Dejadme que piense en un personaje de cómic más complicado, lunático y falto de carisma que Legión para trasladar a la gran o pequeña pantalla sus aventuras. Diez minutos pensando y os aseguro que no se me ocurre ninguno. Adaptar Legión cinematográficamente (que aunque haya sido para la televisión, su tratamiento técnico ha sido eminentemente cinematográfico) es una tarea pírrica. Solo apta para un creativo que esté al mismo nivel de salud mental que el personaje. Uno que ha sido creado por Chris Claremont, el padre de los mutantes (los más interesantes), en esa etapa psicotrónica que lo emparejó con el personal ilustrador Bill Sienkiewicz. Si algo recuerdo de mi primer contacto con la literatura de Claremont es que este no era un autor convencional. Y mucho menos infantil. Su mente, claramente virtuosa, navegaba siempre por parámetros realmente complejos, con tintes científicos, para nada presupuestos a un entretenimiento infantil/juvenil como se le presupone a los cómics de superhéroes.
Posiblemente Chris Claremont ha escrito alguno de los materiales de ficción más complejos que yo recuerde haber leído. Y su interesante etapa para los mutantes, sobre todo para aquella que desarrolló en los ochenta junto a dibujantes como Walter Simonson, Marc Silvestri o John Romita Jr., de una complejidad narrativa inusitada en este mundo. Con viajes en el tiempo, astrales, cambios de personalidad, mutantes con poderes realmente bizarros o, para generalizar, desarrollos de personajes tan sumamente complejos, donde los aspectos psicológicos y carencias afectivas, eran la marca de la casa.
Legión es un personaje creado por Claremont y Bill Sienkiewicz que reúne todos estos elementos. Podríamos decir que en él están vertidas todas las neuras del escritor. Un personaje desligado de su padre, el Profesor Xavier, uno de los mutantes mas poderosos del planeta. Atacado por unos terroristas que despiertan en él su autismo, además de múltiples personalidades. Pensad en su mente como el camarote de los Hermanos Marx. Y si además es hijo de uno de los mutantes más poderosos del planeta, y por herencia genética, él no solo también lo es, sino que además supera al padre en poder, pues estamos ante un personaje que en dos paginas puede borrar todo el hilo narrativo que habías preparado durante dos años.
Uno puede pensar que Claremont lo creó con el solo propósito de tener, en algún momento donde sus hilos argumentales hubiesen desfasado en exceso, un claro “Format C:”. Y eso, sin ninguna duda, fue en lo que quedó una de las sagas Marvel más importantes y exitosas, “La era del Apocalipsis” ya sin Claremont a los mandos, pero con un Scott Lobdell al timón, realmente desconocido (buen guionista hasta la fecha no era, para qué nos vamos a engañar…), haciendo las veces del maestro y creador de los mutantes, de una manera realmente brillante. Tal vez ambos autores hablaron de ese “Format C:” en algún pasillo estrecho y poco transitado de alguna Comic Con.
El caso, y volviendo al tema que nos ocupa, es que uno ve realmente inusitado que alguien de Hollywood se fijara en Legión para comandar una nueva serie de TV. ¡No habrá personajes mutantes más idóneos para estos menesteres! Pensaríamos en un primer momento más de uno.
Pero cuando vimos quien iba a ser el showrunner del cotarro la cosa dio un giro interesante. Y este no es otro que Noah Hawley, creativo que muchos ya empezamos a seguir después de su magnifica serie para, también FX, Fargo. Al menos, en ese momento pensamos que el acercamiento que el autor haría hacia el personaje y su trasfondo mutante no podía ser más serio. De hecho, esto es algo que para mí era mayor garantía de éxito que el tener como productor a Bryan Singer, un autor que sinceramente no es de mi gusto y cuyo papel como director de franquicias mutantes se ha saldado con más aberraciones que aciertos (solo destacaría su magnifica X-Men 2).
A pesar de que el nombre de Noah Hawley era una garantía de calidad, uno no sabía hasta qué punto podría ser también una garantía de fidelidad al personaje original. Y a pesar de que el autor introduce algunos personajes nuevos, no oriundos del cómic, muy pero que muy interesantes, eso sí, ver el grado de respeto que ha tenido al ambiente más marciano y lisérgico de los cómics de Claremont es sin duda algo de agradecer, y por supuesto una sorpresa absoluta.
Legión es una serie atípica. Más que atípica, inusitada. Uno no da crédito a la libertad que ha tenido Noah Hawley para llevar a cabo esta marcianada. En su virtuosa y genial estética, en su desarrollo narrativo denso, original y muy complejo.
Si pasas del primer episodio, valga por delante mi respecto. Porque difícilmente recuerdo algo tan poco accesible al espectador. Parece un ejercicio claramente impostado de Hawley que, a modo de criba suicida, decide en su piloto quitarse de encima aquellos espectadores que no tienen el ánimo, la paciencia o la afinidad con estos materiales, para aguantar lo que el showrunner les cuenta.
Pero aquellos que os mantengáis en sintonía, ¡ay, amigos míos, qué maravilla os espera! Una de las mejores series de todos los tiempos y, sin lugar a dudas para el que escribe, el mejor producto que Marvel ha sacado en televisión (y si me apuras en cine, por más que disfrute como un niño con Los Vengadores o Los Guardianes de la Galaxia, pero es que Legión esta en otro plano, nunca mejor dicho).
Me extiendo sin hablar de su excepcional banda sonora, porque toda ella no se puede explicar sin explicar todo el conjunto.
Primero, no recuerdo ninguna serie que luzca tan sumamente bien como lo hace Legión. Bueno, American Gods, recién salida del horno, apunta muy buenas maneras en este aspecto. Pero Legión, ya concluida, es una verdadera maravilla a nivel visual.
Sí, no vamos a negar que su sentir atemporal esta íntimamente ligado a Stanley Kubrick y su Naranja mecánica. No por nada, el psiquiátrico donde están contenidos nuestros protagonistas, real y, posteriormente, de manera virtual, se llama Clockworks (recordad que el titulo original de La naranja mecánica es Clockwork Orange). No es que Legión este rodada imitando a Kubrick y pretendiendo ser una nueva «naranja mecánica”, con todo lo que lisérgicamente supondría a este trayecto. No, es que directamente la serie parece haber sido rodada por un rejuvenecido Kubrick, el transgresor capaz de importarle un pimiento dejar a todos los espectadores con cara de “WTF” en un primer episodio. Vamos, como lo que hizo Kubrick en sus obras maestras, 2001, una odisea del espacio o la comentada La naranja mecánica.
Y es que visualmente también tenemos cosas de El resplandor (ese pasillo largo y oscuro del psiquiátrico nos retrotrae a esta magnifica cinta de terror) o de 2001 (esa habitación blanca en el plano astral que sirve para recogimiento de David, Syd y ese parásito inaguantable, nos retrotrae a la habitación del final de 2001).
Este sentir atemporal, muy fraguado, eso sí, en los sesenta-setenta, marca irremediablemente no solo la estética sino la excelente banda sonora de Jeff Russo. Los toques de Pink Floyd en ella son indudables (hasta un evidente y pleno homenaje a este mítico grupo se hace a través el nombre del personaje de Syd Barrett, todo un descubrimiento positivo gracias a la delicada y a la vez decidida interpretación de la actriz Rachel Keller).
La música intoxica las imágenes y estas a la música, en una retroalimentación tan habitual en los sesenta, setenta o incluso ochenta, con películas como Quadrophenia o el musical The Wall. Ese es precisamente el espíritu de la banda sonora de Jeff Russo, un compositor que anteriormente fue estrella de rock alternativo en los noventa, siendo parte del famoso grupo (en USA, que no en Europa), Tonic.
No sorprende entonces que Jeff se adapte tan bien a terrenos lisérgicos tan del rock psicodélico de los sesenta. La sombra del The Dark Side of the Moon es alargada en la banda sonora de Legión. Pero es un Pink Floyd adaptado a un necesario convencionalismo contemporáneo. A ese sonido de cuerdas en ostinato tan presente en un género como el del superhéroes, que ha pasado de agotar este recurso a declararlo de su patrimonio inmaterial. Y de ahí a adaptarlo a unos cánones del rock sinfónico psicodélico de los sesenta-setenta. Con temazos (de lo mejor del año) como esos casi nueve minutos del corte “174 Hours”. Pura maestría sinfónica rockera.
No es una serie para lucimiento del compositor, eso está claro. Posiblemente el 80% de la música instrumental que Jeff ha escrito lo ha hecho para momentos de creación de atmósferas, tonalidades siniestras o énfasis de momentos alucinógenos. Pero tiene sus momentos de claro desfogue creativo. Momentos como el final de su primera temporada, donde las imágenes se suceden a modo de ballet, donde los diálogos y los efectos sonoros permanecen en el banquillo y solamente la música de Jeff marca las pautas a seguir en la escena. Esta claro que Jeff Russo está muy contento de tener a un autor como Noah Hawley para desarrollar su creatividad y crecer como compositor. Fargo y Legión suponen sus mejores trabajos (con perdón de The Night Of) y en especial Legión es un caramelo para un compositor, un verdadero campo para la experimentación y el aprendizaje.
En definitiva, Legión me ha parecido una verdadera maravilla. Un diamante pulido y bien grandote escondido en un desértico paraje de lo convencional. Creo que estamos acostumbrados a tantos productos prefabricados que siguen un lenguaje muy definido y uniforme que cuando aparecen productos como Legión uno tiende a sufrir un primer efecto rebote de claro rechazo. Es complicado adaptarse a unos parámetros nuevos, definitivamente marcianos, donde la historia se cuenta no linealmente y donde no sabemos demasiado bien qué es lo que nuestros sentidos están percibiendo. Pero con la necesaria paciencia y ejercicio intelectual (mínimo, no estamos hablando de hacer una tesis doctoral) uno puede llegar a delimitar y interpretar los engranajes de esta especial construcción. Y eso nos lleva a percibir en Legión un producto único, de una bellísima factura técnica, con unos actores endiabladamente buenos, todo ello revestido con una música innovadora que, eso sí, no olvida los convencionalismos del género. Legión es esa maravilla que, si te atrapa, no te soltará en mucho tiempo. |
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