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  The Grand Budapest Hotel

(El Gran Hotel Budapest)
Alexandre Desplat
     
Año:   2014
Sello:   ABKCO
Edición:   Normal
Nº Tracks:   32
Duración:   59:50
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Jordi Montaner

 
1. S’Rothe-Zäuerli (01:12)
Öse Schuppel
2. The Alpine Sudetenwaltz (00:36)
3. Mr. Moustafa (03:03)
4. Overture: M. Gustave H (00:30)
5. A Prayer for Madame D (01:20)
6. The New Lobby Boy (02:17)
7. Concerto for Lute And Plucked Strings I. Moderato (02:52)
Siefried Behrend & DZO Chamber Orchestra
8. Daylight Express to Lutz (02:16)
9. Schloss Lutz Overture (00:32)
10. The Family Desgoffe und Taxis (01:49)
11. Last Will and Testament (02:16)
12. Up the Stairs/Down The Hall (00:27)
13. Night Train to Nebelsbad (01:44)
14. The Lutz Police Militia (00:49)
15. Check Point 19 Criminal Internment Camp Overture (00:11)
16. The Linden Tree (02:25)
Osipov State Russian Folk Orchestra and Vitaly Gnutov
17. J.G. Jopling, Private Inquiry Agent (01:28)
18. A Dash of Salt (Ludwig’s Theme) (01:32)
19. The Cold-Blooded Murder Of Deputy Vilmos Kovacs (02:47)
20. Escape Concerto (02:12)
21. The War (Zero’s Theme) (01:01)
22. No Safe-House (01:32)
23. The Society of the Crossed Keys (02:21)
24. M. Ivan (01:15)
25. Lot 117 (00:30)
26. Third Class Carriage (01:20)
27. Canto at Gabelmeister’s Peak (05:35)
28. A Troops Barracks (Requiem for The Grand Budapest) (05:18)
29. Cleared of All Charges (01:10)
30. The Mystical Union (01:26)
31. Kamarinskaya (02:43)
Osipov State Russian Folk Orchestra and Vitaly Gnutov
32. Traditional Arangement: «Moonshine» (03:21)
 
 

«Mr. Moustafa»

«A Troops Barracks (Requiem for The Grand Budapest»

«The Mystical Union»

 


Si os gustó Moonrise Kingdom, he aquí más de lo mismo.


Si no os gustó Moonrise Kingdom, he aquí más de lo mismo.


“A Troops Barracks (Requiem for the Grand Budapest)”, un exquisito guiño orquestal con lúcida carga de trompetas. Desplat arquetípico.

 

 
Desplat palmero
 

altÓrgano, pianola, theremin, arpa, coros, flautas, balalaikas, palmas, orquestuchas de salón, percusiones extrañas… Desplat está que se sale, como un niño en una tienda de juguetes, como un inventor en un laboratorio. Cuando Desplat compone para Wes Anderson, sale del armario y se divierte un rato a pierna suelta. Una interminable retahíla de temas cortos, de apenas un minuto, giran en torno a unas variaciones que, para ser exactos, varían bien poco.

The Grand Budapest Hotel, la música, arranca como una continuación natural de “The Heroic Weather Conditions” de Moonrise Kingdom. No importa que la acción tenga lugar en un tiempo y un espacio por fuerza distantes, con actores muy distintos y una trama algo menos psicoanalítica. Escuchar una música tras la otra es como si se tratara de una misma banda sonora, de un mismo disco.

altAnderson y Desplat han trabajado hombro con hombro en tres películas: Fantastic Mr. Fox, Moonrise Kingdom y The Grand Budapest Hotel. Alguien podría pensar que el ecléctico Desplat se adapta como un guante a las excentricidades paranoicas del realizador norteamericano y que compone por libre… No, hay un personaje que media entre ambos, el supervisor musical Randall Poster, que en Fantastic Mr. Fox mantuvo al músico francés a raya, pero que en Moonrise Kingdom le dejó volar y que en The Grand Budapest Hotel le ha dado vía libre…

altAnderson experimenta, pues yo hago lo mismo”, piensa Desplat, y se pone a hacer de Bruno Coulais buscando sonidos tan simples como contundentes y frescos, nuevos. Balalaikas tocadas como banjos, banjos tocados como balalaikas, coros imitando el apoyo de cuerdas orquestales, un homenaje al legendario theremin en “The Mystical Union”… Música como de parvulario, tonadas muy simples, insidiosas. Su tono es el de una Europa envejecida en madera noble, al punto de empezar a exhibir su faceta más monstruosa y destructiva. Música tensa, pero sin perder las formas, heredera del gozo barroco de Vivaldi. Bajo un prisma estrictamente melocinematográfico, a medio camino entre The Third Man y Dr. Zhivago, apegada a emociones de belleza, inocencia o misterio.

altNada es real. Todo ocurre, se supone, en los Cárpatos, pero la película parece retrotraerse a un planeta perdido, imposible. Como en Moonrise Kingdom, la humanidad de las situaciones planteadas prescinde de toda lógica o razonamiento… Cosas de Anderson. El realizador se vale de una fotografía más cercana a la pintura clásica que a la luz real, de movimientos de cámara casi ortopédicos y de un explosivo reparto de grandes actores encorsetados en pequeños papeles. Desplat, por su parte, se despacha con toques étnicos, clásicos, jazzísticos, bajo una esmerada uniformidad de estilo… Casi hace rabia pensar que el compositor de cine más solicitado y en activo del momento, encima encuentra tiempo para jugar y divertirse como un crío.