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Darkest Hour

(El instante más oscuro)
Dario Marianelli
     
Año:   2017
Sello:   Deutsche Grammophon
Edición:   Normal
Nº Tracks:   19
Duración:   51:57
     
Ficha IMDB
Web de la película
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

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1. Prelude (2:25)
2. Where Is Winston? (2:44)
3. Full English (1:59)
4. A Telegram From The Palace (1:44)
5. One Of Them (1:33)
6. Winston And George (3:15)
7. First Speech To The Commons (3:36)
8. The War Rooms (2:46)
9. From The Air (1:26)
10. I Wouldn’t Trust Him With My Bicycle (1:58)
11. Radio Broadcast (3:06)
12. History Is Listening (2:35)
13. An Ultimatum (1:29)
14. Dynamo (2:38)
15. We Must Prepare For Imminent Invasion (3:04)
16. The Words Won’t Come (2:17)
17. Just Before The Dawn (2:14)
18. District Line, East, One Stop. (3:52)
19. We Shall Fight (7:26)

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«Prelude»

 

«Where Is Winston?»

 

«We Shall Fight»

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La contención y el trabajo de ambientación que realiza Marianelli, alejado de los previsibles y tópicos toques épicos y nobles, para acercarnos al drama y gravedad de la historia y de su figura central.

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El cierto tono frío y alejado que desprende en ocasiones la música, especialmente con los elementos más centrados en solo piano, que no alcanzan en ningún momento la emoción o humanidad que, curiosamente, sí alcanzan otros momentos mas sobrecargados orquestalmente.

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La manera en que va reflejando la vitalidad y fuerza de la naturaleza que era Winston Churchill una vez que tomaba decisiones, algo que refleja la música maravillosamente y que completa con la brillante “We Shall Fight”, creciendo desde un punto muy íntimo hasta el momento más intenso y potente de la banda sonora.

BSOSpirit opina

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Nota media: 7,55

Ángel Aylagas (8), Fernando Fernández (8), Asier G. Senarriaga (7), Óscar Giménez (6), Juan Ramón Hernández (7), David Martínez (7), Antonio Miranda (7), Jordi Montaner (9), David Sáiz (9)

 

Una versión íntima, de figuras y sucesos legendarios

Un suceso habitual del Hollywood actual: películas que buscan competir cara a cara contando historias muy similares. Si hace unos meses llegaba Churchill a nuestras pantallas con una estupenda partitura de Lorne Balfe (ver reseña), ahora le toca el turno a Darkest Hour, de las dos, la que se ha llevado más reconocimiento, cariño de los críticos y prestigio, principalmente por su director, Joe Wright, así como el Oscar a su actor principal, el camaleónico Gary Oldman. Otra película que quiere ofrecernos una visión diferente de la vida del gran político inglés.

Marianelli retorna a colaborar con Wright, con un nuevo resultado lleno de clasicismo y clase. Aunque sigo sin terminar de sacudirme la sensación de que destila un cierto tono frío y distante en ocasiones. Es uno de esos compositores con los que tengo una relación compleja. Me gusta mucho su estilo, incluso cuando entra en terrenos más modernos, aunque evidentemente destaca cuando se mueve en los terrenos más clásicos y orquestales. Pero donde a veces está acertado, en otras ocasiones parece demasiado distante. Aún así, manifiesto mi debilidad cuando el piano se convierte en el eje de su trabajo, algo que en esta ocasión es uno de sus elementos más destacados, gracias a la maravillosa colaboración que desarrolla en la banda sonora con el pianista islandés Vikingur Ólafsson. Pero precisamente una colaboración con un especialista en partituras de compositores como Philip Glass no es el punto decisivo para evitar desprenderse de la frialdad en la interpretación de la que hablaba.

Sólo hay que acercarse a ese inicial “Prelude” para apreciar en detalle a que me refiero. La pieza, a solo piano, tiene un claro aire improvisatorio, con Ólafsson introduciendo variaciones a lo largo de su desarrollo, que parecen buscar animar la fluidez de la pieza y darle un tono más cercano y natural. Pero su comienzo con cierto tono emocionante se va tornando oscuro y grave. Muy dramático. Con esas notas graves que parecen acentuar ciertos momentos, reforzando a un más el tono sombrío. A ver, me encanta cuando un compositor usa solo el piano para evocar momentos de gran angustia y de toma de decisiones como lo hace Marianelli en la primera parte de esta partitura, pero la diferencia es notable cuando el piano queda envuelto por la orquesta como en la siguiente pieza: “Where is Winston?”, con los timbales y grueso orquestal envolviendo al piano y sus notas graves y repetitivas. La sensación sigue siendo dramática y seria, pero el resultado es mucho más emocionante. Te contagia la urgencia y tensión del momento y la situación. Y de manera mucho más efectiva.

Uno de los mejores aspectos de la banda sonora es cómo la música parece centrarse en uno de los elementos fundamentales del carácter del personaje de Churchill: la gran energía e ímpetu que demostró en algunos de los momentos más graves de la historia de Europa. La música se encuentra repleta de ese ritmo y esa energía, como si nos ayudase a colarnos en la mente inquieta de Churchill. El propio Marianelli ha comentado cómo Wright le dio una antigua fotografía de Churchill para ayudarle en la inspiración de lo que estaba buscando. En ella se veía a un Churchill inclinado hacia adelante, con un cierto tono borroso producido por el intento de capturar el movimiento, lo cual él tradujo en una música que enmarcara ese carácter y le diese un tono bastante propulsivo. El detalle anecdótico viene cuando, más tarde, Wright le confesó que la foto era del propio Gary Oldman maquillado.

Conociendo ese detalle, aún se hace más evidente el tono que persigue la partitura. Se trata de una banda sonora en la que se persigue más la creación de sensaciones y atmósferas que el desarrollo de temas y melodías. Sin embargo, no significa que se convierta en aburrida o monótona. Todo lo contrario. Es una auténtica clase maestra de cómo se puede trabajar en ambiente y texturas y, sin embargo, realizar una partitura entretenida, variada y muy accesible. Es de esas bandas sonoras en las que uno debe dejarse llevar. De ahí el gran acierto de la manera en que utiliza el omnipresente piano de Ólafsson. Con momentos en que se convierte en un elemento principal como en “One of Them”, “First Speech to the Commons” o “Just Before the Dawn”. Pero en otras ocasiones como sencillo elemento que marca el ritmo y el tempo de la pieza, ya sea el apoyo de ritmos militares como “History is Listening”, “War Rooms” o “From the Air”, lo que le proporciona mucha mayor urgencia a la banda sonora. En ocasiones casi como si de un reloj en cuenta atrás se tratase.

Eso no quita que además incorpore y utilice recursos diversos y originales para desarrollar la trama musical. Por ejemplo, esa especie de danza política que representa en “Winston y George”, con el piano colaborando creando una linea melódica de corte tremendamente clásico. E incluso un motivo repetitivo que nos permite identificar a Churchill (o más bien, su voluntad y rapidez de pensamiento) que es el único elemento temático más o menos identificable en la banda sonora y que aparece en “Prelude”, para volver a ser utilizado de forma evidente en “The War Rooms” y la final “We Shall Fight”. Es un motivo que aparece mostrándonos a un Churchill poniendo en marcha su voluntad e ideas.

Probablemente sea en su parte central donde más evidente se haga el trabajo ambiental y de atmósferas de Marianelli. Desde “Radio Broadcast” la partitura se centra cada vez más en los elementos más dramáticos y graves de la situación. Y la música parece convertirse en un reflejo de los momentos más duros. Piezas como “An Ultimatum”, “We Must Prepare for Inminent Invasion” o “The Words Won’t Come” se encuentran entre los momentos más oscuros de la banda sonora, con el piano prácticamente desaparecido bajo la gravedad orquestal. Pero también como si la energía y el ímpetu hubiesen desaparecido de la música. Es un contraste importante frente a la energía que se desprendía en otros momentos, una música que no deja de ser emocional, pero en un espectro mucho más diferente del que se había desarrollado anteriormente. Y también alguno de los instantes en que esa frialdad que suele desprenderse tanto de Marianelli como de Ólafsson termina por hacerse más evidente.

Y es que escuchando Darkest Hour tiene uno la sensación de que Joe Wright le pidió a Marianelli que trabajase un estilo de composición más reservado y que sirviera mucho más de fondo de lo que sería habitual, evitando de alguna manera el cliché más ostentoso y patriótico que hubiera podido ser más normal al acompañar a una figura de este tipo. Es un acierto en el enfoque de la banda sonora, ya que nos acerca más al hombre que hay detrás de la figura. Pero además, otro de los elementos que beneficia maravillosamente a la partitura es que Marianelli pudo comenzar a trabajar en la misma hasta un año antes de comenzar el rodaje. E incluso Wright le iba enviando elementos y escenas del rodaje una vez terminadas para que pudiese ir trabajando en ellas, un proceso que no es en absoluto habitual hoy en día, pero que proporciona un gran comodidad al trabajo, permitiendo pruebas de “ensayo y error” que permiten redondear a la banda sonora, especialmente cuando se trata de acertar en uno de los momentos cumbre de la película, convirtiéndolo en uno de los momentos destacados del score: el famoso discurso/arenga de Churchill que Marianelli  convierte en una auténtica montaña rusa de emociones e intensidad. “We Shall Fight” es, claramente, una de las piezas destacadas del año. Casi ocho minutos de narración musical en la que se toma su tiempo para ir creando un brillante crescendo emocional desde un inicio sencillo con solo piano y ritmo. Pero la sensación de urgencia y dramatismo con la que se va cargando la pieza nos va dejando sin respiración. No solamente el discurso, y la interpretación de Goldman son brillantes, sino que la música de Marianelli nos hace prácticamente vivir en el momento con las emociones que destila la pieza.

Darkest Hour nos trae un Dario Marianelli brillante, que sabe proporcionar el equilibrio adecuado entre el sonido político/militar, pero sin dejar de lado cómo reflejar una variada paleta emocional, lo cual  proporciona a la película mayor profundidad y alcance. En conjunto, le proporciona un sonido muy clásico, sin necesidad tampoco de recurrir a una gran orquesta, pero poniendo un especial énfasis en los solos de piano. Sin embargo, a diferencia de otros trabajos anteriores de Marianelli, la música se encuentra mucho más centrada en el ritmo y la textura que en los temas claros. No obstante, ese tono consigue acercarnos mucho más a la persona que existía tras la figura, dándole foco principal a sus acciones y su manera de ser. Y todo ello en un momento histórico crucial y muy grave, en el que terminó erigiéndose como una de las principales personalidades de un nuevo orden mundial.