1. Planet Earth II Suite (4:31)
2. The Sloth (3:41)
3. Home to Dragons (5:01)
4. Albatross Dance (4:00)
5. Razor Snakes vs Iguanas (4:59)
6. Chinstrap Penguins (3:20)
7. Singing Indri (2:41)
8. Competing Hummingbirds (3:12)
9. Life in the Canopy (2:41)
10. Jungle Weather (1:41)
11. Night Crawlers (2:00)
12. World of Bioluminescence (2:50)
13. Wilson’s Bird-of-Paradise (3:29)
14. Something Worth Protecting (2:17)
15. Life Without Water (2:39)
16. Monsoon Deserts / Canyonlands (3:20)
17. Lions vs Giraffe (3:31)
18. The Butcher Bird (1:07)
19. Wild Horses (2:45)
20. Desert Nightlife / Golden Mole (3:39)
21. Long-Eared Bat vs Scorpion (3:13)
22. Early Morning Fog (2:53)
23. Roof of the World (0:53)
24. Peaks of North America (1:59)
25. The Ibex (1:41)
26. The Himalayas (2:17)
27. Flight Over Alps (2:17)
28. Ice Skating Flamingos (1:19)
29. Dancing Bears (1:38)
30. Tenatious Bobcat (1:55)
31. Garden of Ice (2:05)
32. Snow Leopards (5:15)
33. Savage Beauty (1:43)
34. Nomadic Life (1:57)
35. Hunting Buffalo Herds (4:17)
36. The Okavango (1:39)
37. Carmine Bee Eaters (2:41)
38. Industrious Insects (3:39)
39. The Great Migration (5:45)
40. The Unnatural Habitat (1:17)
41. Langurs of Jodhpur (2:36)
42. Temple Gardens (2:10)
43. Market Thieves (3:10)
44. Illuminated (1:32)
45. City Skylines (1:28)
46. Starlings (1:53)
47. Toronto Raccoons (2:52)
48. We are the Designers (2:49)
49. Epilogue (1:20)
«Planet Earth II Suite»
«City Skylines»
«I Got Him!»
Se trata del documental de vida salvaje con más éxito de espectadores y mayor expectación mediática en su estreno. Los productores de la BBC han arriesgado en cuanto a sofisticación de sistemas de grabación y música… La música gana, seguida de una impresionante fotografía.
El sonido se sale. Las escenas (lo que le ha valido a la BBC severas críticas por parte del público más científico) han sido trucadas con efectos de sonido artificiales… Todo mucho más espectacular, de cine, pero en el visionado la música se mezcla mal con los efectos de jet supersónico sobreimpuestos a un lagarto huidizo.
CITIES… El último episodio de la serie plantea un contraste difícil a músicos y montadores para armonizar un entorno urbano con rasgos de conducta propios de los animales salvajes. La música apuntala perfectamente ese difícil equilibrio.
BSOSpirit opina
Nota media:7,89
Ángel Aylagas (7), Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (8), Óscar Giménez (8), Juan Ramón Hernández (9), Antonio Miranda (6), David Martínez (9), Jordi Montaner (10), David Sáiz (8)
Cuando asumí reseñar esta banda sonora, lo hice con cierto desapego. El Planet Earth de George Fenton sentó cátedra en muchos aspectos y corría el rumor de que la presencia de Hans Zimmer en esta nueva secuela documental era más anecdótica que firme; que tanto Jasha Klebe (autor de la música del documental nominado al Oscar Winter on Fire) como Jacob Shea (Through the Wormhole, una serie documental protagonizada por Morgan Freeman) eran quienes andaban detrás de la comprometida partitura sin más ton ni son… He visionado los seis capítulos de la serie y me ha parecido una música correcta, bien trabada; no obstante, me he puesto a escuchar los dos discos a todo trapo y a oscuras, con las imágenes de la serie en cabeza, y he llegado a la conclusión de que se trata de una obra perfecta, sublime, sin parangón en este año extraño de música de cine.
Islas
Escuchando a la London Chamber Orchestra interpretando las piezas correspondientes al primer episodio de la serie, me rindo a pensar que la sombra de Zimmer abraza esta música por completo. Tratad de identificar a ciegas qué compositor de cine renombrado podría estar detrás de temas como “Home to Dragons” o “Razor Snakes vs. Iguanas” (una secuencia inmortalizada en YouTube), pese a que los créditos correspondan por entero a Klebe y Shea en ambos casos.
A lo largo de toda la serie se reproducen divertimentos extraordinarios de cuerdas y percusiones sintetizadas que remiten al Zimmer de hace 30 años. El himno-suite de la serie, con coros, parece un bonus track de Gladiator.
La excelente calidad de la grabación de sonido perjudica a la película, pero enriquece a los discos. Los efectos, ecos y reverberaciones sobredimensionan la palpitante banda sonora de las escenas de acción (cazas o persecuciones) y se escuchan con deleite.
Tanto Attenborough como los directores-productores Michael Gunton y Tom Hugh-Jones deseaban atraer público joven, adolescente, a esta nueva experiencia documental; para ello, necesitaban salirse un poco de lo académico y fichar a un maestro más freakie como Zimmer, hollywoodiano a tope y también muy fan de los documentales de Attenborough.
Bajo mi punto de vista, el resultado ha sido un éxito. Por lo que conozco, los adolescentes son muy partidarios de cómo Zimmer trata la música de cine… Lo eran hace 30 años y lo siguen siendo ahora. Cuesta que un fondo musical de Zimmer en una reunión de adolescentes sea tachado de “coñazo”, y no ocurre igual con otros renombrados compositores de ayer, de hoy y de siempre.
Attenborough, excitado por el impecable trabajo de Zimmer, Klebe y Shea, asegura que para la franja de público de Planet Earth II entre 16 y 35 años, “me complace admitir que la música de la serie va a ser un factor clave”.
Attenborough y los productores de la BBC desestimaron para esta segunda entrega de Planet Earth las redundantes imágenes de leones, leopardos, lobos, osos, cocodrilos, leones o serpientes que constantemente bombardean la programación documental destinada en televisión a la vida salvaje. Con el primer episodio queda claro que la temática se orienta a los animales, digamos, de “serie B”: perezosos nadando en busca de pareja, dragones de Komodo peleando, pingüinos sobreviviendo en la isla volcánica de Zavodovski, iguanas salvándose por los pelos del acoso de amenazantes ofidios…
Selvas
Si en el visionado de los capítulos los efectos de sonido castigan la música, no ocurre lo mismo con la narración de Sir David Attenborough, quien confiesa que antes de escribir su discurso siempre presta mucha atención a la música para respetar sus inflexiones y bajar la voz ante una tensa espera o transmitir con excitación una persecución emocionante. Otro documental de la BBC sobre vida salvaje, obra del mismo naturalista, The Hunt, escatimó recursos de audio y la música de Steven Price casaba líricamente con la narración de hermosa, diversa y coherente…
Sería interesante, a modo de cuento, incorporar sólo la narración de Attenborough a la música de Zimmer, Klebe y Shea. Hago este apunte en dicho episodio, el segundo de la serie, porque es precisamente el más rico en efectos sonoros y, consecuentemente, el más perjudicado en cuanto a música.
A modo de explicación (o excusa), los productores admiten que la tecnología de la imagen, como la velocidad de la luz, supera ampliamente la del sonido. Para poder compatibilizar en la edición de estudio un proyecto filmado en 4K con tecnología UHD (ultra-high definition) y Blue-Ray “se requieren sonidos diseñados por ordenador”. El mismo Zimmer allana el camino a esta maniobra técnica (que algunos naturalistas consideran poco ética) asegurando que se trata de un espectáculo cinematográfico-televisivo que requiere de un montaje dramático ad hoc.
Desiertos
“Life Without Water” arranca como un paseo en helicóptero de Black Hawk Down, y los demás temas de este episodio se suceden en esa misma clave. Los ritmos denotan una precisión perfecta que en el visionado del documental pasa a un plano supeditado. “Lion vs. Jiraffe” es otro excelente ejemplo de la épica zimmeriana aplicada a las escenas de persecución que quitan el hipo.
La secuencia es impresionante; pero, insisto, más impresiona escuchar el temazo a todo trapo y a oscuras. Todas las escenas de acción, de hecho (y esto es marca de la casa), terminan en una coda musical lenta a modo de moraleja naturalista: cuando dos se enfrentan, solo uno gana y no es siempre el mismo.
Montañas
Pasó en su día con el duduk y ocurre ahora con el violonchelo… Son cada vez más los compositores de cine que se sirven del registro de este instrumento para acompañar escenas de soledad, ternura o melancolía. ¿Una moda? Lo dejo aquí.
Además de la suite de inicio y el tema “Epilogue”, cada arranque de episodio rememora el himno de Planet Earth II (tema central de la serie, el único acreditado oficialmente a Zimmer) a modo de un corolario musical; cada vez en un tono distinto, adaptado al ecosistema protagonista del capítulo.
La música de esta serie se basa más en instrumentos de viento que de cuerda. Flautas y oboes rivalizaban en temas como “Competing Hummingbirds” (en el episodio de Selvas), del mismo modo que en este episodio las flautas dan pie a coros celestiales y al glockenspiel en el tema “Garden Of Ice”.
Klebe y Shea emplean un recurso muy propio de los 90: la TMM (trailer music formula). Consiste en abordar la partitura correspondiente a una determinada escena a modo de trailer; de anuncio. Arrancan con un leve ostinato de cuerda y un leitmotiv (casi siempre la sintonía del programa de Zimmer) en constante crescendo, desatando la tensión, la expectación por cuanto ocurre. Este método resulta prácticamente inédito en los documentales de la BBC, en los que la narración manda sobre todo esfuerzo musical… Pero el propio Attenborough se ha declarado entusiasta de semejante modus operandi: “La emoción de la música supera a la de las palabras.”
En secuencias y temas como “Snow Leopards”, la voz del narrador casi desaparece por espacio aproximado de cuatro minutos. Estamos ante una visión absolutamente recóndita; unas imágenes que han tardado 10 años en filmarse, en partes inaccesibles de países o fronteras militarizadas y de condiciones climáticas muy adversas… La belleza de semejante secuencia es una suerte de incalculable valor; su desnudez tal vez no requiera nada más que luz y silencio. “Lo que aquí vemos ocurre solo durante unas horas cada año, y llevamos toda una década filmando para sólo cuatro minutos de montaje”.
Cámaras trampa, drones, globos aerostáticos han sido reiteradamente ensayados para acceder a lo poco y último inaccesible del planeta. La música exhibe estas imágenes a modo de un triunfo, de un elixir recuperado.
Praderas
Musicalmente podría objetarse que esta banda sonora que alabo tiene una base melódica muy pobre, y no puedo objetar a semejante planteamiento. En la parte final de temas como “Chinstrap Penguins” o “Flight over Alps”, tambores, trompetas o cuerdas gimen aparentemente sin orden ni concierto, casi en modo atonal.
“Razor Snakes vs. Iguanas” o “Long-Eared Bat vs. Scorpion” despliegan potencia de voz y de recursos ingeniados sin un eje temático concreto, sin melodía. Vale, pero insisto en que la escucha fría y cruda de estos temas estimula el oído, se asimila a los latidos cardiacos, empatiza con las emociones, funciona perfectamente.
En otros temas como “Ice Skating Flamingos”, “Dancing Bears”, “The Butcher Bird” y “Market Thieves”, los compositores dan cancha a los influjos étnicos: mandolinas griegas, flautas orientales, melodías egipcias callejeras… En “Hunting Buffalo Heards” y “Monssoon Deserts” incluso recurren a guitarras eléctricas.
Además de la suite (solo en el disco) y el epílogo, el tema oficialmente acreditado a Zimmer se hace particularmente reconocible en “Snow Leopards”, “Jungle Weather” (en modo rítmico), “The Great Migration” y “Nomadic Life”.
Tony Hall, actual director of the BBC, reconoce que la tecnología puntera está transformando no solo la forma de grabar documentales, sino también su guión y su edición. Por su parte, Hans Zimmer rechaza toda predominancia en el formato de Planet Earth II y asegura que la voz de David Attenborough es el principal instrumento de la banda sonora: “Me resulta imposible contemplar escenas naturales sin escuchar en mi interior la voz sosegada y elegante de David.”
Ciudades
“Somos demasiados, y esta superpoblación está minando los recursos naturales, el clima, los paisajes y la supervivencia de muchas especies animales y vegetales”… Attenborough avisa. Depende solo de los humanos determinar cuánto tiempo más podremos sobrevivir en este planeta; depende de la velocidad a la que sigamos esquilmando los recursos.
Este capítulo se presenta en un tono singular, crítico, reflexivo, paradójico. Los instrumentos de viento, el violonchelo y los coros celestiales recrean el himno-tema principal a modo de adagio, de elegía. Shea y Klebe rinden pleitesía a Zimmer. No en vano, su empresa –The Bleeding Fingers Custom Music Shop– surgió a modo de joint venture entre las corporaciones musicales Extreme Music y RCI Global (con Hans Zimmer a la cabeza).
“Something Worth Protecting”, al igual que algunos temas de anteriores capítulos como “Albatross Dance”, “Chinstrap Penguins”, “Early Morning Frog” o “Snow Leopards”, se valen de recursos netamente zimmerianos como las percusiones metálicas en planos prominentes, cuerdas ajustadas por ordenador y piano.
Attenborough solo aparece en el final de este episodio con una declaración casi institucional: “Puesto que dependemos absolutamente de la naturaleza, no tenemos más remedio que entender cómo funciona, cuáles son sus puntos fuertes y débiles, y obrar en consecuencias”.
Con 90 años en su espalda y una carrera profesional de por lo menos 60, Attenborough se muestra gratamente sorprendido de la forma en que la tecnología va facilitando a los científicos y a toda la humanidad aspectos que antes se asumían casi imposibles; sin embargo, también reconoce que el progreso nunca ha conseguido hasta ahora despegarse de su etiqueta de imposible sostenibilidad.
Planet Earth II es una banda sonora hermosa, diversa y coherente, como el planeta mismo.
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