Matones, detectives privados, porno, sicarios pecosos, y todos esos rollos |
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Transcurría el año 1986 y un joven recién graduado en la universidad, con todo el futuro por delante y la ilusión de resucitar para el cine el género negro y/o policial con un nuevo estilo, vendía su primer guión a uno de los productores con más influencia en Hollywood. Diga Warner Brothers, diga Joel Silver, diga un guión titulado Lethal Weapon (Arma Letal), y una vez más, y valga la redundancia, diga, Shane Black.
Estas fueron las palabras que, sin ir más lejos, el propio Joel Silver, dispuesto a convertirse en su mecenas, dedicó a Black: «Shane ha inventado un nuevo estilo de cine comercial, una mezcla de acción y comedia centrada en los personajes» -las Buddy Movies (films protagonizados por una pareja antagónica de compañeros de trabajo y/o aventuras) acababan de nacer-, «Shane tiene un estilo único. Ya sea honrando las convenciones de un género o desafiándolas, sus guiones siempre destacan por la originalidad de sus personajes, lo innovador de sus coreografías de acción y sus brillantes diálogos».
La carrera de Black se dispararía durante los siguientes años. Entre lo exitoso de sus guiones para filmes comerciales destacaron sobremanera, The Last Boy Scout (El último Boy Scout), por la que recibió 1.750.000 dólares en 1991, y que está considerada como la película con más tacos por minuto de los noventa, y The Long Kiss Goodnight (Memoria letal) en el 96, por la que recibió un sueldo de 4.000.000 y cuyo fracaso comercial le alejó de la primera línea y significó para él el inicio de un declive que le hundió en un mar de alcohol y diversas sustancias estupefacientes durante algo más de un lustro (otro caso Joe Eszterhas, quien tras Instinto básico cayó en una espiral de decadencia hasta nuestros días).
Ya en el siglo XXI, y con Silver de nuevo al rescate, el homenaje al pulp de Kiss Kiss Bang Bang, delicioso film de cine negro detectivesco que empezaba a devolver a Robert Downey Jr. al lugar que su talento merecía (paralelismos con la carrera del propio Black abundan aquí por doquier), el contrato con Marvel, para el que realizó la superheroica, y curiosamente muy personal, Iron Man 3, y finalmente, el film que nos ocupa, donde de nuevo Black da rienda suelta a sus pasiones y obsesiones, y de nuevo de la manera más lúdica y entretenida posible, los detectives, la violencia, la acción, esta vez enclavada en los años setenta, con los toques de comedia exacerbados (y bien que se lo agradecemos) y entregando uno de sus films más conseguidos. Si alguien duda de la capacidad del bueno de Shane para urdir una trama absorbente, puro entretenimiento y diversión y a la par dirigir a un par de actores como si estuviesen en perpetuo estado de gracia sin perder de vista nunca que sus personalidades se complementen a la par que choquen constantemente, y en un circo de tres pistas de acción constante y diversión, The Nice Guys es su película.
Y para crear el mundo musical de la historia, un viejo conocido que regresa, John Ottman (compositor de Kiss Kiss Bang Bang), que junto a un nuevo miembro de la familia fílmica de Black, David Buckley, conformarán los Dos buenos tipos que darán vida al score.
La composición es un claro homenaje al Henry Mancini de los años sesenta y setenta, y los ritmos jazzísticos y el saxo nos llevarán en volandas a la definición musical de un mundo lleno de recovecos morales, diversión a raudales y emoción, del que el “Theme From The Nice Guys” es perfecto ejemplo. Guitarra eléctrica, bajo, saxo al por mayor, trompeta y cuerdas, un clásico instantáneo y retentivo a más no poder que provoca que los pies se muevan al ritmo pimpante en un tempo enfebrecido que es puro deleite sonoro. La perfecta definición de los detectives de la época hecha música. Lugar, Los Ángeles, comienza la aventura.
Ottman y Buckley parten de su tema principal para orquestar la partitura en su totalidad, juegan con él, lo deconstruyen, “Kids Today”, lo versionan, lo convierten en lirismo emocionante, “A Little Favor”, o lo tornan en puro jazz extasiante al más puro estilo The Pink Panther, ¿de adivinan quién? Efectivamente, Mancini de nuevo.
Pero no sólo de un brillante tema principal vive el hombre y cuando la acción toma el mando la composición vibra de emoción y carisma. Atentos a los ritmos de “Disco Party Fight”, especialmente a partir del 00:34, o cómo transformar el suspense en excitante pasión desaforada, o al apabullante “Car Show Shoot Out”, o cómo convertir un tour de force de acción en un mickeymousing rítmico sin desperdicio (atentos a partir del 00:45) que nos pone la carne de gallina en un constante y poderoso crescendo de portentosa vivacidad.
Incluso el villano nos es definido con groove mediante la combinación de notas al piano y juegos con el saxo en segundo término, mientras las cuerdas le otorgan la cualidad inquietante que necesita, con la batería y el bajo acompañando sus fechorías con hipnótica precisión hasta la explosión musical final, “Meeting John Boy”.
Pero la piece de resistence y definitiva cuadratura del círculo es conseguida con el memorable cierre de la aventura, “P.I. Life”, donde el tema central adquiere aromas de clásico moderno, cerrando la historia con broche de oro y bailable emoción, dejándonos con ganas de más de ese mundo musical, y si a ello le añadimos que los compositores se lo están pasando pipa, y se nota, pues al conjunto se le perciba una alegría de vivir contagiosa y tan agradable, que una vez se escucha el CD la tendencia es volver a iniciar el camino, una delicia.
En suma, uno de los mejores scores del 2016, pimpante, lleno de ritmo y alegría de vivir, estilo, y ese añadido que hace que la música te toque y la recuerdes, desde el primer instante en el que la escuchas, magia. Resumiendo, la definición musical de un género como homenaje lleno de frescura, devoción y a la par taimado jugueteo revertiendo las claves de manera pícara y coqueta para plegarse finalmente a ellas con reverencia, lo que hace de las pequeñas creaciones como es el caso, excelentes e icónicas composiciones, en nuestra mano esta reconocérselo y darla a conocer.
Porque cuando todo se vuelve en contra, nada sale a derechas y el destino más bien parece la mirada de un tuerto con malas intenciones, siempre podemos esperar que todo empiece a ir bien en un momento dado, y que ese tipo que no hace más que hacerte la puñeta, pueda quizá ser tu salida a una vida mejor, ya sabes,
Y todos esos rollos (Wink)
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