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Red Sparrow

(Gorrión Rojo)
James Newton Howard
     
Año:   2018
Sello:   Sony Classical
Edición:   Normal
Nº Tracks:   20
Duración:   76:57
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Asier G. Senarriaga

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1. Overture (11:34) *
2. The Steam Room (2:19)
3. One Night is All I Ask (1:30)
4. Take Off Your Dress (6:20)
5. Arriving at Sparrow School (2:51) *
6. Training (1:43) *
7. Anya, Come Here (2:45)
8. When Did You First Notice the Tail? (1:04)
9. There’s a Car Waiting To Take You To Moscow (1:50)
10. Follow the Trail Wherever It Leads You (2:30)
11. Blonde Suits You (4:59)
12. Searching Marta’s Room (2:23)
13. Ticket to Vienna (1:45) *
14. Telephone Code (1:10)
15. Searching Nate’s Apartment (1:04)
16. Can I Trust You? (3:06)
17. Switching Disks (6:00) *
18. So What Next? (3:45) *
19. Didn’t I Do Well? (8:48) *
20. End Titles (9:30) ** Mejores temas

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Tema de la Madre Rusia en «Overture»

 

Tema de la decisión de Dominika en «Didn’t I Do Well?»

 

Tema de Dominika en «Didn’t I Do Well?»

 

«End Titles»

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La suntuosidad, elegancia y fastuosidad de un James Newton Howard camaleónico, que lo mismo nos ofrece un ballet musical, literal, para el prólogo a dos bandas, funcionando a niveles narrativos con prestancia impresionante, que nos sumerge en el dramatismo desesperanzado de los servicios de espionaje soviéticos y sus tácticas execrables moralmente, como nos acompaña a un descenso a los infiernos de su personaje principal hasta un final elegíaco, sorpresivo y magistral con homenajes musicales a Shostakovich, Tchaikovsky y el noruego Edvard Grieg, sin dejar de lado la prestancia, solera y categoria de un Bernard Herrmann resucitado en esta partitura, en los pentagramas de un Howard en desaforada sucesión de aciertos. Su apabullante “Overture”, la tremenda lección de cómo musicar el suspense de “Switching Disks”, el tema de Dominika en “Ticket To Vienna”, y sus inenarrablemente apoteósicos “Didn’t I do Well?” y “End Titles”, sencillamente extasiante.

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Que la parte central de la obra carece del lirismo, del suntuoso homenaje a la tradición clásica rusa de su “Overture” y dos temas finales y entra en una espiral de irrespirable suspense y degradación moral reflejada por una asfixiante música, que a pesar de narrar con brillantez el subtexto, se puede hacer dura en escucha aislada, aunque ese no es mi particular caso.

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Tres. El prólogo, “Overture” con la composición pegada al fascinante montaje de dos historias paralelas que nos introducirán a la trama del film con apasionantes homenajes a la tradición clásica rusa de brillante espectacularidad y soberbio despliegue sinfónico; y la conclusión de la historia, “Didn’t I Do Well?”, con los coros poniendo la carne de gallina del oyente hasta la explosión orquestal de la resolución en el aeródromo, y los “End Titles”, con la subyugante, emocionante, extraordinaria rendición final a todos y cada uno de los motivos centrales, con especial mención al de Dominika, el Gorrión Rojo. ¡Sensacional Howard!

Gorrión Rojo, División de Choque (contraespionaje, engaño y seducción)

La literatura y el cine siempre han tenido como uno de sus géneros predilectos y recurrentes a lo largo de la historia los relatos de espías, curiosa variante del idem bélico, centrada en las maniobras de los servicios de inteligencia de varios países por colocar sus piezas en terreno enemigo para conocer antes incluso que este qué piezas mover en la jugada siguiente y qué sacrificios hacer para obtener el beneficio mayor al final, el jaque mate definitivo. Y en todas ellas siempre surgía la misma dicotomía del no saber en quién confiar del todo o en quién no confiar del todo. Los dobles agentes o incluso los triples, traicionar a quien te recluta para el enemigo, para traicionar de nuevo volviendo al redil, traicionando de nuevo en el sumum del arte de birlibirloque en triple tirabuzón con giro.

Desde David John Moore Cornwell, al que seguro ubican mejor si conocen que su nombre artístico era John le Carré, y creador del mítico George Smiley y su saga literaria y del subgénero de espías durante el periodo de la Guerra Fría entre bloques, del que es precisamente una variación actualizada el Gorrión Rojo, del que vamos a hablar a continuación, pasando por Frederick Forsyth, Robert Ludlum, Ken Follett, Tom Clancy, Graham Greene o incluso, porqué no, Ian Fleming, son tan conocidos todos ellos y su legado artístico, que no nos detendremos en un repaso pormenorizado a sus obras principales y procederemos a centrarnos en el film del que vamos a hablar de inmediato.

Gorrión Rojo, quizá por encima de tratarse de una historia de espías, es una tragedia. Una tragedia no griega en este caso, aunque no sería displicente definirla como tal, sino una tragedia rusa. La historia de una elegida, una niña mimada del Estado, Dominika, en este caso por pertenecer como Prima Ballerina Assoluta al legendario Ballet Bolshoi, que nunca había tenido que preocuparse de dinero o falta de comida en la mesa, recibiendo los parabienes de los gobernantes y clases altas por sus vibrantes interpretaciones, y con un tío en las altas instancias del Politburó, quizá demasiado interesado en el cariño de su sobrina. Pero en una trágica noche su pierna quedará destrozada y todo aquello que daba por sentado le será arrebatado. Sin dinero y perdida su categoría de estrella, el teatro dejará de pagar las facturas y la echarán a ella y a su madre enferma del piso del Estado en el que residían, todo lo que el tío aprovechará para convencer a su tierna sobrina de trabajar como agente encubierto del Gobierno y efectuar misiones para ellos.

Tras un primer operativo en el que Dominika se dará de bruces con la cruda, hiriente y terrible realidad, sólo una opción se abrirá ente ella: ser eliminada o transformarse en Gorrión, una Escuela de Seducción y de Dominio de las Artes Amatorias, digámoslo así para no resultar malsonantes, para robar información y desplegarse por medio mundo informando al mismísimo corazón del SVR (antigua KGB).

Y en la Escuela del Estado Número 4, Dominika se entregará al juego,
por pura supervivencia,
luchando por mantener su humanidad intacta en algún recóndito lugar de su interior,
entre asesinatos terribles, violaciones orquestadas
y horribles sesiones de tortura que nadie sería capaz de soportar,
nadie, salvo la mejor agente,

El Gorrión Rojo.

Y entre traiciones dobles, triples e incluso cuádruples decisiones a vida o muerte y planes a múltiples bandas entre la CIA, el SVR, los operativos, un topo del que desconocemos todo, salvo que es alguien muy escurridizo para ambos bandos, y un James Newton Howard en estado de gracia, consiguiendo reflejar, narrar y hacer sentir al espectador con exacerbada elegancia y extraordinaria prestancia, nos encontramos con un film fascinante de puesta en escena demoledora y brillante, dirigido con pulso clásico y ritmo contenido a la par que febril en la mejor labor detrás de las cámaras de un Francis Lawrence superlativo, que junto a la apoteósica interpretación de una Jennifer Lawrence (sin relación familiar con el director) en su mejor papel hasta el momento, matizando hasta el arabesco su complejo personaje, y sin dejar de lado la categoría exquisita de Jeremy Irons, Charlotte Rampling o Ciaran Hinds y lo magníficos que están en sus papeles Mathias Schoenaerts, el tío, o Joel Edgerton, el operativo americano.

Decisiones como mostrar el ballet inicial desde el backstage en lugar desde el punto de vista del espectador, el cambio de diskettes en la habitación de hotel y su consecuencia posterior, la entrada en la sauna de Dominika sin entrar en más detalles, o el giro final maravilloso e inesperado, si te has dejado llevar, en el aeródromo, son logros de dirección y guión (obra de Justin Haythe, basado en la excelente novela de Jason Matthews, de la que modifica un elemento esencial y clave) que no se deberían desdeñar, sobre todo tras contemplar como ejemplos del género infinitamente más aburridos y letárgicos con inane ritmo e interés obtienen el prestigio crítico, que esta Red Sparrow merece mucho, muchísimo más. Y a buen entendedor, pocos sobrevaloradísimos injustamente Tomas Alfredsons bastan.

Un score portentoso, las tribulaciones que conlleva transformase en espía en Rusia, la historia del Gorrión Rojo

James Newton Howard trabaja en dos vertientes  para dotar de vida al corpus musical de Red Sparrow. En primer lugar, recurriendo a los maestros clásicos rusos como Shostakovich, Tchaikovsky o Prokofiev para la parte inicial y final del film (la película también recurre a piezas clásicas de estos compositores durante el metraje, como el ballet de La Bella Durmiente de Tchaikovsky, las Sonatas para Piano Nº 1 y 8 de Mozart, el Concierto de Brandenburgo de Bach, o el Concerto para Piano en Do Menor de Grieg, que se utiliza diegéticamente en la trama como código empático entre el agente americano y Dominika Egorova), con un toque en el trabajo de orquestación de la sección de cuerdas e integración sinfónica con la orquesta que emparenta este trabajo con la legendaria obra de Bernard Herrmann (el trabajo de violines, violas, chelos y bajos es realmente espectacular bajo la dirección de esa parte del score del Maestro Essa Pekka Salonen, a los mandos de la London Philharmonia Orchestra), y en segundo lugar con una trabajada sección electrónica y de sonidos orgánicos producidos por instrumentos reales conjugados para infundir inquietud ante los tremebundos devenires, torturas y crímenes a los que los protagonistas se deberán enfrentar durante este viaje a las zonas oscuras del mundo del espionaje. Howard consigue que el suspense se haga irrespirable sin perder por ello de vista la raíz melódica y leitmotívica de la composición.

Ejemplos de ello encontramos en la inteligentísima manera en que el compositor estructura la creación, que funciona exquisitamente a nivel emocional, pero aún mejor a nivel narrativo. La obra comienza con 11 minutos soberbios de obertura, “Overture”, en los que el compositor nos lleva al contraste entre clases, los pudientes y los ricos, y los pobres que ansían llevar una vida más holgada, entre el mundo de la Residentura y el del Ballet del Bolshoi y sus rutinas antes de una importante representación, mientras una operación de recogida de información entre un operativo en Rusia de la CIA y un topo del SVR se pone en marcha concluyendo en lacerante fracaso, mientras Dominika ve como una aparente torpeza destruye su carrera al destrozarle otro bailarín la pierna izquierda, en una escena dura de ver.

 

James Newton Howard describe todo ello con precisión de cirujano, definiendo la localización, Moscú, y a la madre patria rusa, a la par que al mundo del ballet clásico, explotando en una bellísima secuencia musical acompañando el ballet en pantalla, mientras en sucesivos cortes de montaje tensiona al espectador con el juego del gato y el ratón entre los espías en el Gorky Park. Sublime.

 

El compositor define el tema mostrado en la secuencia del ballet como motivo de Dominika, la protagonista, para dejarlo de lado una vez entra en el juego del SVR y se convierte en un Gorrión de la Residentura. Mientras su entrenamiento, duro, cruel, sádico, desagradable e inmoral, tiene lugar, su tema desaparece, como si se estuviese viendo sometida a una lavado de cerebro progresivo. Esta carencia del tema de Dominika, que deja de escucharse desde el instante en que viaja en coche a la Escuela del Estado 4, siembra la inquietud del espectador y oyente, haciéndonos dudar sobre si este personaje con el que empatizamos quizá esté perdiendo todo rasgo positivo, más allá de un acto desesperado de supervivencia.

Pero Howard juega sus cartas magníficamente, haciéndolo regresar, una vez el Gorrión Rojo es asignado a la caza del topo en Budapest, alternando la melodía con el suspense en medidas y precisas cantidades, “Follow the trail wherever it leads you”, “Blonde Suits You”, “Ticket to Vienna”, con una bellísima aproximación al tema central, “Telephone Code” o sobre todo “Switching Disks”, en el que el compositor quita la respiración con el suspense musical y la electrónica sincopada, mientras el tema de Dominika emerge en el fondo del espectro sonoro con unas cuerdas que van imponiéndose sobre las sonoridades sintetizadas poco a poco (el Gorrión vence en la estrategia, y su humanidad e instinto perviven, nadie la ha conseguido doblegar, a pesar de todo).

Es entonces cuando la parte final de la obra encuentra dos de los mejores tracks de la toda la carrera de un James Newton Howard pletórico de ideas y talento para desarrollarlas en un final musical magistral que pone un nudo en la garganta de emoción y provoca la necesidad de aplaudir al músico, siquiera metafóricamente, ante el despliegue de sentido de la maravilla ofrecido en “So What Next!”, y sobre todo, los sensacionales, y de momento mejores temas del año 2018, “Didn’t I Do Well?” y “Red Sparrow End Titles”, en los que ante el descubrimiento del fracaso del plan, el músico dota de elegíaco y bellísimo lirismo al tema de Rusia, al motivo de la familia y el honor, que supone una variación coral del tema de la Madre Patria…

 

… al tema de la operación y el topo, con lacerantes cuerdas y drama poderoso, y finalmente a la más gloriosa ejecución durante la obra al tema de Dominika, motivo central sobre la que gira toda la partitura y que aquí alcanza cotas majestuosas cuando por primera y única vez lo escuchamos con los metales, con las cuerdas entrando en arrebatador crescendo y la orquesta completa rompiendo con exultante poderío, mostrando el triunfo final del Gorrión Rojo, y el sacrificio que tuvo que hacer para ello, y que ahora descubrimos visualmente, y a través de la subyugante y fastuosa música de Howard, sentimos poderosamente.

 

Para concluir la creación con una suite recopilatoria de motivos rehaciendo la obertura inicial para dotar al tema de Dominika de toda la trascendencia del personaje, su carácter indómito y su sacrificio terrible por el bien mayor, con el espíritu de Shostakovich fusionándose con la Golden Age de la Música de Cine con Bernard Herrmann a la cabeza, una pizca de Miklós Rózsa en el engarce de las piezas conformando una sola, y definitivamente, un James Newton Howard en plenitud de facultades, y que regresa a un nivel de excelencia superior con este Gorrión Rojo, que es desde ya la mejor obra de lo que llevamos de año, y dudo mucho que sea descabalgada de este pedestal fácilmente y acabará siendo una de las obras por las que el 2018 será recordado.

No confíes en nadie, no digas jamás tu nombre, aquí nadie debe saber quién eres,
has dejado de ser Dominika Egorova, ahora eres un Gorrión…

“Welcome to the State School 4, Sparrow”