1. Main Titles (1:11) *
2. Crash Landing (1:12)
3. Will Exploring (5:05)
4. Moby Dick (2:49)
5. Will and the Robot (7:28) *
6. Danger Will Robinson (3:32) *
7. Family Chores Fugue (4:16) *
8. To the Chariot (3:38) *
9. Smith / The Forest (3:16)
10. Dump the Fuel (3:12)
11. Flowers / Father and Son (3:33) *
12. Waterfall (4:18)
13. Illumination (4:40)
14. Maureen at Work (1:28) *
15. Maureen Flies (1:13) *
16. Race the Minefield (3:51) *
17. Ultimate Sacrifice (3:55) *
18. Here We Go (2:49)
19. Saying Goodbye (2:45) *
20. Alien Ship (3:34)
21. The Resolute (3:18) *
22. End Credits (1:13) *
* Mejores temas
Tema principal de Lennertz en «Main Titles»
Tema de Will y el Robot en «Will and the Robot»
Tema épico de Will en «Danger Will Robinson»
«Race The Minefield»
Tema de Williams en «End Titles»
Fusión de los temas de Williams y Lennertz en «End Titles»
La unión perfecta del pasado musical de la saga, el memorable tema de John Williams, con el presente y futuro, y un fascinante tema principal estilo americana lleno de lirismo y espíritu de aventura, “Main Titles”. También que la obra está llena de melodías y sinfonismo extremadamente disfrutable, “To The Chariot”, “Race the Minefield”, “Ultimate Sacrifice”, y sobre todas las cosas, el colosal motivo de Will y el Robot. Apoteósico Lennertz.
Ciertos pasajes excesivamente incidentales para el disfrute en escucha aislada pero soberbiamente bien compensados durante la audición del score. O sea, prácticamente nada.
No hay ninguna duda aquí. Junto al poderoso nuevo tema principal, integrado con el mítico motivo clásico, “Main Titles”, el fascinante tributo a Basil Poledouris, de carne de gallina, con la majestuosa acción de “Race The Minefield”, y la fascinante reinvención del encuentro de un niño y un robot más allá de las estrellas, “Will and the Robot”, espectacular, emotivo, emocionante, sublime, Christopher Lennertz on fire.
BSOSpirit opina
Nota media: 8,25
Josep Manel Blanch (8), Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (8), Ignacio Granda (7), Juan Ramón Hernández (8), David Martínez (8), David Sáiz (9)
Alcanzando el último sacrificio,
la alianza más allá de las estrellas entre la humanidad y la máquina
Comenzaré esta pequeña reseña sobre la fantástica composición que Christopher Lennertz ha creado para esta revitalización actual de la mítica franquicia espacial televisiva que más importancia tuvo allá por unos ya lejanos años sesenta, con permiso de Star Trek, contando una experiencia personal. El pasado octubre, con motivo del homenaje que se tributó en el Royal Albert Hall de Londres a la figura de James Horner, quien esto suscribe acudió a la capital británica para asistir a este evento, y una vez allí, casualidades de la vida, coincidiendo con las recording sessions en Abbey Road del nuevo proyecto de Netflix, aún top secret en aquel momento, Lost In Space, fui invitado con gran generosidad por Christopher Lennertz, junto a un par de amigos, a conocer estos legendarios estudios y a asistir a las grabaciones de la partitura para la serie.
Ni qué decir tiene que atravesar el archiconocido paso de cebra que hicieron famoso los Beatles, caminar por vez primera por la pequeña escalinata exterior, registrarme en recepción, y avanzar por el hall principal camino al Estudio 1, entrar en la sala de mezclas y ser recibido por Chris con un fuerte abrazo, ser presentado al equipo mientras el propio compositor nos hacía un tour por la sala de grabación, inmensa, subir las escaleras a la balconada superior para ver desde arriba a los músicos… solo recordar esos instantes y la carne vuelve a ponerse de gallina. Pero lo cierto es que lo más mágico, lo más inolvidable, fue descubrir aquella música, esta composición, por primera vez, y verme fascinado, in situ, por su grandeza y la entrega de todos los implicados en el proyecto. Gracias, Christopher Lennertz, gracias Paul Talkington & all the Sonic Fuel Team, muchísimas gracias.
Y ahora centrémonos en lo principal, el análisis y reseña de la composición en sí, y su ubicación en la historia de adaptaciones de
Perdidos en el espacio
La serie original, creada por el mítico Irwin Allen (sí, el de las pelis de catástrofes de la década posterior) en 1965, solo duró en antena tres temporadas, hasta el año 1968. Pero al contrario que otros proyectos similares que cayeron en el olvido con el paso de los años, este dejó huella en la psique de la sociedad americana hasta nuestros días, contando con un remake con pretendidas intenciones de súperespectáculo en 1998, que a la cola de Titanic alcanzó buenos números en taquilla, pero quizá no los suficientes, y fallido en su conjunto, hasta llegar a la aparentemente, o en intenciones, versión definitiva, de este 2018.
Desde el tema principal de John Williams, que además creó las partituras de cinco episodios, la serie clásica contó con la labor de profesionales de la talla de Alexander Courage, Fred Steiner, Gerald Fried, Leigh Harline, Leith Stevens, Lionel Newman o Cyril J. Mockridge, entre otros, estableciendo un legado musical extenso para el universo en el que la familia Robinson buscará regresar a casa contra toda dificultad y destino posible, en una homérica travesía eterna. Bruce Broughton expandió la narrativa musical de la historia de los Robinson con un sinfonismo apabullante y de raigambre western, y pese al aparente contraste de las sonoridades del género americano por excelencia en una producción espacial, logró sin embargo frescura, grandeza genuina y poder orquestal para llevar la aventura a niveles intertextuales muy inteligentes, a pesar de la simplicidad de la trama y esquematismo de caracteres y personajes para un film de dos horas que quiso ser saga y se quedó en primera entrega única.
Hasta llegar al Perdidos en el espacio de Christopher Lennertz, que con un gran presupuesto a la altura, Netflix proporcionando salida al producto y horas por delante para desarrollar las tramas, actualizaba la historia, para en este caso, no repetirla, encontrándonos con suficientes variaciones con respecto al pasado, no obstante siempre respetuosas con el legado original.
Había llegado el momento más esperado, en el que de nuevo escucharíamos aquello de…
“Peligro, Will Robinson”
Christopher Lennertz crea un nuevo score para Lost in Space integrándolo en el legado de la saga
Lennertz decide con buen criterio centrar el tema principal de la serie en un suntuoso sentido de la maravilla y de la épica para marcar la evolución de la aventura espacial humana, y un futuro en el que la única supervivencia dependerá de la expansión a otros universos ajenos a la Tierra, empleando la Americana, y una emotiva representación de los logros del hombre a nivel tecnológico. La primera presentación del motivo central la encontramos en los primeros 43 segundos de los “Main Titles”, con un vigor sinfónico de primer orden, dando paso al tema clásico de John Williams a un tempo suicida, que deja sin aliento, regresando al tema de Lennertz para concluir dejando todas las expectativas en alto.
Pero el peligro acecha a cada recodo y la acción se incorpora a la serie con sinfonismo brutal y un ritmo acelerado en “Crash Landing”, con una sección de cuerdas punteando la entrada de los bronces y llevando la excitación del ingreso en la atmósfera y el aterrizaje a niveles paroxísticos. Instante en el que el compositor abre el material temático de la familia, y especialmente de Will Robinson, con su tema alcanzando la emotividad a partir del 1:11, incorporándose al citado de la unidad familiar, para conforme la curiosidad del muchacho, brillante aquí la inclusión de flauta y percusión, le lleva a investigar por su cuenta, independizarse de este e ir por libre, con tonos aventureros o incluso lúgubres cuando la tragedia ataca, atentos a partir del minuto 3.
La importancia de la educación y el vínculo familiar se expresa con preciosismo lírico en “Moby Dick”, con las dos hermanas hablando del clásico de Melville en una situación de peligro de muerte, para hacer llevadera la búsqueda de soluciones, que el tiempo acabándose se empeña en imposibilitar. Hermosísimos los arabescos al arpa y trompas del último minuto rindiéndose al tema de la familia como origen de la fuerza y el espíritu de lucha para sobrevivir.
Y llegamos al momentazo de la partitura, «Will and the Robot», donde Chris Lennertz sabe que tiene el cauce abierto para lucirse, y bien que lo consigue con el desarrollo temático del motivo de Will, y la primera aparición de otro de los leitmotivs esenciales de la obra, el tema del Robot. Atentos a partir del 1:40 a la poderosa interpretación del tema de Will, seguida de la primera aparición del motivo del robot, jugueteando ambos entre toques de suspense y preciosistas alardes melódicos in crescendo hasta explotar a partir del 4:42, y poner la piel de gallina con una maravilla a las cuerdas ofreciendo la versión más lírica, emocional y pura del motivo de Will, en un crescendo arrebatador que nos llevará en volandas a la magia y a la emotividad honesta, al descubrir que ayudando a tu aparente enemigo, puedes encontrar el más maravilloso aliado, y quizá, ¿amigo?
Lennertz nos llena de emoción orquestal magnificente a partir del 06:18, para concluir en clave inquietante con el tema del robot, del 6:59 al final del track, envolviendo con unas sugerentes flautas la amenaza del peligro convertido en uno más del núcleo familiar.
La versión más Americana del tema de Will se despliega prologando “Danger Will Robinson”, haciéndonos ver cómo el chico nunca estuvo más protegido en toda su vida. Atentos a la magnificencia cuasi bíblica a partir del 01:22 con una arrebatadora presentación del tema de Will y el Robot.
Puro sentido de la maravilla tan necesario en la música de cine, y que Lennertz provee con maestría y generosidad, ofreciendo incluso una variante maravillosa del tema de Williams en tempo lento a las cuerdas, para concluir con, de nuevo, la Americana de su propio tema principal para Lost In Space, y la versión épica del motivo de Will, cerrando poderosamente con los timbales, uno de los mejores temas, junto al inmediatamente anterior, de todo el año 2018.
El espíritu indómito de aventura y exploración de los Robinson nos es mostrado mediante una pimpante fuga en “Family Chores Fugue”, el motivo de raigambre más clásica de la obra, para tras la belleza y pureza melódica dar comienzo a la impresionante acción. Y es este uno de esos temas, que denotan la calidad compositiva del músico y sus orígenes como alumno aventajado de uno de los más grandes de todos los tiempos, Basil Poledouris. Atentos al majestuoso homenaje a su maestro que Lennertz ofrece con una grandeza apoteósica en “To the Chariot”, podemos sentir como la adrenalina implosiona desde el segundo cero. Atentos a partir del 1:25, déjense llevar por la aventura, ríndanse a la magia, esos ritmos a los timbales, esa percusión, esas cuerdas poderosas, la épica made in Lennertz ha llegado para quedarse.
Y entramos en la descripción del mal puro, aquel que precisamente no tiene justificación, y aún así existe, y puede amenazar a todo y todos. Nadie está a salvo del, Dr. Smith, que aquí sufre un cambio de género, pero ni el más mínimo descenso en perversidad. Su villanía nos es mostrada con juegos de instrumentos y solos de glockenspiel, el tic tac de un reloj demoníaco, y unos chelos de malignidad y oscuridad inquietante, “Smith/The Forest”.
La acción regresa de la mano de los ritmos in crescendo y los ostinatos emocionantes de “Dump the Fuel”, con su variada gama de recursos de orquestación, recogiendo el estilo de Lennertz para narrar la excitación de la aventura con pulso maestro, atentos a los goldsmithianos movimientos a partir del 01:29, cada vez más acuciantes, cada vez más memorables, con homenaje a Star Trek incluido si se afina el oído, concluyendo con una sensacional rendición al tema de John Williams, mezclándose con el del propio Lennertz como si ya fueran uno solo, antes de que las entradas percusivas de los metales nos lleven al lirismo de “Flowers/ Father and Son”, donde se desata la emoción de nuevo, y quizá alguna lágrima empiece a formarse en el fondo de la retina, y es entonces cuando la nobleza del motivo de la familia a la trompeta (1:00) y unos maravillosos violines hacen que se derrame cruzando la mejilla, y a esta se le unan unas cuantas más.
No se pierdan la definición musical de la humanidad, el abrirse a otra persona con honestidad de espíritu (2:14), definido por un fascinante glockenspiel, al que las cuerdas se van uniendo y unos sutiles coros en el fondo sonoro, rindiéndose la melodía al solo del violín, antes del suspense final, ante la presencia de Smith jugando de nuevo a varias bandas.
Una verdadera preciosidad de talante horneriano nos arrulla y alienta con el suntuoso y hermosísimo “Waterfall”, pero no es optimismo todo lo que reluce y juegos al piano junto a campanas y disonancias nos ponen en pleno centro de la tormenta, para regresar al tema de la familia y mostrarnos a cada uno de sus miembros por separado en acciones paralelas, siendo la música la que nos muestra todo lo que les une y dota a los Robinson de su inagotable espíritu.
Atentos a partir del 1:22 a la embriagadora revisitación de sinfonismo abrumador con el añadido de los coros, metales, vientos de madera, glockenspiel y arpa, “Illumination”.
Y la madre toma la dirección del equipo y vemos sus capacidades para dirigir y hacer eficiente al equipo, con el juguetón, “Maureen at Work”, tornándose dramático y urgente en el incremento del tempo, o etéreo y sugerente a la par que mágico con los coros y sintetizadores de “Maureen Flies”, llevándonos en volandas a la emoción.
Hasta que llegamos al temazo de acción del score, el portentoso, y de nuevo muy poledouriano“Race The Minefield”, abracadabrante tributo a Basil y su grandeza para la música de acción, poderosos metales, percusión, cuerdas, toda la orquesta al unísono, orquestaciones vibrantes haciéndonos casi saltar del asiento ante la carrera a vida o muerte entre los peligrosos géiseres explosivos, cargados de combustible hasta los topes, no se pierdan el primer medio minuto y sobre todo el portentoso alarde de composición y ejecución sinfónica desde el 1:19, Lennertz at his very best.
La partitura se enfila hacia su último tercio, y lo narrado musicalmente alcanza plenitud, sentido y perfecto círculo con el lírico piano de “Ultimate Sacrifice”, donde lloraremos de nuevo cuando el tema de la familia nos rompa el corazón y la entrada de las cuerdas nos anuncien la tragedia. Atentos a partir del 01:24, y el sensacional medio minuto final, déjense llevar, sientan la fastuosidad y sencillez de lo sublime.
El tema central de Lennertz pauta la acción de “Here We Go”, con puntuales revisitaciones del tema de Williams, hasta el enfrentamiento con Smith, y la solemne nobleza del motivo de la familia nos ponga los pelos de punta en “Saying Goodbye”. Atentos a partir del 0:18…
…hasta el final con el muy williamsiano sentido de la emoción final.
Y la obra alcanza su conclusión con la batalla épica culminante, primero conducida por el suspense a las cuerdas y percusiones, “Alien Ship”, metales in crescendo, y ostinatos oscuros y dramáticos acompañando la traición y lealtad sobre todas las cosas final, con apariciones del tema de la familia, Will, el Robot, y de nuevo la familia triunfante aunque herida, siempre superviviente en su unión hasta que un nuevo rumbo se toma al perder contacto con el engarce de la colonia humana, y los Robinson se ven una vez más, perdidos en el espacio, “The Resolute”…
… con una maravillosa revisitación del tema de Will, y una sinfónica variación del tema de la familia ya junto al tema principal, en un crescendo lírico fastuoso cerrando la aventura ante la llegada a una nueva galaxia, quizá no tan desconocida, para uno de los miembros de la expedición, mientras la orquesta explota en una épica rendición del tema central (y no se pierdan el majestuoso homenaje a James Horner a partir del 02:13).
Se cierra la obra con el tema clásico de John Williams en apoteósica representación, para unirse con el de Lennertz y estallar sinfonicamente hasta alcanzar la perfecta fusión polifónica de las creaciones de ambos compositores, dejando la emoción palpitante ante la expectativa de lo que espera a los Robinson en la siguiente temporada, memorable, espectacular, suntuoso Christopher Lennertz, en la posiblemente mejor composición de su carrera.
“Creo que estamos perdidos. No, yo conozco esa galaxia, la he visto antes ÉL ME LA DIBUJÓ”
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