Ahórrensela, nos lo agradecerán |
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La enésima revisitación, desmitificación, readaptación del mito de Robin Hood y su Cuadrilla de Hombres Felices del Bosque de Sherwood obtiene un nuevo enfoque, sin Sherwood salvo un minuto al final y un plano general al principio, sin verdadera aventura ni excitación ante las andanzas de Robin de Loxley, sin carisma en dirección, fotografía, montaje o puesta en escena, y sin ninguna duda, sin prestancia a la hora de conferir un universo musical a la altura a tan inmortal historia. Todo lo contrario que esta producción, que tenía la fecha de caducidad marcada desde el inicio del proyecto, a los cinco minutos de haberla visto, ya la has olvidado.
Y ello pese a la entrega de un buen reparto, un gran reparto se podría decir incluso, pero desaprovechado hasta la exasperación, que carece de dirección (se podría decir que la propia dirección carece de dirección, valga la triple redundancia), ni un carismático Taron Edgerton sabe si en un instante es Diego de la Vega fuera de continente o el famoso bandido del título, si está en un film de época o en un barrio donde el hip hop es biblia de actitudes y aptitudes, o lamentablemente, si las leyes de la física valen sólo según le vaya bien al desastre de guión, ni un esforzado Jamie Foxx, recogiendo lo sembrado por Morgan Freeman en un film infinitamente superior sobre los mismos hechos (y eso que aquel era históricamente inepto), ni un divertido y cachondo Ben Mendelsohn, que es el único que sabe en qué embolado se ha metido, pero cuya gozosa interpretación no es aprovechada en absoluto por la ineptitud de la producción. En fin, que ni la belleza de una Eve Hewson que enmudece plateas con su brillo y su carisma innato interpretando a una Lady Marian que no es Lady Marian excepto en el nombre, salva el esperpento del desastre.
Sin embargo, si el lector creía que ya había acabado la exposición negativa, y ahora venía lo bueno, ejem, -perdón, es que me había entrado un pequeño ataque de risa floja-, hablando de Robin Hood (2018), nos hubiera encantado poder lanzar parabienes y loas a mansalva, pero no, lo peor aún no ha llegado. Aún no habíamos hablado de uno de las peores creaciones musicales para cine del año, y somos generosos para no propiciar que una larga lista de vituperios y exclamaciones de indignación llenen los próximos ocho folios ante tamaño desastre, seremos conciliadores y breves y nos conformaremos con dejar por escrito que se trata de una partitura horrenda en sus ¿mejores? instantes, equivocada en general y absolutamente infamante en los momentos más bajos de su falta de definición, estructura temática, capacidad de narración y apoyo al film. Y esto lo escribe una persona a quien le gusta la labor previa de Joseph Trapanese, así que imagínense la decepción.
Tras colaborar en proyectos ajenos a los que confirió cohesión, hilazón y ajustó al mundo sinfónico, tras su creación previa electrónica, como fueron los brillantes Tron: Legacy y Oblivion, con Daft Punk o M83, los grupos que encabezaron los créditos musicales de ambos films, el compositor destacó en la bilogía de The Raid, o en el virtuosismo de arreglos y orquestaciones de por ejemplo, The Greatest Showman, el pasado año, junto a John Debney. Por todo ello, sinceramente, no nos esperábamos esto para Robin Hood.
La búsqueda hasta el paroxismo más incómodo de imitar, copiar, fusilar, táchese lo que no proceda, el estilo de la trilogía musical de El Caballero Oscuro de Nolan, Zimmer y en menor medida Howard, con momentos calcados, instantes exactos y progresiones idénticas, pero en barato, si saben a lo que me refiero, y una falta absoluta de convicción por imbuir el conjunto de personalidad propia, con lo que el resultado acaba de convertirse en pastiche, en una mixtura sin fuerza ni cohesión, en una conjunto con el rigor mortis marcado ya desde el mismo comienzo, convirtiendo su audición en la experiencia dantesca de descubrir de qué película de Zimmer se encuentra extraída la siguiente progresión a las cuerdas, la próxima intrusión a destiempo y sin sentido de la guitarra eléctrica, la electrónica más chafardera o los ritmos más anacrónicos posible con lo que se está contando, y aquí me refiero a esta obra de un Joseph Trapanese irreconocible, al que o bien obligaron a simplemente usar un molde sin despegarse lo más mínimo de él bajo amenaza de despido fulminante o nos ha sorprendido para mal, muy, muy mal, con su absoluta carencia de personalidad y estilo propio, en un trabajo alimenticio como este.
Y lo más triste, es que si haces un film en Hollywood titulado Robin Hood y no das el todo por el todo con una oda musical a la aventura, moderna o clásica, ya no le vamos a pedir peras al olmo actual de la música de cine, sino que entregas un trabajo al que le da igual arre que so, y que podría ir pegado a por ejemplo, Fast & Furious 11 sin desentonar, pues que quieren que les diga, que compositor, lo sentimos muchísimo, pero cero patatero, y es una auténtica lástima.
Ni ciertos segundos donde la cosa parece arrancar levemente, a partir del 04:28 del tema “Syria”, con lo que parece una tema aventurero moderno excitante, que se queda en nada a los pocos segundos, como todo en este trabajo, o el tibio crescendo de “Robin Inspires People”, que parece ir a algún sitio, por fin, para desvanecerse de nuevo en la inanidad, hasta la conclusión de la obra, con una banal una vez más revisitación del motivo “A Dark Knight” de la partitura de Zimmer y Howard para El Caballero Oscuro, “Escape to Sherwood”, todo en esta composición suena a ya escuchado, en mejores circunstancias y proyectos más acertados en conjunto. Y ya la repanocha, para finiquitar el asunto, el film culmina con un tema de rock ochentero, que como todo lo demás, una vez más, no pega ni con cola.
Esperemos que no sea la última revisitación del noble que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, que encabezó una rebelión contra la tiranía de Juan Sin Tierra para restituir al verdadero y legítimo rey, Ricardo, Corazón de León, al trono de Inglaterra, y alcanzar la ansiada paz entre normandos y sajones, todo ello, cosas que este film se pasa por el arco del triunfo en su afán por la idiocia más galopante y la cretinez más exacerbada de sus desarrolladores, porque sinceramente, llamarlos guionistas, productores, y director, es sobrevalorar su capacidad.
Por Robin Hood y sus Hombres Felices de Sherwood,
por el Rey Ricardo y sus leales súbditos,
Por la justicia y la nobleza sajona,
Por Sherwood y sus gentes,
¡Olviden que esta película existe!
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