Repentino perdedor por K.O. |
|
Desplat y Clooney son viejos conocidos –Syriana (2005), The Ides of March (2011), The Monuments Men (2014)-, así que era previsible que esta sutil parábola a propósito del apunte de recesionismo racial que se da actualmente en Estados Unidos tuviera por fondo musical una partitura del compositor galo.
Para contrapuntear lo que ocurre con el racismo de hoy a lo que ocurría con el racismo de la América anterior a Rosa Parks o Luther King, Clooney recurre a los hermanos Coen y a su pericia a la hora de recrear climas domésticos de épocas pasadas. Desplat, en cambio, se recrea en la imaginativa fórmula con que los compositores hollywoodianos de los 50 acompañaban escenas de violencia y de suspense; basándose aquellos en elaborados ataques orquestales de gravidez dramática y en un empleo precoz de la música de jazz en el cine.
“Wellcome to Suburbicon” emplea el optimismo americano posbélico conjugando cuerdas y xilofones, un poco al estilo de Danny Elfman con Edward Scissorhands. Con “Friends”, instrumentos de madera y piano recrean un ambiente infantil de inocencia. Con “A Prayer for Rose”, la música de Desplat se oscurece, entra en los falsos modales del mundo adulto, jazzea un poco al estilo de las primeras partituras de Elmer Bernstein. Esta ambientación se reitera en temas como “Bud Cooper”, “A Sweet Aroma” y “Basement Games”.
Con “7,000 Apples” o “Sunday in Suburbicon” Desplat despliega una paleta de recursos orquestales de elevado presupuesto, para los que cuenta con un amplio equipo de orquestadores y mezcladores: Conrad Pope, Jean-Pascal Beintus, Nicolas Charron, Sylvain Morizet y Peter Cobbin. El festival orquestador llega a su apojeo con “Unlucky Bud” y “Falling Apart”, dos piezas antológicas, efervescentes, poderosas. La BSO se cierra con un giro melancólico en el que el clarinete manda (Allen Hoist).
Alexandre Desplat, inveterado fan de Henry Mancini, sabe poner música elegante y eficaz a cualquier proyecto que se le ofrezca, a un lado y otro del Atlántico. Con Clooney, Desplat no escatima medios ni ve limitada su creatividad… “A George le encanta la música, y todos sus requerimientos los formula en base a ese entusiasmo. A modo de anécdota, recordar que Desplat incluye en el disco un tema que Victor Young y Edward Heyman escribieron en 1952 para la película One Minute to Zero, “When I Fall in Love”.
Clooney explicó a Desplat que en Suburbicon la música iba a ser muy importante y que tenía licencia para trabajar a sus anchas… “Todo ocurre en 1957, en la cúspide del sueño americano, para lo que tu música, los decorados y el vestuario van a ser referentes principales”. Desplat no reparó en gastos, pero proporcionó a Clooney una BSO impecable, perfecta en su color, su tono y su función ambientadora. La lástima es que el experimento de llevar a cabo una peli de denuncia con núcleo de suspense y esfuerzo de ambientación se acaba disolviendo en algo banal e intrascendente… No es una mala película. Se deja ver. Sin embargo, emplea una música demasiado por encima de sus posibilidades. |
No hay comentarios