Mensaje nacionalista encubierto |
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Basada libremente en la historia real de Kunioka Tetsuzô, A Man Called Pirate nos cuenta la historia de este empresario del petróleo, desde sus comienzos como un pequeño empresario local hasta llegar a ser un gran magnate tras la Segunda Guerra Mundial. Siempre malhumorado y adicto al trabajo, con una enorme fidelidad hacia sus trabajadores, aunque requiere de ellos una lealtad igual a la de un soldado hacia su superior, llegando a poner en numerosas ocasiones su salud y vidas en peligro por culpa de tareas insalubres o por medio de trabajos realmente peligrosos.
Basada en la novela homónima de Hyakuta Naoki, la historia va de atrás para adelante y viceversa mostrando al protagonista (muy bien interpretado por Junichi Okada) desde que tiene más de 90 años y pasando por distintas épocas de su vida hasta llegar a su juventud en la que contaba con unos 21 años.
La película crea una conexión no muy sutil entre Tetsuzô y Japón como nación soberana, representando en el protagonista a una especie de libertador de la economía a través de su empresa para que el país se desarrolle: el tipo apoya a los militares y a su país en la Segunda Guerra Mundial, no despide a ningún empleado tras la finalización de esta, aun cuando Japón se derrumba económicamente, en los años cincuenta los británicos bloquean su compañía todos los accesos del Océano Pacífico para vender petróleo y él desafía el bloqueo (de ahí lo de pirata en el título) para ir a Irán a abastecerse… T
Todo este conjunto de cosas (hay que recordar que el detonante para que Japón entrara en guerra fue el bloqueo comercial que Estados Unidos dictaminó en contra del país oriental, haciéndole perder el 88% de sus importaciones petrolíferas) son las que destilan un mensaje de derechas que en su día llevó al autor de la novela a granjearse encendidas críticas por parte de muchos sectores sociales y políticos de Japón, aunque curiosamente el libro resultó ser todo un bestseller e incluso recibió más de un premio, si bien es cierto que la película suaviza bastante el mensaje para que el público no le dé la espalda.
La factura técnica del film es envidiable. No en vano está dirigida por uno de los más destacados directores nipones de los últimos tiempos: Takashi Yamazaki, realizador que pone siempre un mimo exquisito en todos sus trabajos, entre los que encontramos cintas tan relevantes y variopintas como Always, Ballad, Space Battleship Yamato, Friends: Naki on Monster Island, The Eternal Zero, Stand by Me Doraemon o Parasyte: Part 1 y Parasyte: Part 2. Todas ellas tienen un punto en común muy importante en la filmografía del director y no es otro que el compositor a cargo de la música, con el que forma uno de los binomios más importantes y longevos de la cinematografía japonesa: Naoki Sato.
Director y compositor se conocen a la perfección y el resultado de sus colaboraciones es siempre como mínimo de notable en todas ellas y en esta A Man Called Pirate vuelve a quedar de manifiesto el enorme talento que atesora Sato para componer.
La banda sonora de corte casi en exclusivo dramático se sustenta en un leitmotiv asociado al protagonista que sirve para ensalzar sus virtudes humanas así como los sacrificios y enormes trabajos que realiza en pro de su país, trabajadores y, como no, en su propio beneficio. Dicho tema principal aparece al comienzo del score con The Man Who Were Called Pirate-Main Title- y tendrá distintas apariciones a lo largo de la historia para retratar a Kunioka Tetsuzô, siempre con la delicadeza de la sección de cuerda como protagonista y destacando en cortes como Memorial Day, Readiness (este con un gran poso dramático) y The Man Who Were Called Pirate-End Titles-
Siempre con las cuerdas como protagonistas, el compositor va ahondando en la vena dramática de la historia, ofreciendo pasajes realmente hermosos que sirven de hilo conductor a más de medio siglo de trabajo y lucha del protagonista, encontraremos temas muy significativos como Financing y To the Import Reopening, los cuales apuntalan los difíciles comienzos para sacar a flote su empresa. Igualmente importante es el bloque que forman los cortes Southern Oil Policy, Death of Hasebe y Negotiations junto al anteriormente mencionado Readiness. Los cuales acompañan a uno de los momentos más duros en la vida de Tetsuzò. En ellos, las cuerdas se vuelven más sombrías y son acompañadas en ciertos momentos por percusión a modo de duelo. Dicha tendencia pesimista tornará en esperanza y aceptación en el tema que representa la travesía del petrolero del protagonista hasta la ciudad iraní de Abadán.
Y de aquí pasamos a los temas que reflejan los pasajes en que la acción toma su lugar en la historia, cortes en los que como siempre el sello Sato es total merced a las orquestaciones utilizadas en las cuerdas y la utilización de campanas tubulares e incluso taikos. Grandes temas que nos sumergen totalmente en escenas cargadas de muchísima tensión y adrenalina que acontecen en el mar como The Sea of Moji, Manchurian, Huge Shadow y Selat Sunda. Siendo este último uno de los mejores temas y grandes momentos de la película.
Reseñar por último dos temas que se salen totalmente del conjunto del score: «Yuki» y «Company Song Of Kunioka Soten». El primero con el arpa como principal instrumento retratando al único personaje femenino de la película; la subyugada esposa del protagonista. El segundo, la canción de la empresa petrolera cantada por la tripulación, la cual contiene una letra que habla como no podía ser de otra forma de deber, sacrificio, lealtad y todo lo que tiene que ver con el mensaje que quiere mostrar la historia. Como digo, dos “raras avis” en el bloque temático aunque necesarias en su uso para la historia.
Para finalizar, apuntar que esta banda sonora ha sido una de las cuatro elegidas a competir a mejor música por la Academia Japonesa de Cine, cuyos premios se entregaron el pasado fin de semana. Un reconocimiento más al que por su cantidad de trabajos y la calidad de todos estos en el pasado 2016, ha sido el mejor compositor del año para el que escribe.
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