1. Main Title (02:42)
2. Hawk Punished (02:15)
3. Carrying Glass (03:08)
4. First Dream (03:06)
5. Killing Glass / Killing Hawk (03:50)
6. Discovering River (01:12)
7. Goodbye to Hawk (03:42)
8. Discovering Buffalo (02:44)
9. Hell Ensemble (02:39)
10. Buffalo Travel (01:52)
11. Arriving Fort (01:22)
12. Church Dream (02:39)
13. Powaqa Rescue (05:36)
14. Imagining Buffalo (02:40)
15. Revenant Theme (01:55)
16. Second Dream (01:14)
17. Out of Horse (03:58)
18. Finding Glass (02:52)
19. Cat & Mouse (05:43)
20. Main Theme Atmospheric (02:51)
21. Final Fight (06:36)
22. The End (02:17)
23. The Revenant Theme (Alva Noto Remodel) (04:01)
«Main Title»
«Goodbye to Hawk»
«Church Dream»
El regreso de un compositor añorado en el mundillo de las partituras melocinematográficas.
Puestos a regresar, podría haberlo hecho con un encargo menos encorsetado.
«Goodbye to Hawk». Lo más intenso, cálido, de una partitura forzadamente fría, glacial… De buen principio, casi moribundo tras el ataque de una osa, Glass, impotente, ve asesinado a su hijo y se conjura en una obstinada venganza que marcará el curso de la película.
BSOSpirit opina
Nota media:6,90
David Doncel (9), Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (5), Óscar Giménez (6), Ignacio Granda (7), Juan Ramón Hernández (8), David Martínez (6), Antonio Miranda (7), Jordi Montaner (8), David Sáiz (7)
Dos reflexiones nada más empezar. Primera: transvestir la épica del salvaje oeste en lírica es una licencia que sólo Sam Peckimpah ha aprobado con nota… González Iñárritu se ha esforzado mucho, más aún que Peckimpah, pero peca de forastero. Segunda: barajar ilustres compositores en un mismo proyecto no siempre sale bien… Tanto Sakamoto como Alva Noto (Carsten Nicolai) y Bryce Dressner son tres puntales fuertes de la música atmosférica contemporánea, un auténtico «tridente» musical: Los dos primeros han trabajado ya juntos en varios discos tratando de poner en solfa sensaciones acústicas tan sublimes como la voz del hielo que funde en agua en el interior de un glaciar… Se conoce que el realizador de The Revenant flipó en su día con esta música y la incorporó a su proyecto. Pero, en cine, los experimentos musicales no siempre funcionan, y en el género del western no lo hacen casi nunca.
La historia que González Iñárritu pretende contar es poderosamente épica, a la altura de clásicos como Dances with Wolves o Jeremiah Johnson. Hugh Glass, un trampero estadounidense del siglo XIX, vive una epopeya el crudo otoño de 1823 cuando, huyendo de los nativos Sioux junto a una partida de tramperos, es atacado por una osa que defendía a su cría y sus compañeros cazadores le dan por muerto, un rival mata a su hijo y pretende quedarse con sus valiosas pieles… Lo que sigue es un relato de supervivencia en la nieve, el hielo, y el cumplimiento de una anunciada venganza, tan sobrio como un guión de John Milius, pero con la flaqueza de querer abarcar mucho en muy pocas coordenadas.
Como Hugh Glass, Ryuichi Sakamoto irrumpe en la escena a modo de «revenant», renacido, tras superar una lucha a gaznate abierto con el cáncer. Una coincidencia poética que alimentó desde un principio las expectativas musicales acerca de este proyecto.
No obstante, tal vez todo haya acabado demasiado deprisa, cerrando una película bien planteada y mal resuelta con una banda sonora muy abstracta.
Sakamoto y Alva Noto son viejos conocidos. Ambos produjeron juntos cinco discos entre 2002 y 2011. Bryce Dressner (miembro del grupo The National) sería en este caso el «tercero en discordia», habida cuenta que González Iñárritu ya había contactado con él antes que con Sakamoto y Alva Noto. Sin embargo, los tres colaboraron estrechamente a o largo del pasado verano en Los Ángeles y, al contrario de The Last Emperor (en la que Sakamoto y Byrne ni se hablaron), en The Revenant se han trenzado toda suerte de influencias. El viejo sintetizador Prophet 5 de Sakamoto se inmiscuye en piezas muy ambientalistas de Dressner, toda vez que los arreglos de cuerda de este último (que ha compuesto temas para Kronos Quartet) pasarían por puramente sakamotrices en piezas como «Imagining Buffalo».
Sakamoto ha explicado, en declaraciones a revistas como Variety o Rolling Stone, que el encargo le llegó en el momento más doloroso de su vida, descompuesto por una radioterapia intensiva e incapaz de tragar su propia saliva… Con el dolor tan cerca, tan dentro, musicar escenas de dolor (sensación predominante en la película) no debió antojarse complicado. El compositor nipón, que se había propuesto no componer música durante su convalecencia, cedió con González Iñárritu. Sugirió que Alva Noto preparara toda la extensa música que la película requería (no hay apenas diálogo), y él entraría en escena hacia el final. Así fue. Su primera intención fue componer una suite sinfónica al estilo de la que compuso para inaugurar los Juegos de Barcelona de 1992, pero aterrizó en un montaje de piezas muy fracturadas y discretamente supeditadas a una desesperante sensación de silencio, propia del frío, la nieve y el hambre.
La música resultante es tan rara como la que Mica Levi compusiera para Under the Skin, o Steven Price para Gravity. Una rareza, además, sumamente fría; una rareza que me ha llevado a echar de menos el piano de Nick Cave y el violín de Warren Ellis, o la serenata de canciones viejas de la América profunda de Cold Mountain… Sakamoto reconoce que se ha ceñido aquí a instrucciones muy precisas por parte del realizador. Puede que la soberbia actuación de Di Caprio y la espléndida fotografía de Emmanuel Lubezki salven la cinta; el disco se pierde, se hiela, se rompe.
Sakamoto casi ni se reconoce, salvo en una atenta escucha de temas como «Discovering Buffalo», donde un suave crescendo musical retrotrae a algunas escenas de The Sheltering Sky.
«Cat and Mouse» y «Final Fight» son las únicas piezas de acción en las que las percusiones hacen acto de presencia.
«Out of Horse» se distorsiona con acento morriconiano; “First Dream” y “Church Dream” endulzan la sobriedad de unas cuerdas muy contenidas y en la elegíaca «Goodbye to Hawk» el sintetizador de Sakamoto hace a las veces de flauta.
Sólo hay una mínima concesión al piano en «The Revenant Theme 2», con melodramáticos acordes muy en la línea de Fauré y una intuición de lo que hubiera podido ser la partitura de contar Sakamoto con más tiempo, más fuerzas y más libertad de creación.
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