Hasta los tópicos hay que saber utilizarlos bien |
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Si hay un nombre en los últimos años que parece llevarse la palma en cuanto a “recordatorios” por parte de los aficionados es Tom Holkenborg (o Junkie XL, como queráis llamarle). Hasta por momentos casi me parece que Hans Zimmer ha desaparecido del mundo de las discusiones entre aficionados sobre la calidad de las bandas sonoras. Y la verdad es que es algo que no entiendo. Primero porque me sigue pareciendo que se entremezclan demasiados elementos de gusto personal, que se confunden con verdades absolutas y un importante desconocimiento del trabajo que hay detrás del mundo audiovisual en la actualidad. Y segundo, porque al igual que Hans Zimmer (de otra manera, obviamente), es evidente que se trata de un compositor en un proceso de evolución evidente. aunque ambos se encuentren en extremos opuestos de su carrera profesional como compositores para el audiovisual.
Dicho esto, Holkenborg es un compositor que, solamente por la manera tremendamente honesta y cándida con que comparte sus opiniones y describe su trabajo (totalmente recomendable el que sigáis su canal de YouTube), ya me tiene ganado. Pero si le sumamos, la fuerza y emoción que consiguió proporcionar a su música en Mad Max: Fury Road, en el que es hasta ahora, para mí, su mejor trabajo para cine, han hecho que sea uno de los compositores actuales de los que me interesa oír lo que tiene que decir. O sea, que cuando fue el elegido para poner música al gran opus literario de Stephen King, no quedaba más que esperar a escuchar que tenía que decirme.
La adaptación de La Torre Oscura es uno de esos trabajos que era imposible que contentara a nadie. Y el resultado final y las opiniones vertidas sobre ella así lo demuestran. De primeras, su camino para conseguir ser adaptada ha sido más que complicado. Múltiples directores, productores y guionistas son prueba de la dificultad de intentar adaptar la fantasía de este inmenso multiverso creada por la imaginación de King. Finalmente la película ha escogido un camino que me parece, al menos, inteligente para intentar llegar a su público y poder ser su propio animal. Sin tener que abandonar el fondo trazado en las novelas, mientras crea otros propios en una especie de eterno “ragnarok” personal, la película consigue ser un entretenido divertimento. Aunque no satisfará en absoluto a los amantes de la saga imaginada por King. Algo que era, básicamente, inevitable.
Para la misma, Holkenborg construye una de sus partituras más interesantes hasta la fecha. Aunque no llega al nivel de fuerza y potencia con que nos apabullaba en su Mad Max. Sí que es una de las más destacadas, junto a las también recientes Black Mass y Brimstone, todas ellas, prueba de ese proceso de evolución y desarrollo del compositor que mencionaba al inicio. Especialmente por la manera más atrevida y variada con que utiliza tanto los recursos orquestales como los electrónicos en esta ocasión. No digo que Holkenborg haya caído en la experimentación ni en elementos altamente complejos en su composición. Es evidente que sigue utilizando sus recursos habituales, así como un estilo de composición y de elementos en la partitura sencillos y habituales en el cine fantástico y de acción moderno. Pero sí que es fácil de apreciar, también en The Dark Tower, cómo utiliza una amplia variedad de colores y emociones en la música que fortalecen el resultado final, independientemente de lo tópicos que podamos considerarlos.
Todo lo que podíamos esperar a priori de su partitura se encuentra ahí. De la misma manera que lo hace la película. Elementos de fantasía, de asombro, de acción, de tensión y emocionales. Y Holkenborg hace un buen trabajo equilibrando y presentando los mismos a lo largo de la banda sonora, sin nunca caer en la sobreutilización, algo que era bastante habitual en las partituras de la “escuela Zimmer”. Por supuesto que vamos a encontrarnos también con una importante presencia de elementos ambientales en la música. Probablemente sean los que más vayan a echar para atrás a algunos aficionados, a menos que sean amantes de este tipo de sonidos. Pero se encuentran bien repartidos y utilizados a lo largo de la banda sonora, reflejando parte de ese extraño mundo que es la “Tierra-Media”. Piezas como “Skin People”, “Portal Activity” o “Smiley Face” son las que más profusamente utilizan este estilo, pero no son en absoluto el reflejo del tono de la banda sonora, sino una transición y refuerzo de los elementos de misterio y tensión de la película.
La acción y la emoción son los dos colores principales de la partitura, así como los más interesantes y destacados de ella. Evidentemente uno de los fuertes de Holkenborg, su capacidad de generación de ritmos y electrónica percusiva, es el elemento central de la música de acción. Y aunque sea ya un cliché habitual en el cine actual, el compositor consigue aportar algún color interesante y original. Especialmente brillante son los tonos metálicos, constantes y muy rápidos que aparecen en “Getting a Toothbrush”, o la electrónica de “Death Always Wins” y “Dixie Pig”. Pero también nos encontramos un tono percusivo de bajo y guitarra acústica que parece querer proporcionarle musicalmente el tono de “western” moderno a la Tierra-Media en “Arrival in Mid-World” o “His Shine is Pure”.
Pero probablemente los momentos de acción sea donde los seguidores de Holkenborg vayan a disfrutar más con su trabajo. La primera muestra nos llega con “Guardian”, una pieza que aprovecha los elementos de tensión y misterio que el compositor ha destilado anteriormente para explotar brevemente por primera vez. “A Chicken, a Goat and One Bullet” retoma dichos elementos en una pieza de creciente intensidad que fusiona orquesta y electrónica de una manera tremendamente potente. Presagio de ese final que nos asaltará en “Full Package as Advertised” e “It Will Fall”, y que son el motor de un brillante final de banda sonora.
Brillante sobre todo por el maravilloso tema principal que refleja la figura de ese protagonista de carácter épico y oscuro con la que concluye la banda sonora en la destacada “Roland of Eld”, un tema que rodea de los elementos más emocionales de la banda sonora y que también tienen su hueco a lo largo de la misma. Desde la delicadeza de “The Face of My Father” y la aparición de esas tristes notas a piano, o el uso de la sección de viento en “Manny Village” como representación de otro de los protagonistas de la historia. La melancolía que transpira “There’s Always Another Battle” o “Keystone Earth”, y que concluye con la brillante “Collateral Damage”.
Por supuesto que la banda sonora sufre de algunos elementos que son ya habituales en el actual cine taquillero. Especialmente la manía de que la música refuerce lo que las imágenes y la historia ya nos están ofreciendo sin dejar ir más allá a la música, algo que hace que los momentos de acción y emoción queden enterrados bajo una avalancha de efectos especiales y de sonido. Pero teniendo la posibilidad de poder escuchar la partitura aislada, nos recompensa con momentos brillantes y muy disfrutables. Es una banda sonora que sigue las pautas esperadas en su desarrollo, pero que lo hace de una manera interesante y muy entretenida, sin dejar de mostrarnos la evolución y el desarrollo de las capacidades de un compositor al que se tiene demasiado en el punto de mira por razones, puramente, de gusto personal. Me parece que va llegando ya el momento de que se le preste algo más de atención a su trabajo y a lo bien que es capaz de resolverlo. Toca disfrutar de la música y olvidarnos de otras cosas, sin falsas expectativas ni juicios previos.
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