Lo que se busca cuando uno va al cine |
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Al margen de que en la sesión que elijas reces para que no te toque cerca una horda de críos que no saben tener la boca cerrada ni que los asientos son para estarse quietecito viendo una peli, o igualmente que un/os consumado/os devoradores de paquetes gigantes de palomitas y refrescos no te saquen de los nervios con su proximidad y ruido interminable, uno va la mayoría de las veces a una sala de cine con la intención de evadirse durante dos horas (o lo que corresponda) para sumergirse en historias que nos transporten con su imaginario, personajes, etc., a otras épocas, mundos, realidades, situaciones… ¡hay tanto donde elegir!
Pues bien, en Aquaman todo eso está más que garantizado, ya que James Wan vuelve a demostrar el por qué es uno de los cineastas jóvenes más interesantes del panorama actual.
Y lo hace presentándonos a un protagonista que no puede ser más diferente de lo que estamos acostumbrados a leer y ver en los cómics de la -como la llamó nuestro querido y añorado Stan Lee- “Distinguida Competencia”. Aquí nos vamos a encontrar a un Arthur Miller (del que Momoa se hace dueño y señor en la cinta) “macarra” a más no poder, pero también como buen héroe clásico, un tipo con sus dudas y temores, con el añadido de algunos momentos tontorrones y de socarronería que en su conjunto lo hacen realmente carismático y divertido, y lo mismo lo ves realizando una proeza bajo al mar que pillando una buena cogorza con desmadre incluido en una taberna de un pueblo pesquero.
Igualmente, todos y cada uno de los protagonistas tienen un reparto de minutos muy acertado, sin chirriar ninguno de ellos, apareciendo en los momentos justos y con razón de ser, llámense Heard, Wilson, Defoe, Kidman o Lundgren. Especial mención para la Kidman y Temuera Morrison cuyos papeles como padres de Arthur, aunque de escasos minutos, están muy bien dirigidos y aprovechados. La única pequeña pega que pondría es al jugo sacado al personaje de Black Manta, aunque supongo, por lo visto en la película, que se le explotará el potencial en una segunda parte que tiene toda la pinta de estar por venir.
Tema actoral aparte, lo que es una verdadera gozada es la capacidad visual que ha tenido el menudo director malayo-australiano para ofrecer junto a su equipo un despliegue técnico para acompañar a la historia brutal. El manejo de la cámara que hace Wan nos ofrece secuencias realmente de dejarte con la boca abierta (verlas en IMAX tiene que ser orgásmico, directamente) y sirva como ejemplo todo lo que se nos presenta en pantalla desde que el barco en el que viajan Arthur y Mera es abordado, y el festín visual que se nos presenta después. Pero es sólo un ejemplo, ya que toda la cinta tiene momentos tremendos y cuando crees que ya no te puede sorprender más, Wan va y te dice: “ahí llevas otra y otra más y…”
El nacimiento de la leyenda de un superhéroe, un poquito de romance, un mucho de aventura, otro tanto de aire pulp y de sci-fi, un protagonista que te gana desde el principio y un director con unos recursos cinematográficos tremendos. Sí, la historia que nos cuenta es lo que es, pero ves que ha finalizado la película, miras el reloj y observas que 144 minutos se te han pasado en un suspiro. Eso es lo que quiero cuando voy una sala de cine a ver una película de este tipo: evadirme, perder la noción del tiempo, reírme, disfrutar, comentar muchos detalles tras su visionado, sean tontos (que los hay) o la infinidad de bien hechos que tiene.
Con Aquaman he salido con la sensación de ver una película redonda dentro de su género. Así que sólo puedo aplaudir a Wan, Momoa y compañía deseando que haya una segunda entrega con Wan nuevamente al frente de la nave y con el mismo tono que le ha dado a esta primera.
La música de Aquaman
No me cabe la menor duda que tras el buen trabajo que Rupert Gregson-Williams hizo para Wonder Woman, los responsables de DC y Warner tomaron la matrícula del compositor británico para futuros proyectos, y la verdad es que no se ha hecho esperar una nueva aportación musical de este para una nueva película de este universo cinematográfico, cosa que ha vuelto a resolver con muy buena nota.
A caballo entre el sonido orquestal y el de sintetizadores totalmente “ochenteros” y deudores de (se nota que como buen británico ha mamado de ellos) puntas de lanza de la música del Reino Unido como Devo, Gary Newman, Yazoo, Howard Jones o el mítico Pete Bellote en muchas de sus composiciones, por citar algunos, el compositor dibuja de manera totalmente acertada con estas dos vertientes musicales la película de superhéroe y aventuras, así como el tono “comiquero” y desenfadado que esta tiene en buena parte de su metraje.
Todo esto ya lo podemos apreciar en “Arthur”, que mezcla las dos vertientes musicales y es la presentación del tema de Aquaman, así como el esbozo del mundo de Atlantis. Con él ya nos hacemos una estupenda idea todos aquellos que amamos este tipo de sonido por donde van a ir los derroteros de la banda sonora. Es un tema que refleja en los metales el poderío y grandeza del personaje y que, en su final, una breve aparición de guitarra eléctrica explica el punto macarra del protagonista.
Como es normal, a este tema principal acudirá Gregson-Williams en distintas ocasiones a lo largo de la partitura con temas muy bien construidos como “Swimming Lessons”, uno de los que mejor funciona en la película con ese tono de fantasía que le otorga el sonido de los sintetizadores; “What Could Be Greater Than a King”, donde se aúna tanto el main theme como el emotivo tema de la familia ya mostrado en “It Wasn’t Meant to Be” y, como no, “He Commands the Sea”, otro “pepinaco” de tema que es el que acompaña el momento más álgido de la película, en el que los metales, coros y cuerdas junto a los sintetizadores alcanzan cotas muy altas en lo épico.
Evidentemente, en la partitura tenemos música para los villanos de la película: “Atlantean Soldiers” es el que nos presenta el tema ligado al hermano de Arthur: Orm, al que tres notas de metal le acompañaran siempre para representar la amenaza que supone este tanto para Arthur como para el mundo acuático y el terrestre. Curiosamente, para el otro villano: Black Manta, también se han utilizado las mismas tres notas que acompañan la amenaza de Orm, sólo que en esta ocasión son representadas por los sonidos de los sintetizadores, desarrollando un tema totalmente electrónico ligado a la inventiva de este antagonista con respecto a todo lo relacionado con construir artefactos de tecnología punta.
Hablando de héroes y villanos tampoco hay que dejar de mencionar “Suited and Booted”, corte donde el británico mezcla a las mil maravillas el tema de Arthur con el de Orm en otro momento de acción de la película.
Pero no toda la banda sonora va encaminada a la acción. También hay pasajes que dan pausa y respiro a la historia como el ya mencionado “It Wasn’t Meant to Be” con toda su carga emocional o los cortes “Between Land and Sea” y “The Legend of Atlan”. Mención especial a este último, el cual, dentro de su brevedad, es otro de los grandes temas del score.
Por último, no quiero olvidar dos temas más. El primero el estupendo epílogo que supone “Reunited”, que pone un cierre perfecto al final del film. El segundo es el corte que acompaña a la que para mí es la escena y secuencia de la película: “Trench Engaged (From Kingdom of the Trench)”, tema que no está compuesto por Gregson-Williams y que entiendo perfectamente el porqué de que Wan echara mano de un viejo conocido suyo: Joseph Bishara. Cuando veáis la película (si no la habéis visto) entenderéis lo que quiero decir.
En resumidas cuentas, esta es una estupenda banda sonora para la película que ha rodado Wan y muestra que Rupert Gregson-Williams es un compositor con muchos recursos e imaginación para “dar color” con su música temática e instrumentalmente a cualquier tipo de película, serie de TV, etc. Con Aquaman vuelve a demostrarlo una vez más. |
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