El alien también se come la partitura |
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Decepcionante filme de Ridley Scott. Las expectativas que se originan tras la primera y arrolladora aparición del monstruo, verdaderamente notable en su global (música incluida), son golpeadas con fuerza por las constantes pausas aburridas y sin contenido que Scott nos “regala” a lo largo de todo el metraje. Kurzel lucha, brega y desespera ante unos minutos soporíferos y malos (“A Cabin on the Lake”) y pareciere disfrutar en los instantes de acción, cuando uno escucha sus notas en la edición en CD, de forma aislada (“Grass Attack” a partir del 2:15); no obstante, al insertarse en la historia su música de acción queda pisada, también, por el argumento, en todo momento patente y sin considerar para nada la figura terrorífica de los bichos cuando estos son intuidos (y no presenciados).
Si escuchas la música antes de la película, viéndola te decepcionará; si lo haces tras su fusión en pantalla pensarás irremediablemente que la obra se ha juntado con la historia pero esta ha quemado toda posibilidad de aquélla. Goldsmith no ha sido superado, pese al “no sé qué” que Scott se montó en la estructura final ya conocida por todos. Horner apareció puro en la segunda entrega, consiguiendo entidad propia aún precediéndole la genialidad de Jerry. Goldenthal confeccionó algo sublime, muy separado de la imagen o, bien dicho, demasiado por encima de ella, aquella vez engullendo la partitura a la propia película. Esta vez, por desgracia, Jed Kurzel, mostrando buena disposición y una ejecución con fuerza, no puede evitar caer en el abismo empujado por el mismísimo y patente alien, con demasiada evidencia mostrado en pantalla.
Aquí encontramos el auténtico y gran error de la estructura: mientras Kurzel intenta estar a la altura de la saga musical, con un par de temas principales (“The Covenant”, “Sails”) y la atmósfera palpitante y percusiva como tercer gran elemento (“Payload Deployment”), el director gira bruscamente. Uno procura mantenerse en la intriga y lo latente (de siempre, aspecto que describía a los aliens) y otro cambia. Ambos chocan, es evidente. De tal forma, las escenas de tensión no lo son de tal calibre cuando la bestia no se intuye sino que se ve y Kurzel falla entonces al mostrarnos unos sonidos que no son evidentes (o falla el director entendiendo mal este cruce despistado entre imagen y música). Un desajuste que únicamente nos deja la salvedad de intentar proyectar nuestra idea musical, en la película, hacia la metafísica del argumento que, más bien, nos retrotrae al pasado de las entregas o al futuro si las vemos como precuelas. Un aspecto realmente complicado de realizar ya que la figura, matices y perfiles de los bichos son mostrados más que nunca, llevando la película al mundo trivial de los sustos y no al de un contenido complejo, hiriente y mental.
Estructuralmente, la partitura de Jed Kurzel es notabilísima y su composición de gran nivel. Personalmente vibré emocionado al escuchar las primeras palpitaciones, a modo de sonidos sintetizados bien ecualizados y profundos, y entonces mi proyección se marchó a dos grandes genios de la “violencia musical compositiva” de los últimos años: Desplat (“Godzilla”) y Johánnsson (“Sicario”). Kurzel está a la altura de estas dos maravillas de la música de cine de acción reciente, manteniendo una línea equilibrada, golpeando intuiciones (si las hubiere en el filme) y provocando angustia. ¡Oh, no! No existe tal malestar, como ya se ha explicado, en ningún instante de la obra global de Ridley Scott, salvando el inicio comentado del primer nacimiento del monstruo de la espalda del hombre infectado. Una conclusión que nos lleva a la decepción. Una culpa que fabrica únicamente el director. En resumen: una pena.
LO MEJOR: La audición aislada de la música y su selección para la edición en CD, todo lo cual otorga a la composición un cuerpo único, compacto, fortísimo y con mucha identidad.
LO PEOR: Precisamente lo contrario. La inserción de la música en el filme provoca que no falle esta sino, absolutamente, la orientación patente del filme, de las criaturas y de la falta de tensión que habría ayudado a la partitura a crecer. La película deja a la música en una lamentable tierra de nadie. Pudo ser una música de sobresaliente.
EL MOMENTO: “Cargo Lift”, un tema vibrante y que deja entre paréntesis el desajuste tan horriblemente presente en el filme. |
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