Cuando un compositor de la talla de Michael Kamen dice adiós a la temprana edad de 55 años algo se quiebra en el corazón de los amantes de la buena música, en especial cuando se piensa en las obras que no han podido ver la luz. Su legado es uno de los más notables del séptimo arte y en él destacan bandas sonoras de la repercusión de La zona muerta, Brazil, Arma letal, Resplandor en la oscuridad, Más allá de los sueños, Don Juan de Marco, Profesor Holland u Open range.
Habitualmente encasillado, por lo demás de forma injusta, en el cine de acción, Kamen siempre ha sido, en realidad, un artista que ha pretendido huir de las etiquetas. Su música, caracterizada por un estilo de inconfundibles tonalidades, deambula entre el clasicismo más enérgico y el experimentalismo más arriesgado.
Uno de sus scores más reconocidos entre los aficionados es Los inmortales (Highlander, 1986), fantasía medieval dirigida por el irregular Russell Mulcahy que aúna con gran prestancia el cine romántico con el fantástico y de aventuras. El filme recurre desde el punto de vista musical a un juego ciertamente arriesgado: conjuntar las canciones del grupo británico Queen con la partitura académica de Kamen. Así, lo que en un principio podría resultar anacrónico acaba convirtiéndose en un artilugio que sale muy airoso, en especial la capacidad de un score original poderoso en lo instrumental que es consciente de la hermandad que no debe traicionar y que, en última instancia, acaba imponiéndose a unas canciones con innegable carisma pero poco sutiles en su traspaso a la pantalla grande.
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