que, sin duda, resulta una producción compacta y muy fiel a la imagen para con la cual muchos de sus adornos quedan positivamente ocultos.
Podríamos delinear la partitura para Arrival mediante el trazo uniforme de una nota, llevémosla siempre a los registros clave de la banda sonora (los graves) y modulemos (“One of Twelve”) a nuestro antojo, dentro de las escalas empleadas por los numerosos sonidos que nos encontramos, hasta conseguir la expresión de una contención potencial devastadora, uniforme, curvilínea y delicada (como lo es el lenguaje del filme).
La complejidad que resulta de esta acción es inaudita, como asimismo se configura la de la partitura. La dual composición de los matices renacentistas en las voces (“Sapir-Whorf”) con otros experimentales en las mismas (“Kangaru”) o el empleo del clavicordio (instrumento antiquísimo) frente a los pads infinitos nos hacen enfrentar directamente los dos mundos del filme, el humano y el extraterrestre otorgándonos a nosotros, como seres primitivos respecto a aquellos, el adorno renacentista. Extraordinario.
Lamentamos la inclusión en el filme (a modo de cuerda que anuda la historia), de la pieza de Max Ritcher “On the Nature of Daylight” (The Blue Notebooks, 2004) siempre en relación al conjunto formado por Jóhannsson (no se incluye en la edición de la banda sonora). El tema en sí, insertado en el global y al referirse exclusivamente al lado más sentimental del filme, queda bien empastado aunque, escudriñando detalles y sentidos, lleguemos a descubrir grietas que pudieran llevarnos hacia las dudas que genera su tan dispar forma en relación a la creada por la partitura original. No cabe duda que ha sido un deseo exclusivo del director, Denis Villeneuve, ya que, afirmándolo fervientemente, Jóhannsson podría haber creado un motivo de la misma influencia y calidad o, sin duda, mayor, y haber estado emparentado directamente con el resto de su trabajo. Una lástima.
El filme rebosa seriedad y buen hacer, igual que la música. Siempre prudente y con una gama de graves que hacen disfrutar cada secuencia, el compositor fabrica su primera verdadera aparición en pantalla de forma sutil hasta generar unos minutos de auténtico poder: la escena es escalofriante, devastadora, ingente y titánica, tanto en imagen como en música (“First Encounter”) y se inicia con las modulaciones de los graves dando una sensación de traslación de las situaciones verticales de ascensión a la nave hacia las horizontales del campo gravitatorio de la misma: extraordinario. El resto de la secuencia y de la composición resulta ejemplar para cualquier director y compositor que se adentren en el intento de dar a conocer una impresión absoluta, un campo de emociones altísimas y pretendan hacerlo con seriedad y perfección: inigualable y, sin duda, el instante más alto de la partitura.
Los detalles en Arrival son numerosísimos. Encontramos en la obra la simbiosis entre varios conceptos que se trabajan en toda la historia: el lenguaje, la comunicación, la polifonía musical, las voces experimentales y las que proyectan la ligera impresión de música renacentista… En fin, una interrelación tan completa y compleja como lo es el sistema lingüístico de los extraterrestres y su interpretación por parte de los humanos. Importante debemos de calificar el detalle positivo del director que, pese a insertar la composición no original para el filme del mencionado compositor Max Ritcher, no lo hace en los instantes en que la partitura de Jóhannsson ya se encuentra asentada, ni siquiera en las imágenes de la protagonista que representan secuencias estrechamente relacionadas con las que al inicio y al final son “musicadas” con la citada pieza.
En definitiva, nueva colaboración entre director y compositor que no defrauda, de seriedad manifiesta, trabajo estudiado, minimalismo electrónico percusivo en muchas ocasiones y con una frialdad agresiva que, si bien como unión de sustantivo y adjetivo podría desorientarnos, tras el visionado del filme terminaremos por entenderlo. Ejemplar método y una de las bandas sonoras del presente curso. |
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