No puedo menos que permanecer siempre atento a los documentales de Attenborough en la BBC, a sus bandas sonoras y a las peculiaridades técnicas y experimentales que estas aportan. Cuando Blue Planet II fue planteada por sus productores, lo hizo bajo otro título (Ocean); pero Attenborough se puso pijo y les salió con un “ocea(n) no”… El anciano naturalista, darwinista convencido, considera cada proyecto nuevo como la consecuencia natural de un proyecto anterior, y eso no tiene nada de conservador, sino de revolucionario… Blue Planet II, como en su día Planet Earth II, dan la vuelta a una camisa vieja, usada y ofrecen una experiencia insólita, casi un truco de magia. Técnicos de imagen y de sonido convierten el trabajo de interminables horas de investigación filmada por todo el mundo en un teatro vivo, un acuario virtual.
En mi humilde opinión, Zimmer inaugura una etapa nueva en su carrera. El discípulo aventajado de Stanley Myers, que durante casi una década parecía huir de sí mismo y evitar todo gesto clásico, todo cliché o toda clasificación dentro del universo de las bandas sonoras, marca ahora un territorio fértil y muy ambicioso. Se rodea de jóvenes talentos, explora sonidos nuevos y tratamientos orquestales distintos como, por ejemplo, relegar su habitual recurso de percusiones a instrumentos no pensados inicialmente para la tal finalidad… ¿Qué pretende? ¿Qué busca? Russell Emanuel, director y productor de Bleeding Fingers da con una pista: el impresionismo francés.
Como la pintura, la música de cine puede ejercer un efecto “impresionista” en el espectador. Emanuel habla de que Zimmer otorga a la orquesta en Blue Planet II el efecto de una “marea” que se alarga y se encoge con toda la revolución de tiempos (aceleración y deceleración) que esto comporta al programar las estrofas musicales…
Para ello, Zimmer recurre al llamado “Efecto Shepard”. Roger Shepard era un psicólogo californiano que estudió el efecto de la música en la psique y determinó que una escala musical puede alterarse de forma que produzca la sensación de ser infinita. El efecto se produce por la superposición de las denominadas ondas sonoras sinusoides (ondas de presión en esferas concéntricas expansivas), separadas por octavas. En este caso, cuando la base del ataque orquestal sube o baja, el sentido de la escala también parece variar. Ese preciso instante, según Shepard, produce una sensación en la que cada tono parece que es más alto o más bajo que el anterior, concentrando la atención de quien escucha en los cambios entre las notas más próximas y omitiendo el resto…
Zimmer no es el primero en sacar tajada de este recurso. Grupos de rock como Pink Floyd (con Echoes) o Queen (con A Day at the Races) han conjugado esta psicodelia sonora que explota en nuestras cabezas casi sin que nos demos cuenta.
Emanuel confiesa que Zimmer acometió la partitura de Blue Planet II de forma un tanto peculiar, pasando horas y horas escuchando el vaivén de las olas, registrando sus distintas modalidades y juegos sonoros.
Sus instrucciones a los músicos de la orquesta fueron, cuando menos, sui generis… “Cuando veas que el músico que está a tu lado empieza a tocar, tu paras y dejas que siga él, reproduciendo de este modo el mismo efecto que visualmente hace la ola humana en un estadio…»
Emanuel añade que, con Bleeding Fingers Music, Zimmer quiere involucrarse en la construcción de bandas sonoras que permitan contar una historia por sí mismas, volviendo un poco a las primeras bandas sonoras editadas en disco, allá por los sesenta, que perseguían recrear la historia misma de la película con sólo música…
Blue Planet II parte de un esfuerzo colectivo sin precedentes: más de 6.000 horas de filmación a partir de 125 expediciones en 39 países. El resultado plástico es excepcional, y la música no lo desmerece.
Lamentar, para acabar, que el disco no incluya la versión que Zimmer orquestó, a modo de promoción de la serie, del tema “Bloom” de Radiohead. Todo tiene su historia… Este tema, incluido en el disco que la banda británica editó en el 2011 –King of Limbs-, estaba inspirado en el visionado de la serie Blue Planet de la BBC. Fue el mismo Zimmer, conocedor de esta circunstancia, quien reunió a los músicos de Radiohead en los estudios AIR de Londres y, sirviéndose de la BBC Concert Orchestra, reversionó “Bloom” para gloria de propios y ajenos. |
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