Música para el drama y la oscuridad victoriana |
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La verdad es que si hay un terreno abonado para poder contar un thriller de regusto clásico probablemente sea el de esa polarizante época victoriana. Donde prostitutas, muertos de hambre y borrachos deambuleaban por esos callejones adoquinados, mientras empresarios, ricachones y nobleza vivían en grandes palacios y mansiones, aunque estos últimos buscando mezclarse con esa plebe en sus bares, y especialmente en sus teatros baratos donde abundaban adaptaciones de granguiñolientas historias repletas de personajes extraños, misteriosos y aterradores que aparecían en esas “penny dreadful” que tantos caracteres legendarios nos han traído. Uno de ellos, el más conocido de todos, sería el famoso “Jack, El Destripador”, un referente claro para este “The Limehouse Golem” y la novela que le sirve de inspiración escrita por Peter Ackroyd.
Una novela que el americano Juan Carlos Medina, tras su interesante Insensibles adapta de una manera visualmente interesante. Principalmente gracias a una original adaptación de la novela (muy compleja y que llevaba años tratando de ser llevada a la pantalla) realizada por la habitual colaboradora de Matthew Vaughn y responsable de guiones como Kick-Ass, Kingsman, Stardust o X-Men First Class. En esta ocasión buscando, respetar la atmósfera y el aire clásico del Londres de finales del XIX, y creando una más que evidente similitud con los más famosos casos de “El Destripador”. Pero lo hace con una estructura narrativa de flashbacks sobre los que añade una estructura clásica de las gores operetas e historias que se narraban en los teatros populares de la época. Eso sí, metiéndolo como parte primordial y base de la trama. Algo que aprovecha Johan Söderqvist, a la hora de componer su banda sonora.
El primer ejemplo de ello es cómo incorpora elementos teatrales de la película en la banda sonora. Desde la frase de prólogo y presentación inicial de la película que sirve para introducir ese “Opening”, pasando por la incorporación de dos piezas teatrales cantadas (por los propios actores además) como son “What Did She Know About Railways?” y “I am Waiting for Him Tonight”. Las piezas sirven perfectamente como intermedio y epílogo de la banda sonora. Algo que, aunque evidentemente, interrumpe la fluidez de la banda sonora instrumental, sí que sirve para imitar e incorporar el elemento teatral de la misma manera en que es utilizado en la película. Un toque curioso y claramente intencionado que sirve para incorporar parte del carácter de la película en la edición discográfica de la banda sonora. Aparte de que la última canción es una composición del propio Söderqvist, por supuesto.
Entrando ya en el grueso de la banda sonora, esta tiene un carácter tremendamente serio y dramático, cargado de diversos elementos que en ningún momento nos dejan respirar o alzarnos de esas oscuras y terribles callejuelas victorianas. Söderqvist carga su partitura con los elementos más graves y oscuros de la banda sonora, lo cual en ciertos momentos hace que la banda sonora pueda ser emocionalmente muy cruda. Dichos elementos más oscuros y cargados de tensión son principalmente las intervenciones del asesino. Ese “golem” que va siendo representado en diferentes sospechosos siguiendo las posibles teorías del inspector y la policía. “Marx as the Golem”, “Dan Leno as the Golem”, “Gissing as the Golem”, “Cree as the Golem” (sutil la idea ¿verdad?) son esas piezas más graves y atmosféricas cargadas de tensión, en las que se personaliza dicha oscuridad emocional con el asesino responsable de los crímenes. Con una creciente sensación de elementos de terror y disonantes que concluyen en la brillante “The Golem”. Sólo hay otra pieza que sigue esta línea, “Misery Junction”, así denominada por ser el lugar en el que se producen dichos crímenes y cuya atmosfera y habitantes quedan así identificados como parte culpable de lo que está ocurriendo.
Curiosamente esas piezas se encuentran totalmente fuera de orden en la presentación de la banda sonora. Probablemente para facilitar la fluidez y escucha de la misma, así como para hacerla encajar mejor en esa estructura teatral que mencionaba anteriormente. Algo que realmente es de agradecer, ya que como he mencionado la banda sonora es bastante dramática ya de por sí. Pero esta recolocación hace que los temas principales vayan fluyendo de una manera tremendamente lineal y homogénea. Especialmente aquellos que presentan más los elementos de misterio. Y que además van ganando un mayor sentido de propósito y avance según va avanzando la banda sonora. “Give the Public Blood” o “The Rape”, y especialmente las brillantes y potentes “Chasing the Manuscript” o “Race to the Gallows” son las muestras más destacadas de cómo usar la música como elemento de tensión y emoción dramáticos.
Pero en el corazón de la historia se encuentra también la dura vida de la protagonista femenina del relato. Un elemento que la música siempre retrata cargado de sentimiento y tristeza desde ese final con el que comienza la historia y que escuchamos en “John is Dead”. Pero unas melodías y emociones que Söderqvist presenta a través del arpa, instrumentos de viento y piano, para nunca dejar de lado el aspecto humano y femenino que es clave en la historia. “Aveline and Lizzie”, “Dan Offers Lizzie a Job”, “The Theatre”, “Dan and Lizzie” y “Lizzie and John” son la muestra musical de esos momentos en la vida de la protagonista que no aparecen marcados por la dureza y gravedad del lugar en que viven. Momentos que sirven de respiro al drama, pero que consiguen hacer el conjunto aún más trágico y duro. Especialmente una vez que llegamos a la conclusión final de la trama.
La verdad es que Söderqvist vuelve a demostrar que es un auténtico maestro a la hora de reflejar tanto los elementos oscuros como los más luminosos, por dura que pueda ser la historia que estamos viendo. Algo que ya demostró sobradamente en la magistral Let the Right One In. Con la diferencia de que en esta ocasión el tono general se haya volcado mucho más hacía lo trágico y dramático. Una banda sonora que, por cierto, escuchada aisladamente y a posteriori de haber visto la película, da muchas pistas sobre la trama y los personajes… antes de conocer el desenlace. Y aunque en un par de ocasiones la música puede parecer tremendamente exagerada y grandiosa, tampoco hay que olvidar que en el fondo acompaña una de esas típicas historias de “grand guignol” que tanto hacían disfrutar a la gente de la época. Con lo cual la hace aún más apropiada. Es probable que la película vaya a pasar algo desapercibida en su estreno en salas, pero esta banda sonora no debería hacerlo. Y menos cuando nos trae a un maestro como Johan Söderqvist de vuelta tras un tiempo algo desaparecido.
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