Sobre el amor y la pérdida |
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Películas, series de TV, canciones, libros, cómics…, cualquiera de estos medios nos han contado y contarán miles y miles de historias acerca de las relaciones de pareja. No obstante hay un medio popular en el que este tipo de historias se prodigan con cuentagotas: los videojuegos, aunque últimamente compañías independientes han demostrado la capacidad del medio para contar historias ricas y poderosas sobre el amor y la pérdida en juegos como Life is Strange, What Remains of Edith Finch, o Gone Home, por citar algunos.
Y es aquí donde los estudios australianos Mountain nos presentan una historia interactiva para los sistemas iOS y Android a modo de pequeña novela gráfica que, ubicándose en Melbourne, nos cuenta la historia de Florence, una joven asiático-australiana que se enamora de Krish, un joven chelista de ascendencia hindú.
Conforme lo he jugado (se tarda poco más de 30 minutos en hacerlo) he descubierto una delicia de juego e historia, la cual presenta el amor tal como existe en la realidad: alocado, bello, emocionante, con sus conflictos, reconciliaciones, miedos, decepciones, alegrías y, como sucede en muchas ocasiones, con rupturas. Florence es realmente algo muy real, con situaciones y detalles que rápidamente reconocemos de nuestra vida diaria en pareja, y ese es el gran acierto de este juego; ser honesto y mostrar el mundo tal y como es, lejos de cualquier artificio narrativo o visual, lo que lo hace que jugarlo sea una experiencia totalmente distinta y enriquecedora a pesar de su sencillez.
Pequeña gran banda sonora
Si Florence funciona tan genial como experiencia interactiva, en gran parte es gracias a la preciosa música que la acompaña, obra del australiano Kevin Penkin, joven compositor al que ya presenté en su día reseñando aquí esa joya que es la banda sonora que compuso para el anime Made in Abyss.
La música de Penkin para Florence es, como digo, una auténtica delicia. El compositor ha compuesto un tema para cada uno de los 20 capítulos del juego y puedo asegurar que a quienes amen las emociones que transmite un instrumento como el chelo van a disfrutar de esta partitura de cabo a rabo, y aunque su escucha aislada es, como digo, una gozada, el verdadero disfrute es escucharla mientras nos sumergimos en la historia de Florence jugándola.
Y es que la música creada por el australiano realza el estado de ánimo y las emociones de los personajes en muchísimos momentos de la historia. No hay diálogo en este juego, y en lugar de la narración tradicional en este tipo de juegos y dispositivos basada en textos, son los instrumentos las voces de los personajes.
Claramente la banda sonora se sustenta sobre dos temas en concreto: el de Florence y el de Krish, los cuales representan con total acierto la forma de ser de cada uno de ellos: el tema de la protagonista interpretado a piano y el del chico siendo representado por el chelo.
Y así vamos interactuando con los personajes en cada capítulo sintiendo cómo la música nos va “hablando” sobre sus vidas y sus acciones con pasajes realmente bellos como “Music”, tema que muestra el primer encuentro entre Florence y Krish, que captura de maravilla la chispa que prende ese amor. A algunos capítulos como “Adult Life” les acompaña una música más lineal pues solo vemos una repetición de vida rutinaria. En cambio, en otros como «Inspiratión» apreciamos diferencias en la música, ya que en estos si hay acciones distintas y cambios para desarrollar la historia, un hecho que se aprecia de manera muy acertada en los temas “Happy Together”, “Routine”, “Erosion” y “Fight”, en los que apreciamos como el tono del piano y chelo van cambiando a medida que se deteriora la relación de los protagonistas, dándonos a comprender el hecho que he mencionado antes: que dichos instrumentos son las voces de Florence y Krish, algo que ya percibimos con la primera discusión que ambos mantienen en “Groceries”.
El gran saber hacer de Penkin para mostrar el carrusel de emociones con su música, así como para narrar y darle más veracidad si cabe a la historia, es evidente desde el primer tema de la banda sonora hasta el último, y este es otro de los destacados de la partitura: “Wake up, Moving on”, donde piano y chelo junto a pizzicatos, que son una seña de identidad del compositor en sus composiciones, muestran cómo la vida sigue para la joven protagonista y dan broche de cierre a la historia.
A modo de resumen, Florence es, como dice el dicho, “de esas cosa buenas que vienen en frascos pequeños”. Una pequeña joya de composición cargada de sentimiento y gran hacer en la que Penkin vuelve a mostrar el talento que atesora. |
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