“Habría que ser imbéciles para pasar por alto que Gran Bretaña acoge ahora mismo a los principales herederos de la tradición musical clásica…” Palabras de Sir Simon Rattle a propósito de Max Richter. Chauvinismos aparte, compositores como Richter o Wallfisch podrían muy bien ser los principales valedores de las bandas sonoras orquestales en las agitadas aguas de la posmodernidad, en las que lo barato avasalla a lo bueno y lo bonito a la hora de plantear proyectos melocinematográficos.
Taboo es una serie muy en la línea de HBO pero con ínfulas shakespearianas. Se trata de una serie de acuñación inglesa, con menos capítulos y metrajes más largos, muy lenta, cruel, oscura y grotesca. En el Londres previctoriano, James Keziah Delaney (Tom Hardy) regresa de una expedición esclavista al África profunda… Richter estructura un tema central a modo de vals decadente muy del estilo del siglo XVII, precursor del blues y que se conocía como lament bass. El compositor se sirve de este tema para proporcionar una falsa sensación de seguridad a través de la música y en contraste con un escenario de todo menos seguro… “The Inexorable Advance of Mr. Delaney” pivota en la atmósfera densa y oscura de la serie con un intervalo de tritono conocido como diabolus in musica, y que sirve para desestabilizar el efecto relajante de las armonías orquestales. Este recurso es muy habitual en otros compositores clásicos contemporáneos como Dowland o Adams. Richter también hace gala de sus conocimientos musicológicos incluyendo en su partitura muchos recursos técnicos de las primeras óperas que se representaban en corrales de comedias y por parte de compositores tan antiguos como Purcell.
El autor reivindica sus raíces sajonas (se ha educado musicalmente en Alemania y, últimamente, en Hollywood) al criticar que muchos alemanes “creen que toda la música clásica se gestó en sus pagos y andan muy equivocados”… Richter, en realidad, se considera posclásico y reconoce que desde que tenía 12 años y coleccionaba vinilos de compositores clásicos y botellas de leche, escapa a todo convencionalismo y se dedica a hacer la música que más le gusta.
Cuando le echan en cara su prioridad por los proyectos melocinematográficos, Richter defiende que la música es, por definición, “una colisión de sonidos y de conceptos”, y que tanto el cine como la televisión permiten componer una música contextual que no tiene parangón en ninguna otra actividad musical. Uno de sus fans, Michael Scorsese, se sirvió de algunas piezas ya compuestas por Richter para su Shutter Island (2010).
Para componer la música de Taboo, Richter se sirvió de algunas partes del guión y de un story-board de venta. Un generoso presupuesto le permitió servirse de secciones de cuerda y metal capaces de marcar un hito en música televisiva, incluso coros angelicales como el exhibido en “Song of the Dead”… Como Wallfisch, Richter rinde pleitesía en esta banda sonora al Zimmer de Pirates of the Caribbean y The Dark Knight. Con “Zilpha”, el compositor saca punta al violín, y con “A Lamenting Song” al piano.
Taboo es una historia de venganza, y el protagonista es una especie de ángel exterminador en una ciudad corrupta hasta la médula, enferma de una corrupción que enfebrece hasta a la corona. La música acompaña siempre en todo momento al protagonista, Mr. Delaney, en sus distintas facetas de exploración, alucinación, conjura, ejecución y arrepentimiento o remordimiento.
La BSO opera como una interesante danza macabra que ansía todavía más espacio, más guión y más metraje para realizarse en plenitud… Espero con ansia el nuevo proyecto de este compositor, Hostiles, situado en el viejo oeste estadounidense, con espacios abiertos, luz, indios y aventura. |
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