Cine bien pensado, contado y casi redondo |
|
Una interferencia entre dos tiempos provoca que Vera salve la vida de un chico que vivió en su casa 25 años antes. Pero esta acción provoca una reacción en cadena que hace que despierte en una nueva realidad donde su hija no ha nacido y su marido no la conoce. Inmersa en una carrera contrarreloj, Vera tendrá que encontrar qué fue lo que cambió todo cuando salvó la vida del chico, mientras poco a poco va descubriendo que su vida anterior no era lo que parecía.
Con estos mimbres, la tercera película de Oriol Paulo es realmente una cinta muy bien trabajada y sumamente entretenida en la que el director barcelonés nos vuelve a mostrar que hay pocos como él para moverse en el arte de mostrarnos que nada es lo que parece en sus cintas e historias, como ya sucedió en El cuerpo y Contratiempo. Junto al uso de esos elementos comunes en sus anteriores trabajos, aquí les añade viajes en el tiempo, líneas temporales y un pelín de drama, dando como resultado una compleja trama, cuidada muy al detalle, que a pesar de su imposible premisa nunca cae en el absurdo ni es caótica, gracias también al sobresaliente montaje de Jaume Martí (Contratiempo, Un monstruo viene a verme), logrando que como espectadores nos sintamos atrapados por esa compleja trama desde el comienzo hasta que se desvela finalmente todo, siendo ese final, en mi opinión, junto a unos actores principales que no me convencen del todo (Ugarte y Darín), lo que más cojea de una muy buena historia.
Música para un espejismo
Repitiendo colaboración con Paulo tras Contratiempo, Fernando Velázquez vuelve a mostrar con este trabajo por qué es un maestro aplicando música en una película para crear tensión y misterio, mientras la historia e imágenes se nutren y enriquecen de sus composiciones.
El getxotarra utiliza desde el comienzo ese lenguaje musical en el que se desenvuelve como pocos, presentándonos al personaje del niño que vivió en la casa 25 años antes, con recursos electrónicos que ya nos plantean los elementos del viaje temporal, así como el uso tan característico que hace el compositor de metales y cuerdas para incidir en el thriller y lo dramático. Este comienzo musical y de la historia es “Nico Lasarte”.
Una vez planteado en este principio cómo va a jugar con su música en la película, al igual que la historia juega con nosotros apoyada en las intermitentes conexiones entre lo acontecido en 1989 y lo que sucede en la actualidad, Velázquez nos sumerge en ese juego que nos propone Paulo, donde hay múltiples focos de atención, con una serie de temas que siempre nos mantienen expectantes, en alerta o en tensión, según requiera el momento; con temas tan bien construidos como «Hola. ¿Me oyes?», donde los elementos electrónicos vuelven a tener mucha importancia, secundados por las cuerdas y un inmisericorde sonido a modo de metrónomo que nos traslada un “tic tac” que también estará presente en ciertos momentos de la historia remarcando esa lucha contra el tiempo en la que la protagonista se ve envuelta. Un recurso que también nos encontraremos en “Mirage” y en el estupendo “La historia de Nico Lasarte”, cuya parte final en la que se unen la batería y la guitarra al resto de elementos musicales mientras vemos lo que aconteció al crío es magnífica.
Como he dicho anteriormente, el thriller está siempre presente musicalmente a lo largo de la partitura, alcanzando sus cotas más altas en los temas “La casa de al lado” y “¿Qué haces en mi casa?”, en los cuales se disfruta una enormidad la forma que tiene el compositor de utilizar las cuerdas y los metales para transmitir tensión a raudales en ciertas escenas.
Pero ojo, no todo en esta partitura rezuma tensión y misterio en sus notas. En el corazón de todo Velázquez nos va dejando a lo largo de esta un tema que, según avanza la historia, es el cordón umbilical de la banda sonora y cuyo fin es transmitir que en la cinta también hay una historia de un fuerte amor maternal que mueve a la protagonista a buscar cueste lo que cueste una salida a su situación.
Dicho tema lo encontramos en una gran variedad de cortes como “Un nuevo hogar” o “Observa y recordarás”, por citar algunos, pero será en el fabuloso “tour de force” que Velázquez ofrece con los extensos “Ahora te toca a ti” y “Despertar de nuevo”, junto al anteriormente mencionado “La historia de Nico Lasarte”, en donde ese cordón umbilical musical quedará más de manifiesto para que en su conjunto podamos disfrutar de una de las mejores bandas sonoras del compositor, lo que ya es decir con el bagaje que tiene acumulado tras de sí.
Una vez más hay que agradecer a José María Benítez la edición de un trabajo de Fernando Velázquez, una unión muy fructífera que todos los aficionados a la música para el medio audiovisual le agradecemos enormemente. |
No hay comentarios