Los colores y la vitalidad de la música en la animación |
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Este es. Este sí que sí. Aquí está el Giacchino que nunca falla. Nos podrá gustar más o menos el estilo de lo que hace en animación, que es mucho y muy variado, pero está claro que le permite entrar en terrenos mucho menos habituales para él y mostrarnos cómo los domina sin problemas. Comentaba con algún otro de sus proyectos que de vez en cuando se le escapa el tiro. O, por lo menos, no lo ajusta tan bien como debería. Pero cuando se trata de Pixar y animación, lo tiene todo a su favor para que el resultado nunca defraude. No se me ocurre una sola en que la no se disfrute. Desde el tono Barry de The Incredibles, los aires franceses de Ratatouille, la dinámica acción de Cars 2, el tono big-band de la maravillosa Up, el casi jazz variado y ligero de Inside Out… no hay una que no disfrute. Y en esas nos llega Coco, el último éxito de la factoría, que ha vuelto a llevarse de calle a crítica y público con una historia de corte mexicano, pero cargada de temas universales. Y con un resultado realmente brillante y más que disfrutable.
En esta ocasión vamos a escuchar a un Giacchino que no tiene ningún complejo a la hora de adoptar un léxico musical que no le habíamos escuchado hasta ahora. Su habitual estilo clásico y emocional queda reforzado con infinitos toques de color que le proporcionan los ritmos, los instrumentos y el folclore mexicanos. Buena parte de ese éxito y de la calidad de la música es la genial idea por parte de los directores de traer a Germaine Franco, un experto en música y folclore locales de México, a bordo del proyecto desde el inicio. Con ello ayudó a la formación de los propios artistas de la película en la representación de todos esos elementos. Y especialmente en proporcionarle una autentica masterclass, como así la definió el propio Giacchino, sobre la música mexicana.
Coco se encuentra claramente inspirado en el famoso “Día de Muertos” y toda la colorida celebración que lo rodea. Con ello, los cineastas aprovechan para tomar ese aire celebratorio (en vez del más lamentatorio de los europeos y los americanos), convirtiéndolo en la base de una historia que nos habla de la familia, los amigos y los múltiples significados que tienen los recuerdos. El resultado es una auténtica fiesta visual que se ha convertido en la película de Pixar que más años ha necesitado de producción (comenzó en 2011). Un tiempo que también ha sabido aprovechar muy bien Michael Giacchino.
Hay una cosa que tengo muy clara ahora mismo: si Giacchino no se encontrara donde se encuentra ahora mismo en su carrera, esta banda sonora no sería tan brillante como la escuchamos ahora. Si este proyecto le hubiese llegado a Giacchino hace 10 o 15 años, no digo que hubiese sido mala, pero hubiese sido impensable que tuviera la calidad técnica, estilo y clase que demuestra aquí. La banda sonora es una auténtica demostración de la capacidad del compositor en la construcción de temas melódicos y emocionantes. Y por supuesto, con una capacidad innegable de absorber las influencias y aplicarlas de manera magistral en una maravillosa banda sonora. La partitura es toda una clase magistral de como estudiar y conocer estilos y formas musicales para adaptarlos a lo que más necesite la historia, película y personajes. Esta no es una simple banda sonora que añade algún elemento folclórico para darle color y que se adapte al contexto geográfico. Es un auténtico ejercicio de ósmosis musical, que se traduce en una maravillosa partitura que consigue incorporar todos esos elementos localistas en un conjunto clásico, sin que en ningún momento parezcan fuera de lugar en absoluto. Y probablemente esto pueda ser lo que impida a algún aficionado, al que no le atraiga ese estilo de música, a disfrutar todo lo que esta banda sonora puede proporcionar.
Si encima le añadimos que el personaje principal y la parte central de la historia tiene que ver con la pasión por la música, Giacchino no lo desaprovecha y lo refleja maravillosamente en la vitalidad y emoción que la música desprende por los cuatro costados. Aunque la banda sonora se encuentra repleta de temas y motivos por doquier, existe un tema principal que parece el más presente a lo largo de la banda sonora. A priori, puede que no sea tan memorable (o silbable) como los de Up o Inside Out, pero su carácter y desarrollo es muy similar al de estos. Lo que puede ser más curioso es que esta se trata probablemente de la película más “musical” de Pixar en lo referente a la utilización de canciones. Sin embargo, no son parte intrínseca de la partitura instrumental, como suele ser el caso habitualmente en Disney.
La película utiliza una estrategia musical muy curiosa. Aparte de la música de Giacchino, cuenta con dos tipos de canciones. Por un lado existe un tema principal, “Remember Me”, compuesta por los responsables del éxito de Frozen, Bobby y Kristen Anderson-Lopez, que se presenta al menos en tres versiones diferentes. Esta canción se convierte en algo así como el corazón de la película al utilizarla con diferente sentido y diferente intérprete. Por una parte, la versión interpretada por Eduardo de la Cruz (Benjamin Bratt, Marco Antonio Solís en versión española) en donde parece hablarnos del amor, pero con foco en la gloria y el éxito, que las multitudes nos aclamen. Una cargada de gran espectáculo, ritmo y muchos colores exagerados incluso coros, gallitos y gritos mexicanos. Sin embargo, la siguiente aparición destacada es como una canción de cuna interpretada por Héctor (Gael Garcia Bernal, él único que la interpreta en ambos idiomas), que le proporciona el tono de melancolía, de echar de menos tiempos mejores. Y finalmente, la reunión de la familia con Coco (Anthony Gonzalez, Luis Ángel Gómez Jaramillo en español) en el que el tono recupera el sentido de dejar detrás a los seres queridos y cómo la familia es ese pegamento que lo une todo. La idea es maravillosa, permitiendo utilizar el múltiple sentido de las palabras y los sentimientos con sólo la interpretación y tono proporcionando el contexto necesario. Un toque e idea realmente brillantes.
Luego, a lo largo de la película, se encuentra presente una colección de canciones. Todos ellos compuestos y revisados por Germaine Franco y uno de los co-directores, Adrian Molina. Tienen un carácter más festivo y divertido, presentando ciertos aspectos o momentos de la historia, algo más en el estilo habitual con que solemos encontrárnoslas en el cine de animación. Pero uno de los elementos curiosos, como mencionaba, es que ninguna de ellas es parte de la música compuesta por Giacchino. Ni siquiera ese “Remember Me” tan central en la historia. Esto no sé si es algo malo o bueno. Personalmente no me ha impedido disfrutar de la maravillosa partitura instrumental de Giacchino en ningún momento. Esta es tan tremendamente variada en tono y estilo que es difícil que eso suceda. Aunque si queremos ser puntillosos, es verdad que le hace perder un pequeño punto de coherencia que podía haberse aprovechado muy bien a la hora de la construcción de la banda sonora. Pero ya digo que son minucias y detallines. No se siente demasiado, más allá de la pura curiosidad.
El tema principal que utiliza Giacchino de forma más evidente a lo largo de su partitura parece parece referirse a esa unión/relación familiar tan importante de la trama. Y se introduce nada más empezar la música, en los primeros segundos. mientras conocemos a su protagonista en “Will He Shoemaker?” Curiosamente la guitarra es la que interpreta este tema, y es el instrumento que suele hacerlo más habitualmente en la banda sonora. Y aunque, evidentemente, la guitarra es uno de los instrumentos más presentes, cuando introduce este tema y en algún otro momento emocional de la historia parece convertirse en la voz de su protagonista. No en vano es a través de la guitarra donde Miguel presenta y desarrolla su pasión (prohibida en su familia) por la música. Es un elemento que evidentemente Giacchino aprovecha al máximo. No sólo por el uso de solo guitarra en muchas ocasiones, sino también por la manera tan apasionada y emocional con que suena en ciertos momentos de la partitura. Desde el mágico y brillante sonido con marimba y guitarra de “Crossing the Marigold Bridge”, que va creciendo en intensidad, o la desgarradora “Adiós Chicharrón”. Y además el triste sólo de violín que nos lo introduce en “Taking Sides”, reforzado con la flauta de pan. O ese crescendo emocional (y orquestal) que presenta en “Reunión Familiar de Rivera”, y la rítmica y cargada de acción presentación de “A Run for the Ages” que lo introduce. Sólo con que nos centremos en este tema y nos dejemos llevar por la calidad y el resultado de lo que consigue Giacchino, no necesitaríamos nada más para poder calificarla como brillante. Pero es que hay mucho más.
En su conjunto la banda sonora parece expresarse en dos niveles. Por un lado, una música clásica, muy orquestal y con instrumentación muy colorida, que sirve de base al desarrollo de la acción y trama de la película. Y en este conjunto nos encontramos con varios temas de acción como “The Skeleton Key to Escape” o “Grabbing a Photo Opportunity”, varios con componentes cómicos más clásicos de la animación como “Shrine and Dash” o “Dpt. Of Family Reunions”, y una buena cantidad de momentos de corte muy emocional como “I Have a Great-Great-Grandson”, “A Family Disfunction” o “Somos Familia”. En los mismos su desarrollo y sonido es un poco más tradicional y habitual, a pesar del colorido y estilo de su orquestación. En algunos momentos incluso podría decirse que son dramáticos y bastante oscuros, casi de terror, que son un importante contrapunto frente a la vitalidad y brillo de la banda sonora. Sólo hay que empezar a escuchar esas notas en “It’s All Relative”, o esa tensión y misterio de “Family Doubtings”, o el repentino cambio de tono en la parte central de “The Show Must Go On”. Como mencionaba, la banda sonora es realmente espectacular en cuanto a su variedad y estilo de sonido y tono. Personalmente es una de las más completas y complejas que ha realizado para Pixar hasta ahora.
La guinda del pastel se la proporcionan todos los momentos momentos en que la música parece totalmente contagiada de los aires y ritmos mejicanos, convirtiéndose en auténticas piezas de fiesta desde “The Newbie Skeleton Walk”, “Plaza de la Cruz”, “Fiesta Espectacular” y la más moderna y con tono más “ricachón” y alejada del populismo de las anteriores “Fiesta con De La Cruz”. Todas ellas parecen sacadas de las ferias de algún pueblo, incluso alguna tiene con un cierto aire a alguna canción típica popular. Pero la verdad es que toda la música es original de Giacchino. El resultado es un tono realmente brillante y vital de la banda sonora, en el que incluso esa menor memorabilidad que le podríamos achacar al tema principal, lo compensa con ese con un sentido del ritmo y de la diversión envidiables. Dudo que no consiga hacer que más de un aficionado siga el ritmo con los pies y las manos. Sin olvidar que en varias ocasiones utiliza su tema principal en dicho contexto, con un resultado realmente brillante.
A lo largo de la banda sonora y esa presencia de la guitarra, es curioso como en ocasiones la guitarra queda sustituida por un solo de violín que le da un carácter más melancólico y evocador a la música. Algo que también consigue en diversos momentos en que la flauta de pan hace su aparición, entre la variada instrumentación de la partitura. Pero estas cuestiones son simplemente pequeñas muestras y detalles de cómo Giacchino busca ir cargando de emoción su música, pasando del tono festivo, al que marcan los momentos de mas tensión y misterio, o lo más divertidos. E incluso independientemente de cuando las piezas se vuelven emocionantes por si solas, parece buscar que sintamos aún con mas fuerza alguna punzada en el corazón con momentos que se mueven en combinación de varios tonos, “A Blessing and a Fessing”, o el ya habitual y memorable final en suite que suele dejarnos Giacchino en sus películas de animación. En este caso “Coco – Dia de los Muertos Suite”, en el que hace un repaso maravilloso y emocionante por todos los elementos y colores de su partitura.
No sé que más podría decir por si no ha quedado ya claro. La banda sonora es simplemente espectacular y muy completa. Su carácter tan fuertemente folclórico puede que haga a algún aficionado (que no le guste este estilo) perder el interés en la misma, pero no debería. Giacchino vuelve a dar en la diana en su trabajo en animación. Y lo hace de una manera tremendamente original, y encima cargado de vitalidad y emoción. Y si eso no es suficiente para algunos, es que lo que buscan es otra cosa. |
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