Pulsos y tonos para un viaje existencial y vitalista |
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¡Aaaaah, las “road movie”! Ese género tan trillado, pero que tantas alegrías nos da en muchas ocasiones. Un formato perfecto en el que la metáfora del viaje es perfecta para explicar la vida, las maneras de ser, conocer otras ideas… y vernos reflejados en ella. Es uno de esos formatos de historias tan recurrentes en el cine, que ya debería estar hasta desgastado. Sin embargo, las historias y maneras de presentárnoslas son tan innumerables que siempre hay espacio para una más.
En esta ocasión el cineasta italiano Paolo Virzi, que en los últimos años se ha ganado un cierto renombre profesional por el éxito de sus películas Il Capitale Umano o La Piazza Gioia, se embarca en esta ocasión en su primera película americana. Rodada en inglés, basada en la novela de Michael Zadoorian, y con un reparto encabezado por esos dos “monstruos” de la interpretación que son Donald Sutherland y Helen Mirren, nos presenta una buena base para tener una historia interesante y disfrutable. Y aunque el recorrido lleve un desarrollo plagado de tópicos, tanto de situaciones como de personajes, es de agradecer el que su fondo dramático deje espacio a una historia mucho más bonita y vital de que podría esperarse.
La historia nos presenta a una pareja de cincuentones que deciden “escaparse” de la sobreprotección de sus hijos, utilizando una clásica furgoneta setentera, para rememorar sus viajes de juventud y volver a disfrutar de la vida volviendo a vivirla plenamente. El punto dramático, y la razón de esa sobreprotección, es que el padre se encuentra sufriendo unos estados iniciales de Alzheimer que le hacen olvidar y mezclar muchos momentos vividos, y la madre tiene una evidente enfermedad grave (sobre la que poco a poco vamos descubriendo detalles). Por ello la película nos narra una posible última ocasión de poder disfrutar de la vida a través de un viaje en su vieja furgoneta llamada “The Leisure Seeker” (más evocador e interesante que la horrorosa y tópica traducción del título en castellano), y un viaje de rememoración más que de descubrimiento. Aunque también este último sea parte del viaje.
A los mandos musicales de la historia se encuentra Carlo Virzì, hermano del director y compositor habitual de todas sus películas. Un profesional veterano, y que además es guionista y director por cuenta propia, con lo que tiene una experiencia más que original e interesante en su carrera. Y en esta ocasión vuelve a utilizar su clásica mezcla de música de corte clásico y de electrónica moderna para servir de lienzo cómodo y ambiental a esta dramática y tierna historia. Uno de sus grandes aciertos es que la música, a pesar de caer en momentos en un cierto desarrollo ambiental, especialmente cuando la electrónica lleva el mayor peso de la música, el tono nunca es excesivamente monótono ni aburrido. Incluyendo siempre un cierto punto de desarrollo melódico que la hacen muy accesible y sencilla de escuchar. Si que es verdad que en ocasiones parece querer disparar en rodas direcciones y perder un cierto enfoque. Pero al hacerlo con ese tono desenfadado, divertido y romántico se deja llevar muy bien.
Además, es de agradecer que se deje al compositor la posibilidad de tocar e incluir diversos estilos en su composición en vez de recurrir a la manida utilización de canciones. Aunque en ciertas piezas la sensación que se nos pueda quedar sea precisamente esa: que la música esta utilizada a modo de canciones en ciertos momentos. No sólo con la pieza final “I Love Them Both”, que es una canción de corte acústico, muy americana y sin cantante acreditado en ningún sitio que haya podido ver, sino con piezas que se salen un poco del desarrollo normal y del estilo de la banda sonora como “The King of Route 1”, con ese sonido del dobro y la steel guitar que la dan un aire de country americano brillante. Desde esa electrónica llena de ligeras percusiones rítmicas y pulsos que es “Alligators” y su cierto tono de free jazz/funky setentero, pasando por la burbujeaste y delicada “The Love of My Life”, con un tono más evocador. O la emocional y preciosa, en su delicadeza, “John is a Young Teacher”. Junto a las más ambientales, aunque también más rítmicas y propulsivas, “Fields” o “What About Me?”. El tono es moderno, con cierta carga de melancolía y recuerdos y un estilo moderno y actual. Con ocasiones que me recuerdan mucho al estilo de ese Thomas Newman más urbano y experimental, que no se olvida de la melodía aunque esté más preocupado por el efecto de su sonido que por la emoción de la música. Sin embargo aquí, Virzì sí parece preocupado de no alejarse demasiado hacia sonoridades excesivamente extrañas y atmosféricas, excepto en algún momento aislado.
Aunque el tono general de la banda sonora es claramente electrónico, en muchas ocasiones el chelo, cuerdas, flauta y algún que otro instrumento acústico, cuentan con una presencia dominante en las piezas. Ese estilo de música ambiental tiene un marcado carácter positivo, evocador y muy bonito. Evidentemente es el tono que necesita la historia, en el que los recuerdos, tanto poder mantenerlos como revivir los pasados, son el elemento principal de su trama. Y en ese sentido la música se hace bastante accesible y disfrutable. En ella Virzì crea tres piezas principales que se van haciendo recurrentes y sobre las que evoluciona la banda sonora, junto a otros momentos aislados puntuales, que son los que dan esa sensación de “canciones” que mencionaba anteriormente. Las tres partes de “Andante” son la más clásica de todas ellas. Y en las que cuerdas y chelo crean una especie de tema principal recurrente y sencillo. Un tono evocador y melancólico, que nunca pasa a ser triste, y que sirve de delicada base al viaje. Este tema principal, en ocasiones se adivina, en otras piezas. Aunque fuera de aquí su presencia más destacada es en la emocionante “John is a Young Teacher”.
Las otras dos piezas principales que desarrollan la historia se centran en otros elementos clave de la historia. Con “Obstinacy”, Virzì presenta algunos de los elementos más puramente electrónicos y rítmicos de la banda sonora, a los que suele recargar con efectos de steel y ambientales. El resultado es una especie de pieza propulsiva, optimista y muy decidida. Con momentos que parecen enmarcarse en un tono de rock-pop. Reflejo del carácter del personaje encarnado por Helen Mirren. Y la última pieza, es la más melancólica, ambiental y atmosférica de todas: “Slides”. Es la música que sirve de fondo a los momentos que nuestros protagonistas utilizan para rememorar sus tiempos pasados a través de antiguas fotos y diapositivas que van proyectando en su caravana. Manteniendo ese sonido evocador y etéreo de la steel y la electrónica, esta pieza se convierte en los momentos más reposados y delicados de la banda sonora. Con alta carga emocional y mucha melancolía encerrada en sus notas.
En conjunto una interesante banda sonora, que combina bien toques modernos, con acústicos y orquestales, consiguiendo un conjunto lleno de buen gusto. Pero sobre todo cargado de momentos brillantes y delicados, y con un tono vital que realmente favorece tremendamente la escucha de la partitura. Probablemente no se la preste demasiada atención, y su desarrollo puede ser algo tópico y no demasiado original. Pero es una interesante muestra de un estilo moderno de composición, que muestra como la creación de atmósferas y ambientes, especialmente electrónicos, no tiene porque estar reñidos con la presencia de elementos melódicos y emocionantes. |
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