¿Es difícil reflejar emociones existenciales en la música? |
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Un tema clásico y recurrente en la música para el audiovisual es el de la existencia de relaciones fructíferas y duraderas entre los músicos profesionales y ciertos directores o productores. Normalmente lo habitual es el fijarse en las míticas, tipo Hitchcock/Herrmann o Spielberg/Williams. Comprensible por los grandes resultados en películas y sagas tan exitosas que han producido. Pero también es bastante habitual, especialmente en estos días, que dichas relaciones se produzcan en películas y producciones tanto televisivas como de carácter más independiente. Probablemente con lazos mucho más personales de colaboración, y abierto a todos los géneros y estilos musicales que suelen abarcar este tipo de proyectos. Un ejemplo de ello, es el que protagoniza esta reseña.
David Lowery es un director que saltó a la palestra especialmente el pasado año con la estupenda adaptación en imagen real del clásico de la factoría Disney Pete’s Dragon. Pero se trata de un director curtido en el mundo del cine independiente, terreno en el que también surgió su compositor habitual, al que conoció a través de su trabajo con diversas bandas del circuito independiente americano y con quien ha trabajado desde su primera película (St. Nick) y en sus cortos, llegando incluso a mantenerlo en su proyecto más comercial y mainstream en Disney que mencionaba antes, a pesar de que el compositor propuesto por la productora era otro . Sin embargo el resultado del trabajo de ambos fue realmente brillante.
En esta ocasión A Ghost Story retoma el tono independiente. Más específicamente el estilo (y protagonistas) de uno de sus anteriores proyectos: Ain’t Them Bodies Saint. Eso sí, con un mucho más marcado simbolismo y existencialismo que el que impregnaba aquella cinta. Sí que es verdad que la música recuerda, en cierto sentido, a la misma. Pequeña, íntima y tremendamente melodramática. Los conceptos de tiempo y su amplitud son temas centrales explorados a lo largo de la película, pero lo hace desde el punto de vista de la relación que lleva la pareja protagonista, evidentemente con intención de dar respuesta a ciertas grandes preguntas existenciales desde un punto de vista más humano y cercano. No voy a entrar en si lo consigue o no, pero lo que sí sorprende es la escasez de diálogos y la dependencia de la música para transmutar las emociones.
Hart ha explicado públicamente cómo Lowery no le pone límites y le proporciona el espacio suficiente para crear, lo cual le permite explorar cualquier idea que se le ocurra, básicamente. En este caso la banda sonora es triste, es melancólica, es lenta, es repetitiva. En un principio es normal que al aficionado le traiga un cierto recuerdo a lo que Philip Glass y Max Richter ofrecen en ocasiones en sus trabajos para el audiovisual. Sólo que en esta ocasión, Hart tiene dos elementos que le proporcionan una cierta diferencia. Por un lado, la música se encuentra principalmente basada en tema principal que Hart y una de sus bandas (Dark Rooms) compusieron específicamente para la película: la canción “I Get Overwhelmed”, que se presenta aproximadamente a mitad del disco y que es un tema pop progresivo muy atmosférico. De ritmo cadencioso y una voz cantante (del propio Hart) entre aguda y susurrante, el tema es realmente evocador, etéreo, y proporciona un tono muy especial a la película, especialmente en una de las escenas importantes, proporcionándole una cierta belleza inesperada a la historia. Curiosamente algo que, a priori y tomado aisladamente, podría parecer exagerado e incluso ridículo, genera una conexión emocional con la audiencia inesperada en su conjunto.
Lo curioso es que Hart no supo hasta más avanzada la producción que el director iba a utilizar de esa manera la canción, convirtiéndola en un elemento tan central de la película, por lo que decidió revisar las ideas con las que estaba trabajando y utilizarla como base inicial de la partitura. Y lo hace de una manera tremendamente natural y elaborada. Básicamente “deconstruye” su propio tema y va incorporando esas formas más elementales (la guitarra, las cuerdas y la parte vocal) en diversos momentos del score. Aunque en alguna ocasión la vuelve a incluir de manera casi directa como en la central y atmosférica “History”, en otras ocasiones es más difícil apreciar esos elementos. Básicamente Hart utiliza un programa especial llamado Paulstretch, capaz de tomar esos elementos y transformarlos en paisajes sonoros mucho más lentos y elaborados. Básicamente es lo que es “Little Pieces”, segunda pieza del álbum, pero la primera que se escucha en la película. La base sobre la que se incorporan guitarra y violín es dicha canción de forma tremendamente ralentizada. Y sobre la misma, las líneas melódicas de violín van reinterpretando su melodía. El resultado es una pieza con un fondo atmosférico y ambiental sobre el que se advierte cierto ritmo melódico, sobre el que se dibujan líneas melódicas en solo violín y cuerdas, que interpretan el tema principal. El resultado es esa música evocadora y etérea que describía inicialmente. Que tomada individualmente no parece aportar demasiado, pero que termina funcionando maravillosamente junto a las imágenes.
En ese tono se mueve buena parte de la banda sonora, con momentos que parecen adentrarse con cierto aire de misterio y extrañeza, como reflejando un mundo totalmente diferente del normal en “One Door Closes”, “Gentleman Caller” o “Sciunt Se Esse Mortui”, esta última siendo la más difícil y ambiental de toda el conjunto. Sin embargo, en otras ocasiones las cuerdas y la guitarra utilizan ese tema principal de manera más convencional y emocionante. Desde la inicial “Whatever Hour You Woke”, en la que lo que parece un cuarteto de cuerda, desgrana de manera lánguida y repetitiva ese tema. Manteniendo ese sonido, o en ocasiones con violín y chelo trabajando solos, la partitura va entremezclando esos sonidos que captan esa sensación de otro mundo y realidad que es necesaria en la película. Pero de una manera más atractiva y melódica. Momentos como “Post Pie”, “The Secret in the Wall” o “Thesaurus Tuus”, aunque también incluyen atmósferas, sirven como elementos de brillo y cambio de tono en una banda sonora que podría pecar de repetitiva y aburrida si no fuera por estos destellos, en ocasiones muy vivos y reforzados por la presencia de la guitarra acústica.
Uno de los elementos que utiliza Hart y no he mencionado aún es que también emplea voces como elemento instrumental. Curiosamente esas voces cantan texto. Casi todo, como explica el propio Hart, inspirado en textos sobre fantasmas y muertos (en referencia al tema de la película) y en latín (porque le gusta su sonoridad). Pero lo hace también de manera muy sutil y discreta, como un elemento más de la atmósfera de la película. Excepto en “Viventes Enim”, donde son las protagonistas y con un carácter y sonido de estilo casi romántico. La verdad es que son pequeños detalles que le dan una profundidad y trabajo a la música que inicialmente parece no tener, especialmente si la escuchamos totalmente fuera del contexto de la película. Pero la incorporación de esos detalles y elementos hacen que la misma termine proporcionando emociones realmente potentes, como si de algo mucho más grande de lo que inicialmente esperábamos estuviese debajo de la historia. En ese sentido, acierta totalmente.
Le música va como un guante a la película. De manera extraña crea una emoción que no está presente de la misma manera en la misma. Y funciona. Pero dejemos clara una cosa: como uno nosea un aficionado a la música más minimalista y repetitiva, nos dejará helados. Es premiosa y lenta, con las atmósferas siendo difíciles en escucha aislada. En ese sentido la música es como la propia película, con su especial sentido del ritmo y del desarrollo de la trama. Pero es inevitable reconocerle que es una música muy especial y diferente, ideal para la película a la que acompaña. Tal vez mejor que la propia película, en el sentido que parece tener menos pretensiones y majestuosidad bajo ese envoltorio de película independiente que se nos ofrece. Pero su emoción y sentimiento, lo alcanza con las imágenes. O sea, que es uno de esos casos en los que o nos gusta la película y su estilo o mejor nos dedicamos a buscar otra cosa. Y lo mismo lo podemos aplicar a la banda sonora. |
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