Una composición «de libro» |
|
La verdad es que si hay un nombre de compositor que dé confianza y seguridad en su trabajo en Hollywood, es John Debney. Especialmente en lo referente a buscar un estilo clásico, muy orquestal, se sabe que el resultado, como mínimo, va a ser de alta calidad. En ocasiones no tremendamente original, pero bueno y eficaz para la historia que acompañe. Y este es un ejemplo auténticamente de libro.
En esta ocasión Debney vuelve a colaborar con el director Brad Anderson, tras The Call, aunque en esta ocasión con un estilo (tanto de historia como musical) completamente diferente. Anderson vuelve al mundo de los manicomios tras su debut con la inquietante Session 9. Pero últimamente parece que está entrando en proyectos con algo más de prestigio que lo que era habitual en él. En esta ocasión nos narra la famosa historia de Edgar Allan Poe El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether adaptada a un formato más largo y con un reparto de lujo: Kate Beckinsdale, Jim Sturgess, Michael Caine, Ben Kingsley, David Thewlis y Brendan Gleeson. La verdad es que la producción debió de tener diversos problemas, puesto que un reparto de esas características para una historia de época y rodada en Bulgaria, cuyo estreno en los Estados Unidos ha sido directo al mercado de consumo doméstico, no suele ser indicativo de nada bueno.
En lo que se refiere a su banda sonora, desde luego el resultado es realmente bueno. Para aquellos aficionados a los que les guste el misterio y el suspense con estilo y aire clásicos, aquí van a tener 80 minutos de auténtico deleite. Vaya por delante una valoración personal. Algo que ya he mencionado antes. La música no es en absoluto magistral. No se trata de una partitura que nos vaya a descubrir una joya oculta. Debney cuenta con bandas sonoras bastante más memorables. En esta ocasión la calidad de la interpretación, la propia música, el conjunto final, son buenos. Pero la sensación que nos queda es que es todo demasiado típico. Música cargada de misterio y suspense, con momentos de acción y tensión, y su pequeño punto emocional. Todo encaja perfectamente. Pero ya está, eso es todo. Lo que hay es bueno, pero no particularmente memorable ni excitante. A lo mejor me he vuelto muy exigente con los años, pero me falta algo más en la banda sonora para que pase al siguiente nivel de brillantez. Es una película de prestigio, de época y podía dar aún mucho más juego. Debney ya lo ha demostrado y de manera más destacada en películas como The Relic o End of Days.
La verdad es que la banda sonora proporciona, como mínimo, interés. Tal vez su mayor punto en contra es que gran parte de su duración se centra en crear un ambiente de misterio y suspense. Pero no termina de ofrecernos una conclusión, una recompensa. La música crece en intensidad, pero sin terminar de dar algo más. Como atmósfera principal, la partitura crea por un lado ambientes de misterio y suspense que parecen rodear todo lo concerniente a la propia historia que se nos cuenta. Sutil no es, pero la verdad es que la historia es muy conocida y la “sorpresa” no es necesariamente tal. Desde luego la música ya nos muestra que es evidente que las cosas no son lo que parecen desde su inicio. “Opening” nos introduce en ese ambiente, incluso aprovechando la introducción del piano, el cual relaciona con Eliza, una de los protagonistas de la misma. Pero la composición y el sonido son una muestra de libro de cómo crear una sensación de misterio. Esta sensación es parte esencial de la partitura y podemos encontrarla en momentos como “Edward Enters the Asylum”, “Dangerous Liasion” o “Lamb Gives a Tour”. Debney utiliza diversos recursos de toda la orquesta para crear esta ambientación. Notas largas y graves, especialmente en metales, con tremolo en las cuerdas. Clásico.
Por otro lado, la partitura juega en otras ocasiones con una mayor sensación de oscuridad. Como si la historia alcanzase elementos más tenebrosos y terroríficos. Realmente y siendo claros, en ningún momento se podría clasificar a la partitura como “de terror”. Pero sí que acentúa esos elementos más tétricos. Esos casos parecen acentuarse más cuando la música se centra en la figura del propio manicomio. “Seeing the Asylum” es nuestra introducción en el extraño mundo en que se desarrollará la historia. Notas mucho más contenidas y lentas. Manteniéndose en tensión el máximo posible, sin dar una resolución. Al igual que la ambientación anterior, esta es modélica. Escuchar “Eliza Warns Edward / Secret Passage” o “Strapped to Gurney” con esos violines creando el clásico “efecto de insecto” que nos hace sentir escalofríos. Solo falta la presencia de coros para contar con todos los elementos clásicos.
Estos dos colores que describo proporcionan el 90% del guión musical a la película. Básicamente sustenta el desarrollo de la historia y lo que ocurre en la misma. Lo que diferencia a esta banda sonora, de ser una partitura convencional y totalmente típica, es el buen hacer de Debney aportando otros pequeños elementos que la salpican de algo más de interés. Entre los mismos hay todo tipo de recursos. Por un lado, un par de piezas totalmente de época que aportan un carácter diferente al sonido de la banda sonora como son “Eliza Plays” y “Danse macabre Saint Saens”. Esta última es una “reinterpretación” de la famosa pieza clásica que aporta su carácter especial a la partitura. Principalmente porque Debney recurre a un par de motivos o elementos para hablarnos de los “habitantes” de este manicomio. Uno de ellos es un violín de carácter festivo y gitano (no se me ocurre mejor adjetivo que lo defina), que parece tanto como querer crear una ambientación clásica de este tipo de películas (casi como de referencia a los clásicos de la Universal), como identificar la intervención de algo no “normal” y que encontramos en piezas como “Wagon Ride”, Edward Enters the Asylum” o “We Are Not Crazy”.
Esta última es un ejemplo perfecto del segundo motivo: notas distorsionadas y fuera de carácter con el resto de la música. Y es que la partitura nos va dando pistas del carácter de ciertos personajes de la historia, y si no fijaros en la diferencia entre “Edward Meets Timm” y “Edward Meets Eliza”. Son un ejemplo de sombra y luz en la banda sonora.
Y es que el único brillo humano y cálido de la partitura viene aportado por “Eliza’s Theme”, un bonito tema principal a piano y viento, con violín solista, que salpica de manera muy puntual la banda sonora. Una pieza que parece mostrarnos el desarrollo del romance entre dos protagonistas y que proporciona un más que necesario desahogo frente al misterio y el tenebrismo del resto de la partitura. El único pero es que dicho tema no sufre ningún tipo de evolución en la historia. Tal como se nos presenta, va a seguir apareciendo en la banda sonora en piezas como “Eliza’s Story”, “Edward Meets Eliza”, “Edward’s Plea to Eliza” o las conclusivas “Aftermath / First Kiss”, “Edward’s Story” y “Eliza and Edward”. Incluso se atreve a utilizar el mismo en un formato vals (“Eliza’s Waltz”), que entronca con el par de piezas de época que mencionaba anteriormente. Un toque precioso, eso sí.
Lo que más se echa en falta, como he repetido en varias ocasiones a lo largo de la reseña, es tal vez algo más de resolución, de elemento de catarsis. En una partitura tan oscura y cargada de tensión, dicha catarsis no puede venir sólo del elemento emocional. Falta acción. Especialmente en toda la primera mitad de la banda sonora, donde sólo la breve “The Chase” proporciona una muestra de acción percusiva y potente, con el apoyo de todo el bloque orquestal. Afortunadamente en su parte final el ambiente se carga más de fuerza y potencia a partir de “Bonfire / Edward Prepares” hasta “Finn Catches Fire / Escape”, proporcionándonos un elemento que nos hace retomar atención e interés en la banda sonora.
Es una banda sonora que sirve de muestra del buen hacer y calidad del trabajo de un maravilloso artesano como es John Debney. Quizás le falte algo de personalidad y de elementos memorables que la saquen del bloque de partituras que podíamos definir como “típicas”. Le falta un toque especial que la diferencie. Esta presentación de larga duración tampoco la beneficia. Especialmente por el carácter oscuro y tétrico de la partitura, que no la hace todo lo accesible que pudiera ser. Aun así, y si tengo que elegir, prefiero un trabajo como este que nos presenta Debney que el que en ocasiones nos presenta el moderno cine de suspense o terror. A los aficionados del cine de suspense, seguro que no tendrán problema en encontrar algo que les interese.
|
No hay comentarios