Cada negro es una estrella |
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Barry Jenkins sabe muy bien lo que se hace cuando decide abrir su película antes de que veamos imagen alguna con la canción «Every Nigger Is a Star», y es que la historia de Moonlight, aunque alguno se la pueda tomar como un alegato contra la homofobia o algún tipo de denuncia política (tristemente tan en boga ahora mismo con Trump en la presidencia) debido a su contenido social, no es ni más ni menos que una historia que nos habla sobre ser distintos y sobre la búsqueda de nuestra identidad a través de las etapas de nuestra vida, que es lo que la pasa a Chiron, el protagonista de la cinta durante su infancia, adolescencia y etapa adulta.
Un drama urbano y de suburbios en el que se nos muestra que las personas se pueden ver muy superadas por las circunstancias, llevándolas a cometer actos atroces, pero que también se pueden redimir gracias a los lazos del amor, y Jenkins, con una forma de rodar muy deudora del cine de Wong Kar-wai, logra que el protagonista brille ante nuestros ojos como la estrella de la canción de Boris Gardiner que abre el film.
“Es una de mis cosas favoritas: explorar junto al director texturas musicales, sonidos e ideas, y ver cómo encajan con la imagen. Cuando una idea funciona ves cómo cambia la percepción de lo que tenías en mente. La sientes de verdad y ayudas a la historia a crecer”.
No lo digo yo, este pensamiento es de Nicholas Britell, compositor que poco a poco se va haciendo un hueco en la industria y que en esta Moonlight muestra su valentía al experimentar con los sonidos para acompañar la historia. Y es que la partitura de Britell es difícil de digerir, muy oscura, minimalista y con muy poca presencia en el film, aunque cuando hace su aparición siempre está más que justificada y funciona como un reloj con lo que se nos cuenta y en cómo dibuja al personaje de Chiron, destacando en todo el conjunto el tema a cuerda que se nos presenta en “The Middle of the World” y “Chiron’s Theme”, tema de piano asociado al protagonista, los cuales irán apareciendo con distintos desarrollos a lo largo de la historia y al final se encontrarán en el estupendo corte “End Credits Suite”.
Como he dicho al principio, no es fácil entrar en el experimento que Britell ha ideado para esta película y para valorarla en su justa medida (como toda BSO) hay que escucharla en su contexto y, francamente, ¡cómo gana con las imágenes, amigos míos!
LO MEJOR: La arriesgada apuesta del compositor y lo bien que funciona en el film.
LO PEOR: El fandom “bandasoneril” (cosa muy común), que la pone a caldo sin haber visto la película. Otra cosa es que sea justo o no que sea candidata a ganar un Oscar, viendo algunos grandes scores que se han quedado fuera.
EL MOMENTO: Tres concretamente, “The Middle of the World”, “The Spot” y “The Culmination”.
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